Estaba en mi pupitre al finalizar la clase, todos se apresuraron a levantarse e irse a casa. Isogai se paró al lado de mi asiento y recargó sus manos sobre éste.-Nagisa, ¿qué piensas de ir a mi casa a jugar videojuegos para pasar la tarde y desvelarnos sin tenernos que preocupar de nada? De todos modos, mañana es día libre.
Me le quedé viendo un segundo algo contrariado, hasta que pude reaccionar y darle una sonrisa apenada para poder responderle.
-Lo siento Isogai, quiero quedarme otro rato para estudiar.
Él me miró extrañado y momentos después sonrió algo triste mientras levantaba los hombros, restándole importancia al asunto. Se despidió mientras salía por la puerta del salón y cerró ésta tras de sí.
Di un largo suspiro esperando que nadie lo escuchara. El día había sido muy largo y no quería llegar a casa, sé pude haberme ido con Isogai para lograrlo, pero si mi madre se entera que estoy llegando tarde a la casa por estar jugando, no le va a gustar para nada. Mejor que piense que estoy estudiando en la escuela.
Después de unos minutos leyendo el libro de historia, escuché unos pasos viniendo de afuera del salón, parecía que alguien se estaba acercando. Por un momento pensé que aquella persona que estaba caminando en el pasillo entraría al salón, ya que cada vez se escuchaban más cerca y más fuerte, pero abruptamente dejaron de sonar. Me quedé en silencio mirando la puerta del salón, tratando de mantener mi respiración serena, al igual que mi ritmo cardiaco.
Al cabo de un minuto de silencio me levanté de mi pupitre y me encaminé hacia la puerta del salón, me le quedé viendo con la mano suspendida en el aire cerca de ésta, dudoso de si abrirla o no; finalmente me decidí y la abrí de golpe, pero no había nadie ahí, volteé a ambos lados del pasillo y sin embargo no había señal de nadie presente.
Estuve parado en el borde de la puerta, aún preguntándome si lo que había escuchado era parte de mi imaginación o no, cuando una brisa refrescante con un dulce aroma a pasto me golpeó la cara desde una ventanilla entreabierta del pasillo. Era un día hermoso y el sol estaba a pocos minutos de teñir el cielo de diferentes tonalidades de rojos y naranjas; era un desperdicio apreciar todo eso desde la ventana, así que salí al patio un tanto apresurado.
Al llegar me paré en medio del claro y observé el atardecer, deseando poder verlo con aquella persona, a la cual eh querido confesármele siempre, desde el día en que empezamos a hablar, el día en el que descubrimos que teníamos gustos muy parecidos en varias cosas, y principalmente el día en que tus ojos llenos de energía me miraron por primera vez. Pero no importa lo que sienta por ti, porque no quiero perder la comodidad que siento al estar a tu lado, me frena también el miedo de perder todo por desear más de lo que ya tengo.
- Aahh... ne~ ¿qué me dirías si lo supieras Karma-kun?
Antes de siquiera notar su presencia, su respiración ya estaba pegando entre mi oreja y mi cuello haciéndome estremecer el cuerpo completo, con cada respiración y con cada palabra que salía de sus labios.
- ¿Saber qué Nagisa~kun?
Me sonrojé y di un paso hacia adelante, dándome la vuelta pude ver la cara sonriente de karma-kun. Tenía la mano en la cintura y acercó la otra a mi mentón haciendo que me volviera a estremecer, un poco menos que antes.
- ¿mmm...? ¿qué sucede Nagisa-kun?
Dijo en un tono burlón mientras su mano pasaba de mi mentón a atrás de mi oreja derecha, lo cual causó que soltara un leve gemido. Me sorprendí a mí mismo haciendo tal sonido e inmediatamente alcé la vista para ver si Karma-kun se había dado cuenta, pero fue un error hacerlo. En un abrir y cerrar de ojos él ya se encontraba pegado a mí, tanto que cuando alcé la vista nuestros labios casi se rosaron.
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Debajo de la ventana
RomanceNagisa sigue enamorado de ésa persona que, según él, no sabe para nada lo que siente y nunca le correspondera. ¿Qué pasará cuando se encuentren en la escuela cayendo el sol? One-shot