4. La familia de Javier

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La casa de Javier estaba un par de calles de la plaza, no era muy grande pero en ella vivían siete personas; Javier, sus padres, sus dos hermanos y sus dos hermanas.

Cuando entre vi a uno de sus hermanos peleando con la más pequeña por el control de la televisión; la otra hermana estaba dibujando tranquila en un rincón, sin prestar atención a la pequeña discusión que había a un par de metros de ella. Subiendo las gradas se encontraba el cuarto de Javier, donde había una litera al lado derecho y una cama normal al otro. Logré distinguí a un niño de unos 6 o 7 años que estaba durmiendo tranquilamente en ella.

Javier sacó un poco de ropa seca del armario que estaba al lado de la puerta, y me la entregó. Me cambie, y estaba a punto de dejar la habitación cuando el hermano de Javier se despertó.

- ¿Quién eres tú? – preguntó con leve disgusto.

- Mi amigo – respondió Javier.

- ¿Amigo? Pero si tú no tienes amigos. No me juegues una broma debe ser amigo de Enrique.

- ¿De qué hablas? Yo no lo conozco – dijo el otro hermano mientras entraba a la habitación. Seguramente perdió contra su hermanita – Así que tienes un amigo. Felicidades.

- No lo molestes y ven a ayudarme - la hermana mayor apareció en la puerta con un balde de ropa.

Nos estábamos dirigiendo a la salida, nos faltaban un par de metros la puerta se abrió. Vi a un hombre con un traje negro tenía un pequeño bigote y cabello corto, del mismo color del cabello de Javier, y a una mujer con cabellos rubios y le llegaba a sus hombros, llevaba una camisa blanca y un pantalón formal.

- Javier ¿A dónde vas? – dijo la mujer – ya es muy tarde.

- Voy a acompañar a Max – dijo mientras se me señaló con su pulgar.

- Hola, soy amigo de Javier.

- ¡Amigo! – se sorprendió el hombre - ¿Por qué no te quedas a comer?

- Tiene prisa, sus padres deben estar preocupados – dijo Javier - ¿No es cierto?

- En realidad estoy solo – respondí sabiendo que la familia de Javier me iba a dar comida si lo hacía.

- Perfecto, te puedes quedar a cenar – respondió el hombre con una gran alegría – mi nombre es José, y soy el padre de Javier. Y ella es Sara, su madre.

Ya sentados en la mesa me sirvieron un plato de lasaña. Como era una familia numerosa todos estaban muy apretados y las sillas apenas entraban alrededor de la mesa. Yo me encontraba sentado entre Javier y Enrique, y apenas podía agarrar mis cubiertos para comer. Y después de unos minutos empezó el interrogatorio.

- No eres de aquí ¿De dónde vienes? – preguntó la madre.

- De El Puerto -dijo Javier para ayudarme.

- Deja que él conteste – le riñó el padre - ¿Estás sólo por el verano o te vas a quedar?

- Aún no estoy seguro, es probable que me quede.

- ¿Dónde te estas quedando? – preguntó la hermana mayor.

Vi a Javier y me di cuente que él sabía que no estaba en algún lugar.

- En la casa de un familiar – respondió Javier por mí.

- Pero dijo que estabas solo –añadió la hermana.

- Javier no te inventes cosas – dijo la madre.

No fue una buena idea quedarme, ahora no sé qué responder, pero tenía que pensar en una buena historia.

- ¡Es un vagabundo! – gritó el hermano menor – Su ropa estaba rota. Javier solo puede ser amigo de un pobre.

- ¡Cállate! – gritó Javier, y la hermana menor le dio un pequeño golpe al niño de al lado.

- ¿Es eso verdad? – dijo Sara.

- Algo, en realidad no tengo donde quedarme, pero no soy un vagabundo.

- Esa es la descripción de un vagabundo. Vivir en las calles sin un lugar a donde ir– gritó de nuevo el pequeño niño, que lo único que hacía era arruinar la situación.

- Quédate aquí esta noche, pero mañana tienes que buscar un lugar en donde quedarte. No puedes estar viviendo en las calles –dijo la madre.

Cuando acabamos de comer Javier y yo fuimos al cuarto de los chicos.

- ¿De dónde eres? Sé que no eres normal, pero eso no importa.

- Si te lo contara no me vas a creer.

- No me importa de dónde eres o quien eres. Lo único que sé es que eres mi amigo- dijo – dime la verdad.

- Al escuchar eso me acorde de mi pasado, sin amigos, con el deseo de estar con alguien más, sin importar quien sea.

- Antes yo era un espíritu. Vine a la tierra a hacer amigos – Javier perecía sorprendido y enojado al mismo tiempo, creía que le estaba mintiendo.

- Aquí tienes Javier dale tu cama a Max y duerme en el piso – dijo la madre dándole unas mantas.

En ese día perdí la amistad de Javier, la amistad de alguien igual que yo, la amistad de mi único amigo.

El Guardián y su Verdadero DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora