- ¡Dios mío! ¿Cómo ha llegado esto hasta aquí? – no conocía a la enfermera que apareció por la mañana – Quizá, se ha caído de la basura – se agacho rápidamente a recoger la bolsa - ¡Algunas auxiliares son unas descuidadas! ¡La hermana se hubiera escandalizado!
- ¿Dónde está Jenny? – pregunto kibum.
- Llegará más tarde. Permita que me deshaga de esto primero y luego me ocuparé de usted. En seguida comenzaran los cambios de turno.
Eso quería decir que él vendría otra vez. Kibum miró asustado a la pared; le daban escalofríos solo de pensar que lo vería de nuevo. Después de lo ocurrido la noche anterior, el momento de volver a verle le parecía que llegaba demasiado pronto.
Kibum se había preocupado inútilmente, porque el doctor Lee no estaba en el hospital aquella mañana. Lo visitó su ayudante. Lo examinó, cansado y agobiado, lo más prisa que pudo y dio las órdenes oportunas a la monja para continuar con el siguiente paciente.
No vio a nadie más. Contó las horas, los minutos que faltaban para la hora de visita. Minho le había prometido ir a verlo, pero Kibum encontró mil excusas que se lo impedirían y otras mil buenas razones que no le impedirían verlo. Tenía que verle. Le contaría lo del doctor Lee y su última visita nocturna. Lo escucharía, le creería. Tenía que creerle. Era su única esperanza.
- Hola – dijo Minho entrando, con un sobre acolchado en una mano y un ramo de flores en la otra.
- Hola.
- ¿Cómo estás?
- Bien. Ven aquí, Minho. No tenemos demasiado tiempo y tengo que contarte muchas cosas. ¿Has leído los diarios?
- Si. Me los dio tu abuela. Los he traído. Pensé que querrías tenerlos – los dejó sobre un mueble que había junto a la cama – Exactamente como me dijiste son muy extraños.
- Pues hay algo más extraño todavía.
- ¿A qué te refieres?
- ¿Qué te parecería si te dijera que he visto al conde?
- ¡Le has visto! – Minho se quedó mudo de asombro. Lo miro fijamente, en silencio, durante un momento y después se empezaron a percibir en su rostro señales de duda – Pero no sé cómo – movió la cabeza – No es posible. Por cómo está escrito en el final de los diarios, ¿Cómo puede estar aquí ahora?
- ¡Esta! Está aquí.., ¡en el hospital! Y ya le había visto antes...
- ¿Dónde?
- De pie en la calle delante de la casa de mi abuela...
- ¡Eh! ¡Espera! Espera un momento...- Minho se quedó pensativo y recordó al extraño con el que se había tropezado al salir de casa de Kibum - ¿Cómo es? ¿Alto, de ojos raros, y un acento extraño como europeo o algo así?
Kibum movió la cabeza afirmativamente.
- Si. ¿Cómo lo sabes?
- Le vi con mis propios ojos en la calle. ¿Cómo sabes que es el conde?
- Le reconocí por la descripción en los diarios y...y – lo que iba a decir era demasiado arriesgado – Tengo sueños en los que se me aparece y anoche entro en esta habitación. Ahora es un hombre totalmente diferente, ya no se presenta como el conde Lee. Sino como Doctor, su pasado ha sido borrado y ahora solo existe un hombre asiático que vivió toda su vida en Estados Unidos, un Hombre del que nadie sospecharía – Kibum, a pesar de sus esfuerzos, noto que se le iban las fuerzas - ¡Minho, estoy muy asustado!
- Pero, aunque sea...- Minho hizo un gesto y señaló las paredes, el bullicio de las salas y el ruido de los pasillos – aunque sea la misma persona. ¿Qué poder tiene aquí?
- Enorme – Kibum le sujetó con fuerza - ¡Es mi médico!
Minho no supo qué contestarle. Lo rodeo con el brazo.
Llamaron a la puerta y apareció una enfermera.
- Hola, Kibum. Oh, tú debes de ser Minho. Yo soy Jenny, Jenny Cheung.
- Encantado de conocerte.
La enfermera le sonrió.
- Lamento tener que interrumpirte – dijo a Kibum – pero ha venido tu madre. Volveré cuando se marche. Hasta luego.
- Parece buena chica.
- Si – contestó Kibum secándose los ojos – es muy amable. Minho ...
- De acuerdo. Escucha. Procura estar tranquilo... volveré mañana.
- Ah, señora Kim – se oyó decir a Jenny más fuerte de lo habitual – A la hermana le gustaría hablar con usted... en su despacho. Es por aquí...
Minho se agacho y le dio un suave pero rápido beso en los labios.
- Pensaré en algo.
Minho recorrió el pasillo pensando en Kibum. Creyó que llevaba mucho tiempo haciéndolo, pero hasta algo más de una semana atrás apenas se había acordado de él. Era un niño con el que jugaba de pequeño, un rostro que no se había quedado grabado. Ahora era distinto, ahora no dejaba de pensar en él, ¿pero de qué modo beneficiaba a Kibum? Estaba desesperadamente enfermo, físicamente enfermo. Pero el otro asunto era el motivo el problema actual, el que lo trastornaba. Lo que le había dicho, que su médico era el conde, ¿sería posible?
- Aviso para el doctor Lee, doctor Lee.
El hombre que caminaba hacia él se detuvo y miró buscando un teléfono. Minho le reconoció; era el tipo que había visto la otra noche, el que había estado merodeando por los alrededores de la casa de Kibum. El que no dejaba huella. Minho se detuvo junto a una máquina de Coca-Cola y fingió elegir un refresco.
El tipo cogió el teléfono y dijo:
- Lee al habla.
Hablo un rato y colgó. Se volvió hacia Minho y sus miradas se cruzaron. Fue incapaz de apartar la mirada, no podía darse vuelta para evitar la sonrisa burlona de doctor Lee. Minho miraba fijamente unos ojos que reflejaban sus dudas más íntimas.
- Pensarás en algo.., ¿Cómo en qué? – parecía burlarse - ¿Y aunque así fuera? ¿Qué puedes hacer? Esta vez no permitiré que me lo quiten.
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Herencia Macabra MinKey (Adaptación)
FanfictionMinho se alejó durante un instante y se encontraba en medio de la carretera, a pocos metros, para ir en busca del policía, cuando sintió algo detrás de él. Junto a la puerta se alzaba una columna más oscura que las sombras de la noche y delante, ant...