Strange Boy

Capítulo 1

Dos meses después
La música sonaba a todo volumen en el estéreo del auto. Mi padre iba al volante, y mi madre a su lado. El viaje hasta Boston era largo, y ya me había echado varias siestecitas de algunas horas. Hacía horas que el paisaje a mis costados solo era de hierba alta, y en algunos momentos cambiaba a pequeños bosques. Trataba de no mirar demasiado hacia ninguna parte. No quería observar lo que sabía que habría. 

Volví a cerrar mis ojos, dejándome llevar. No quería pensar en nada. Quería tener la mente en blanco, comenzar de nuevo. Pero no podía. El recuerdo de mi triste y lamentable vida volvía hacia mi: el bullying, las personas que me lastimaban en la escuela a diario, mi silencio hacia mis padres, mi secreto.

Mi hermano volvía hacía mi. Su recuerdo. Los momentos juntos. 

Mis ojos se cristalizaron al visualizar su rostro, su perfecta sonrisa, siempre presente en los buenos y en los malos momentos. Luke era especial. Tenía un aire tranquilo y relajado. Era popular y todos lo querían. 

Tenía una banda. Tocaba la guitarra. Su sueño había sido convertirse en alguien famoso y reconocido, y lo había conseguido. Vivo y muerto. 

La imagen del auto estrellado contra el camión, y luego su cuerpo, pálido e inmóvil, en la morgue, cuando tuvimos que ir a reconocer el cuerpo.

Lágrimas rodaron por mi rostro, y rápidamente las sequé con la manga de mi sweter.

-Lena...-me nombró mi madre.

Al mirarla, una sombra de preocupación apareció en su rostro.

-Solo me entró algo en el ojo.-le aseguré, sonriendole falsamente.

No me creyó, pero igual me lo dejó pasar. Cruzó una mirada disimulada con mi padre, creyendo que yo no lo notaría. Era claro que ambos estaban preocupados por mi, pero no lo decían. Ellos eran buenos padres, y estaban pasando por mucho. Al principio les decía sobre mis constantes acosos en la escuela. Iban a hablar con profesores, y ellos hablaban con los acosadores. Lo único que resultaba, eran golpes peores. Mis padres ya no necesitaban seguir agobiados por mis problemas, más la muerte de mi hermano. Se supone que yo debería estar ayudándolos a superar la perdida, pero cada uno enfrenta el dolor a su manera.

Yo estaba lista para un nuevo cambio. Una casa nueva. Una escuela nueva. Vida nueva.

Mi secreto. Desde niña, veía gente muerta, y en algunos casos, lo que había causado su muerte. Al principio pensé que era normal, pero al notar que nadie más los veía, supe que estaba equivocada. Nadie notaba que yo los observaba. Estaban por todas partes. En mi casa había una niña. Ella sabía que yo podía verla y oírla, y me pedía jugar, pero yo la ignoraba, fingiendo que miraba la pared. Los fantasmas no solían hablarme, pero si observarme. Yo sabía que no era normal, que era una rareza. Y todos me lo demostraban en la escuela.

Luke era el único que lo sabía. El único al que se lo había contado, y había prometido no decírselo a nadie. Y lo había cumplido. Me había tratado como si nada hubiera cambiado, como si siguiera siendo la misma. Él no sabía de mis cortes, no sabía del bullying. 

Miré por la ventana del auto, tratando de desprenderme de mis pensamientos. Al final, tratar de no pensar en nada no funcionaba conmigo. Y pasó lo que no quería...

El paisaje cambió, y pasó a ser un pequeño bosque. Una mujer corría, y miraba hacía atrás, desesperada y nerviosa. Miraba a la nada, pero sabía que miraba a algo. Alguien la perseguía, pero yo no podía verlo. La mujer volvió a mirar hacía atrás, se tropezó, y comenzó a rodar por el empinado bosque. Su cuerpo se sacudía salvajemente mientras las hojas caídas de los arboles se pegaban a su ropa. En un momento se detuvo, y observé fijamente qué la había detenido. Su  cabeza se había estrellado contra una enorme roca. Sangre brotaba a borbotones de ella. Sabía que ella no era real. No ahora, lo había sido. Ahora estaba muerta.

Apreté fuertemente mis ojos, tratando de que su imagen desapareciera, como solía pasar. Decidí no abrirlos. Poco tiempo después, me dormí.