2.- Conocidos desconocidos

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Jack miró por última vez la foto en la que salían Helene y él abrazados, sonriendo a la cámara de quien hace varios años había sido su mejor amigo. La foto que había sido tomada en una fiesta de fin de curso había sobrevivido contra viento y marea en su portarretratos, en donde a pesar de la mudanza seguía intacta. Apretó el puño con fuerza, con impotencia y enojo a la vez, pero al darse cuenta que había estado a punto de malograr la imagen suspiró, guardándola en la billetera y luego, metiendo ésta en el bolsillo derecho de sus pantalones. Dejó a un lado el portarretratos que cambiaría en cuanto tuviese la oportunidad, de momento no tenía intenciones de buscarle un nuevo pero tampoco dejaría que una pequeña raja dañase la preciosa imagen.

Sofocado, salió de su casa cerrando con llave la puerta. Alzó la capucha de la sudadera y se la colocó para tratar de cubrirse del frío mañanero. El cielo aún se encontraba oscuro como cualquier mañana de invierno en donde generalmente solía amanecer bastante tarde, pasadas las 7 am por lo menos. El cartel electrónico que marcaba la temperatura decía 14°C y, más abajo, en letras incluso más pequeñas decía 05:30 am, indicando que aún tendría tiempo para alcanzar el tren de la 6:15

Fue caminando calle abajo tratando de distraerse, mirando a cada persona que se le cruzaba por el camino con tal de alejarse de cualquier pensamiento. Echó un vistazo a una pareja corriendo con ropa deportiva puesta, iban riendo juntos apenas inmutándose del frío de la estación, para ellos tal vez esa palabra no existiese en esos momentos en los que se encontraban en una burbuja de enamoramiento.

El rubio pateó una piedra que se encontró en la vía y suspirando, siguió su camino con las manos en los bolsillos de su sudadera Abercrombie, de esas de marca que conservaba y que pocas veces solía usar. Algo le decía que hoy tendría suerte, que hoy al menos sabría que Helene seguía viva-Tienes que estarlo, bonita-fue su susurro, dándose ánimos a sí mismo a medida que se acercaba, como cada mañana, a la estación de trenes. Sin pedir ticket o algo, se fue a sentar a un muro de un poco más de un metro de alto, para observar cómo las personas bajaban y subían de los trenes directo a sus respectivos trabajos, oficinas e incluso universidades. El chico se entregó a sus pensamientos recordando la felicidad que había mostrado Helene cuando había ingresado a la universidad a la facultad que ella quería y ansiaba: medicina. Jack, satisfecho con su ingreso a la facultad de informática, había repartido un incontable número de besos por el rostro de su chica, felicitándola, abrazándola y dándole vueltas en el aire para escuchar las risas más parecidas a las de un ángel, de Helene.

Un carraspeo le sacó de sus pensamientos, así que él movió la cabeza de un lado a otro bajando la mirada hacia el señor moreno y de cabello revuelto que le miraba y a la vez, le extendía un sándwich.

-Eh, Travis- Jack sonrió levemente mirándole mientras tomaba el sándwich y observaba su contenido-Jamón y queso. Gracias- agregó, agradecido completamente por lo que su amigo seguía haciendo cada mañana.

-¿Alguna noticia? Hoy vienes antes de lo normal-comentó observando el reloj el oficial de policía encargado de la seguridad y tranquilidad en la estación de trenes de Londres.

Jack tomó un bocado del sándwich y negó con la cabeza, tragando.

-No... de momento no. Tengo ese...presentimiento, que algo bueno pasará hoy, ¿sabes?

Travis le echó un vistazo con un gesto desalentador al joven, como cada vez que solía hacerlo cuando él no se daba cuenta. Sentía compasión, una mezcla de tristeza y pena por aquel chico que iba cada mañana, sin falta, a la estación de trenes. Admiraba la gran capacidad de aferrarse a una persona a pesar de que hubiesen pasado dos años desde la desaparición de la jovencita Asthorne ya que, con el historial de amores que había tenido Travis en su juventud se creía incapaz de tener tantas fuerzas como el muchacho sentado en el muro, esperando por buenas noticias.

Le dio unas suaves palmadas en el hombro dándole aliento.

-Mucha suerte entonces, Jack. Si eso piensas...es porque algo bueno de veras pasará hoy.

Entregándole una antonimia completa a la palabra "bueno", unos chicos empezaron a pelearse a unos metros a la derecha de donde se encontraban en esos momentos. Travis bufó disculpándose con Jack y, con un silbato en la boca, se acercó a los busca problemas para ejercer su trabajo.

El tren de las 6:15 am llegó a la estación a la hora puntual, abriendo sus puertas y dejando pasar a un grupo de personas que bajaron rápido. Unos iban con esas maletas empresariales en las manos, otros por ejemplo, llevaban la cabeza inclinada contra un hombro sosteniendo así el teléfono móvil o claro, otros se limitaban a sujetarlo con la mano mientras veían en el reloj al borde de la muñeca la hora. Jack reparó la mirada en una mujer que bajaba acompañada por un joven de casi  su edad. Sorprendido, bajó del muro y tiró los restos del sándwich al basurero cercano, encestando sin siquiera mirar.

-¡Amelie!-la llamó, abriéndose paso entre la gente.

Tanto la chica como el chico observaron en dirección a quien había dicho en voz alta el nombre de la ya nombrada.

-Ése es... ¿Jack? ¡Es Jack!-exclamó apresurándose y al llegar a la altura del chico se tiró a sus brazos para darle un buen apachurro. El pelinegro que iba con ella se acercó también sorprendido de la reacción de su novia. Jack correspondió al abrazo eufórico de Amelie, rodeándola también con sus brazos y acariciando los cabellos castaños de la chica.

- ¿Qué haces...hacéis por aquí?-se corrigió el rubio separándose de ella y cayendo en cuenta del compañero de esta.

-Jack, él es Thomas. Thomas, él es Jack. Es...-se quedó en silencio durante unos segundos tratando de encontrar las palabras perfectas para definirlo, pero suspiró sin saber cómo presentárselo.

-Soy su cuñado- Jack extendió la mano hacia Thomas y este la estrechó, entre sorprendido e incómodo porque definitivamente se estaba esperando alguna otra respuesta, menos esa.

Thomas le miró de arriba abajo alzando una ceja-Vaya...no sabía. No tienes pinta de ser gay-murmuró, pero entonces recibió un codazo en las costillas de parte de Amelie.

-¡Eh! ¡¿Qué pasa?!-exclamó quejándose y llevándose una mano al estómago.

Jack lo miró completamente confundido y empezó a negar con la cabeza.

-¿Se ha pasado Oliver al otro bando? No, no soy gay. Más heterosexual imposible.

Thomas, ahora incluso más confundido, siguió recibiendo represalias de su novia.

-¡Que poco tacto tienes!-murmuró rodando los ojos y luego asintió mirando a Jack-Sí, luego de lo de Helene nos enteramos-ladeó con la cabeza suspirando.

El pelinegro, sorprendido por la mención de la menor de los Asthorne, agregó -¿Helene? ¿Pero ella no está...?

-Desaparecida, sí-murmuró Jack volviendo a introducir sus manos en los bolsillos de su sudadera. Thomas tuvo que morderse la lengua para no decir "muerta" ya que sabía que muchas personas le estaba aconsejando a Jack que dejase de buscar y que se diese por vencido, que viera la realidad y que permitiese que den a Helene por muerta. –Mañana son dos años...-suspiró volviendo su mirada hacia Amelie que se había mantenido callada mientras examinaba el físico de Jack sorprendida de cómo el estrés, el cansancio y la ausencia de una persona podían hacer muchos cambios en otra. Jack ahora se encontraba incluso con un aspecto más maduro, tenía una barbilla de varios días sin afeitar y su cuerpo demostraba el resultado tal vez del box o los deportes...aunque lo que más atrajo la atención de la chica fueron esos ojos azul cielo que ahora ya no mostraban una pisca de felicidad, como desde hace dos años.

Amelie hizo una mueca con los labios.

-¿Cómo va la investigación?-preguntó, tratando de sacar un tema a conversación.

Solo el tiempo sabeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora