Todo el mundo en el instituto sabe lo larga que es la lista de exnovios de Byun BaekHyun, Park ChanYeol incluido.
Pocos saben de la obsesión que el bajito tiene con su cuaderno rosado y ese montón de espacios en blanco que él está perfectamente disp...
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La primera vez que Byun BaekHyun escribió un nombre en su cuaderno rosa, lo hizo con gruesas lágrimas brotándole de los ojos y escurriéndole por las mejillas hasta desplomarse sobre la primera página en blanco.
Estaba enojado y no podía dejar de repetirse que lo que hacía era lo correcto. Le temblaban incluso las manos, por eso el primer nombre estaba tan impropiamente escrito, tan burdamente garabateado por encima de la creciente lista que poco sabía que llegaría a ser verdaderamente extensa. Y se aseguró de arrancar los restos de la primera página que tan sofocado lo había hecho sentir la primera vez que se atrevió a abrir la libreta que le habían obsequiado, tirándolos lejos porque no quería saber nada de las dos palabras que alguien había escrito ahí.
Respiró profundamente, encerrado en el último cubículo del baño donde jamás se imaginó sentado a mitad del receso.
Choi Seung Hyung, leyó, y terminó de anotar el nombre de Kim Nam Joon.
Había sido el segundo lunes más difícil de toda su vida, pero cuando se levantó del retrete y ocultó su cuaderno bajo su brazo, decidió que no dejaría que nadie se percatara de ello y empujó la puerta del cubículo, asomándose al espejo sobre los lavabos donde unos ojos tristes le devolvieron la mirada.
Tragó saliva y se sacó el delineador del bolsillo, enjugándose las lágrimas con las manos empuñadas y repitiéndose mentalmente palabras que seguramente jamás volvería a escuchar de la boca de alguien más...
Eres un buen chico.
Suspiró, poniendo todo de su parte para no volver a romper a llorar, inclinándose sobre los lavabos para comenzar a delinearse los ojos de negro; y lo hizo con coraje, con determinación, repitiéndose que no importaba lo mucho que los murmullos lo afectaran, él se mantendría firme hasta el final. No dejaría que nada lo rompiera.
Se armó de valentía antes de quitarle el pestillo al baño y salir al atiborrado pasillo, pues el descanso estaba por terminar y todo el mundo se disponía a volver a sus determinadas aulas. Cinco, diez, veinte pares de ojos se posaron sobre su nuca y BaekHyun levantó la barbilla, aferrándose al cuaderno rosa en su mano, haciéndole saber al Instituto entero que no le importa en absoluto tener un montón de chicos hablando de su falta de cordura, porque él es capaz de hacer buenos a los chicos malos después de tan solo un fin de semana.
Por aquellos entonces lo que BaekHyun más anhelaba era salvar al mundo, convertirse en un superhéroe sin capa; poner un curita sobre las heridas de otras personas. Poco sabía, armado siempre con una sonrisa condescendiente, que el único mundo que debía salvar era el suyo y, pegando su rostro a la ventana del tren para observar fijamente el paisaje, fin de semana tras fin de semana junto a un nuevo acompañante, se repitió a sí mismo que no importaba si eso significaba renunciar a su propia felicidad.
No mientras tuviese un espacio en blanco disponible para escribir un nombre más.
