El cementerio era muy grande; cubría una superficie de varias hectáreas y una colina se alzaba en el centro.
La niebla, que ya se había disipado, persistía en aquel lugar. Caían gotas de agua de los oscuros árboles. Solamente el acebo ponía una nota de color. No es extraño que esté considerando como el árbol de la buena suerte, capaz de ahuyentar los malos espíritus.
Todo estaba tranquilo. Ningún ruido llegaba del exterior, ni las sirenas ni el murmullo del tráfico. De cuando en cuando las aves u otros animales rompían el silencio con sus sonidos.
Kibum guiño los ojos, esforzándose por ver a través de los árboles, buscando por todas partes para encontrar a Minho. Los arbustos funerarios, como tejos y bojes, median entre seis y diez metros. Los árboles nuevos habían convertido el lugar en un bosque. Las zarzas crecían por doquier y se enredaban en los monumentos de piedra. Las tumbas, ennegrecidas por el paso del tiempo y verdes de musgo, parecían bultos, montículos en un mar de hiedra. Algunas construcciones se habían derrumbado o las habían destruido, y grandes bloques de piedra yacían en el suelo, rotos, exponiendo sus negras entrañas. Las gigantescas alas de los ángeles de piedra que miraban ciegos y señalaban con los dedos al cielo, estaban rotas o caídas.
- ¡Ahí abajo! – los despiertos ojos de Jenny le habían localizado, abajo, muy lejos: un resplandor azul y blanco.
- Puede ser.
Minho llevaba un anorak de la marca Adidas.
El sendero que seguían se abría en una amplia curva a la derecha. Los lados estaban desgastados, los bloques de piedra se habían desplomado y la grava había desaparecido bajo una gruesa capa de musgo. Descendía en forma de espiral, y pronto el lugar del que habían partido quedó lejos, fuera del alcance de su vista.
Más adelante encontraron una plazoleta. Un gigantesco cedro se alzaba en aquella zona y sus ramas atravesaban la fina niebla como oscuros estratos. No era un sitio que invitara a quedarse en el mucho tiempo. Dejaron atrás claustros abovedados de catacumbas desmoronadas. Algunas habían sido saqueadas y su contenido diseminado por el suelo. Los hoyos producidos por las grandes piedras al caer miraban hacia arriba como bocas abiertas. Cerca encontraron montones de madera carbonizada, como restos de hogueras.
Se situaron en una zona abierta desde donde podían dominar el entorno. Se encontraban en el oscuro corazón del área victoriana del cementerio. Además del camino por el que habían llegado, divisaron otros tres. Junto a ellos había grandes estructuras, algunas al descubierto y otras que penetraban en el interior de la colina. Algunas eran grandes como casas con pórticos, pero sin ventanas. Seguramente, los propietarios de las tumbas habían gozado en vida de riquezas y prestigio. Sus últimas moradas se habían construido con la pretensión de que después de la muerte no descenderían de categoría.
Kibum se volvió lentamente, mirando con cautela cada uno de los caminos. ¿En qué dirección? ¿Por dónde había ido?
- ¿Alguna idea?
Minho llego por detrás. Le puso la mano en el hombro y el joven dio un salto, asustado.
Le miro la cara. Tenía la chaqueta y los pantalones desgarrados y llenos de barro. La sangre de los rasguños de la cara estaba seca.
- No es nada – aclaro al ver preocupación en el rostro de kibum, se llevó la mano a la cara. Sus uñas estaban negras y rotas, y la piel desgarrada – Yo, bueno, tome un atajo y caí en un agujero, eso es todo. He tardado mucho tiempo en salir.
- ¿Pudiste ver adonde fue?
- Es imposible seguir a alguien entre la niebla. Cuando llegué aquí todavía era de noche, y la niebla, muy espesa. Al principio le tenía localizado, hasta que, de repente, se hundió y desapareció, solo dejó una estela de humo blanco – se quedó pensativo, tratando de encontrar las palabras exactas para describirlo – como si fuera hielo seco, ¿comprendes? Pero se movía muy deprisa, como una serpiente entre la niebla, deslizándose por la colina. Yo le seguía en paralelo, procurando no perderle. Lo que recuerdo después es que me encontré en el fondo de un agujero. El venía en esta dirección – Minho echo un vistazo a su alrededor – debe de estar en algún sitio de estos. Entremos en aquel.
Se acercaban al final de la larga avenida cuando Minho se giró, los caminos señalaban, aproximadamente, los cuatro puntos cardinales. Minho miró en dirección al orientado hacia el este. No imaginaba que fuera tan tarde. El sol era un pequeño disco rojo sobre los árboles del cementerio. La niebla volvía a ser densa, se extendía por el suelo y llegaba hasta las rodillas. Iba a decir algo cuando una extraña expresión en la cara de kibum le hizo callar.
- Es aquí – dijo el muchacho en voz baja, casi susurrando.
Estaban en un callejón sin salida. Unas enormes rejas de hierro cerraban el paso en el último monumento. Destacaba, entre todas las de la colina, la tumba de una familia del periodo victoriano: un enorme mausoleo negro. Desde lejos era tan asombroso como debió serlo cuando se construyó, pero un minucioso reconocimiento revelaba que había restos de mampostería esparcidos por el suelo. Unos letreros blancos con letras rojas colocados por las autoridades avisaban del peligroso estado de la estructura, pero alguien había intentado detener el proceso de deterioro colocando grandes puntales que sostenían la estructura superior y láminas onduladas de metal en la techumbre para los agujeros.
Kibum contemplaba la obra de hierro forjado. Era evidente que el símbolo heráldico colocado sobre el arco era una especie de ave, quizá un águila, o incluso un ave fénix. Pero no se trataba de eso. Las alas, pintadas con escamas doradas y de color rojo, eran simétricas, y la cola, retorcidas y puntiaguda. La cabeza, de perfil, pertenecía a un reptil con las mandíbulas totalmente abiertas y escupiendo fuego. Era un dragón. Y describiendo un arco, con negras letras oxidadas, el apellido de la familia: Lee.........
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Herencia Macabra MinKey (Adaptación)
FanficMinho se alejó durante un instante y se encontraba en medio de la carretera, a pocos metros, para ir en busca del policía, cuando sintió algo detrás de él. Junto a la puerta se alzaba una columna más oscura que las sombras de la noche y delante, ant...