— ¡Agnan! — Grito al ver como el señor le entierra una navaja en el hombro.
El señor retrocede al ver la sangre. Se ve asustado y con miedo, y se va como un imbécil, cobarde.
Me giro hacia Agnan, que se ve inexpresivo y sin emoción alguna.
Corro hacia él y le tapo la herida, donde emana la sangre sin parar.
— ¡D-debemos ir a un hospital! — Exclamo, jalándolo para ir hacia un hospital, pero me detiene.
— No. Estoy bien. — Dice él y se quita la navaja de un tirón, haciendo que más sangre saliera. Doy un pequeño grito al ver la escena. — Ahora, déjame llevarte a tu casa. Creo que aún no estás segura.
— P-pero... Tú... — Él me ignora y empieza a caminar. — ... Tu brazo.
Suspiro, aún confundida por todo, pero lo sigo.
Caminamos en silencio durante el trayecto.
Sé que estamos cerca cuando empiezo a observar las grandes casas que empiezan a aparecer.
— ¿Eres millonaria o algo parecido, no sé, cómo rica? — Me pregunta Agnan cuando ve las casas.
— Em... Pues sí, se podría decirse, pero no, pues mis padres son los ricos, yo no. Sólo vivo con ellos, pero trabajo para comprar mi propia casa o departamento. — Contesto.
— Ah, ya veo.
Suspiro, por su falta de sentimiento en cada cosa que hace.
Veo la mía a lo lejos. La segundas casa más grande en ese tipo fraccionamiento. De un color lila, de 5 habitaciones, 6 baños; 4 salas por toda la casa; 2 estancias; 1 cocina y media, si así podría decírsele a una cocina completa y otra que solo tiene una estufa, lo que es raro, pero así quisieron mis padres hacerlo.
— Esta es mi casa. — Anuncio cuando llegamos.
— Ah...
Bufo, irritada por sus contestaciones.
— P-pues, adiós. — Le digo y él asiente y se da la media vuelta, como si nada y sin despedirse. — ¡E-espera!
Él me mira de reojo.
— Y-yo... Em... Tú... ¿Tu brazo está bien? — Tartamudeo.
— Sí. — Contesta y empieza a caminar. Yo... No quiero que se vaya, ¿por qué?
Corro para alcanzarlo y lo detengo por el hombro; y, me doy cuenta de que era en el herido hasta que él me toma por la muñeca con fuerza.
Me mira fijamente y yo me encojo. La fuerza aplicada en mí aumenta y empieza a dolerme. Trato de que me suelte, pero hace que me sostenga más fuerte, y puedo ver, un odio arraigado en sus ojos, lo que me da miedo.
— A-auch. — Me quejo y el odio en sus ojos desaparece, pero no me suelta, al contrario, me acerca a él y me rodea con sus brazos. Me sorprendo completamente por su reacción, pero lo siento bien, además de sentir su bien formado cuerpo por debajo de su ropa, siento su aliento en mi oído y me pongo nerviosa.
— Nos vemos, Odele. — La manera en la que susurra mi nombre me hace gemir, y me arrepiento al instante. Me suelta y se va.
Yo me quedo ahí, impactada por su reacción y con la mía. Además de mi corazón acelerado y los pensamientos que me aparecen.
Sacudo la cabeza, tratando de olvidarme de lo que acaba de pasar, pero no lo logro. Todo se repite en mi cabeza.
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Algo me acecha...
HorrorMi corazón late a mil por hora. Miro hacia todos lados, esperando encontrar a lo que más temo, lo que me acecha desde hace meses. En la habitación a oscuras, sólo se escucha mi agitada respiración. Hasta que otra respiración se une al ruido. Es eso...