Confeción

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Tikki había sido acorralada en un callejón por aquel gran perro callejero, intento subir por el muro pero sus intentos fueron en vano, cuando el animal intento echársele encima, este soltó un chillido de dolor, sobre su lomo Plagg había clavado sus garras y dientes para alejarlo de ella, el perro intento por todos sus medios quitarlo de su lomo hasta que el gato negro por voluntad propia le soltó, para colocarse al frente de la gatita, Plagg erizo todo su cuerpo en señal de advertencia mientras bufaba con molestia. El animal se retiró del lugar dejando a los gatos solos; Tikki se acercó a Plagg colocando su cabeza bajo su cuello en señal de agradecimiento y así ambos se dispusieron a regresar a casa.

Cerro el libro a pocas páginas de terminar la historia, durante el vuelo había reído, llorado la historia era fantástica tanto que podría ser posible llegase a los cines si algún directos lo llegara a solicitar, guardo el libro entre sus pertenencias para después disponerse a salir del avión dos semanas fueras de Paris se le habían hecho eternas. Al bajar del avión sus orbes esmeralda miraron el cielo nublado, seguramente pronto se desataría una tormenta.

Subió al auto que le esperaba para llevarlo directo a la mansión Agreste, se moría por contarles a sus padres todas las cosas que hizo en Suiza y sobre todo ya quería ver nuevamente a su adorable minina. Para cuando llego a la mansión el viento soplo con algo de fuerza sin duda alguna aquello que se avecinaba era una gran tormenta, y no pudo evitar que una sonrisa se formara en sus labios Adrien adoraba las noches de lluvia, y aunque sonara infantil le gustaba mucho correr bajo ella.

-¡Adrien!- el rubio salió de su trance, su madre salía de la mansión junto a su padre, el rubio no espero a nada para correr y abrazar a su madre.- ¿Te has divertido en tu viaje?

-Demasiado hice muchas cosas divertidas que muero por contarles.

-Sera en otra ocasión Adrien, Paulette vamos tarde.- dijo Gabriel adelantándose a subir al auto, Adrien entristeció, era lo mismo, siempre era lo mismo con su padre.

-Nos contaras cuando regresemos Adrien querido, a tu padre le surgió algo de improvisto, no es que no quiera pasar tiempo contigo, él está molesto por este inconveniente.- el no dijo más nada, su madre le beso la frente para dar alcance a su marido dentro del auto.

Cuando sus padres se marcharon, para él no avía mucho que hacer en la enorme mansión, lo mejor sería ir por su pequeña minina a donde la dejo, no quería causarle más molestias a Marinette.

Marinette por su parte desde muy temprano que no separaba la mirada del televisor, su padre le había comprado un nuevo videojuego el cual le estaba costando algo de trabajo poder pasar de nivel, necesitaba de un compañero que le ayudase más ella quería superarlo sola. Tikki y Plagg por su parte estaban echados sobre un almohadón de la sala.

La campanilla de la entrada se escucho, Sabine recibió al visitante con una sonrisa en el rostro.

-Adrien, es un gusto verte.- le saludo, el rubio rio un poco regresando el gesto.

-¿Se encuentra Marinette? Eh venido por Tikki lamento si les causo un problema cuidar de mi gato.

-Oh para nada, es una gatita muy tranquila, sube, Marinette debe seguir en la sala desde muy temprano que no se separa de la consola de juegos.

El rubio paso el mostrador, dejándose guiar por el sonido de la música de combate, al pasar por la puerta evito por todos sus medios estallar a carcajadas, Marinette estaba sobre la barra de la cocina en una posición más que graciosa, era como si aquello le ayudara más fácilmente a ganar la pelea contra los que parecían ser patos zombis mutantes.

-Hola Marinette.- la azabache despego un momento su mirada del juego para ver a Adrien y regresar a su juego, más pronto perdió el control ¡Adrien estaba mirándola! Sin quererlo perdió el equilibrio cayendo del desayunador.

Bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora