El asesino de la calle 406 [Larry Stylinson]

Capítulo V: Rizos

Me desperté con el dolor de cabeza. Volteo a ver la mesita de noche, mi celular vibra y yo siento que el sonido es el peor del universo. Hago por levantarme y tomar una ducha, lavar mis dientes y vestirme antes de comer algo.

Recuerdo haber mandado un mensaje al chico de ayer, él no me había contestado al instante y me quedé dormido unos cuantos minutos después. Tomé mi celular para ver su respuesta, era un simple hola con un signo de exclamación y un "cómo estás" seguido de este. El sonido de la voz de Niall me interrumpe.

—Buenos días. —dijo, me giré a verlo en el comedor, comiendo algo para poder salir a la universidad después. —¿Cómo te sientes?

—No tan mal. —dije, él asintió. —Por cierto ¿qué pasó con el chico de ayer? —él suspiró, para después tomar un trago de agua.

—Es increíble, Harry. —dijo, reí, caminando fuera de la casa, dejando a Niall y a su ilusión nadar juntos en la casa.

Luego de un rato, llegué a las oficinas del periódico donde trabajaba. Acomodé la mochila de mi cámara mejor sobre mi hombro y me encaminé a tomar todas las escaleras para llegar a la oficina de mi jefe

—Señor Sevigny. —dije, abriendo la puerta gigante de cristal, él volteó a verme, dejando las teclas de la computadora en paz mientras yo termino de entrar.

—Harry, buenos días. —dijo —¿Tienes las fotos? —asentí, abriendo la mochila de la cámara y sacando la memoria. Se la entregué mientras él me miraba atento. —¿Hubo algún problema cuando las tomaste?

—No. —reprimí el sentimiento de decirle que el asesino vino hasta mí y casi me mata. Pero me contuve, él asintió, mientras revisaba las fotos, teniendo las manos casi temblando.

—Están perfectas. —dijo, yo apenas pude sonreír ante eso. —Por esta te daré el triple de lo que cuesta.

—¿Por qué? —dije con el ceño fruncido, él la miró de nuevo.

—Es material de primera plana, Harry ¿llevaste a un modelo? —estoy a punto de decirle que no, pero me reprimí nuevamente.

—Sí, mi amigo Niall fue conmigo. —aclaré, él asintió. Lo ví tomar un sobre amarillo de uno de los cajones de su escritorio, me lo entregó y yo lo tomé entre mis dedos, cuando lo abrí encontré cien dólares acomodados casi perfecto. —¿Por cinco fotos? —dije, impresionado. Trabajar en un periódico no era el mejor trabajo del mundo, menos si eras fotógrafo, así que esto era más de lo que esperaba.

—Gracias, Harry. Puedes retirarte. —no lo dudé siquiera, me fui de inmediato de la oficina.

Salgo de las oficinas para ir a una cafetería por algo de comer. Mientras, me daba el tiempo de cuestionarme a mí mismo porqué demonios mentí. Yo no lo conocía, y casi me mata. Pero por ese casi me salvó y me dejó libre. Sé que él se debe estar arrepintiendo por haberme dejado ir, pero no quiero que me busque y me dé yo mismo por muerto.

Llegué a la cafetería en menos de veinte minutos, tomé asiento en una de las mesas del rincón mientras saco mi computadora y abro el respaldo de las fotos que tomé. Miro la última con atención. Era la silueta del asesino, casi camuflada por el sereno de la noche. Espero que la policía jamás llegue a ver está foto y decida ir con mi jefe, que le dé la foto y subir el brillo.

Mi celular me hace dar un salto del susto, y cuando lo miré vi el nombre de Niall en la pantalla, lo tomé en manos y contesté.

—¿Niall?

—Harry... ¿Estarás ocupado está tarde? —sentí mi cabeza doler por su voz.

—Quisiera comenzar a escribir la tesis. ¿Por qué? —el mesero dejó un café y un baguette sobre mi mesa, le agradecí con señas, mientras se iba.