Cuadernos de un viajero

Mañana de primavera

Mañana de primavera,
tu cuerpo sobre la cama,
fino cual junco de río,
pálido como la nata.

Por la ventana entreabierta
el sol abrazarte quiere,
y yo, del astro celoso,
tapo tu cuerpo de nieve.

Sonidos de la mañana,
aire fresco, luz, ladridos
de los perros en la calle,
y las risas de unos niños;

Y las abejas zumbando
sus vuelos de miel y cera,
y mis labios que te besan;
Mañana de primavera.

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Sencillas coplas que forman uno de mis poemas favoritos de "La niña blanca". La ventana es una ventana concreta en un paisaje muy concreto para mi. Es una escena ideal, soñada. Es la paz de la mañana, de una mañana sin prisas y con los sonidos propios del campo en un día de finales de primavera, con el sol queriendo, ya, adueñarse del día. Ella se encuentra sobre la cama, en toda su blancura. El vidente la cubre para que pueda seguir durmiendo mientras aprovecha para darle un beso. Seguramente ellá esbozará una sonrisa.