"Buenos días, caballero de noble armadura"Ese mensaje hizo posible que el levantarse de la cama le fuese más llevadero. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Alex y pensó en cómo no había dejado de hablar con Pedro desde que salió de casa de Manuel:
"Acabo de ver esta servilleta en mi bolsillo y, no sé por qué, pero me alegra el poder hablarte. Ya estaba pensando en ir mañana de nuevo al café para verte."
Este mensaje lo recibió en el ascensor del piso de Manuel y, aun con todo lo que le acababa de pasar allí, no pudo evitar sacar una sonrisa. Su subconsciente quería olvidarse de lo sucedido, así que desde aquel día, no puede evitar hablarle a ese chico misterioso. Se estaba enganchando a él tan rápidamente que no se dio cuenta de que lo estaba haciendo. Y tardará en darse cuenta.
- Buenos días, mi lord. ¿Qué tal has dormido? – le dijo Alex, mientras intentaba levantarse de la cama
- Bueno... no muy bien. Mi compañera de piso estaba hablando con su madre por teléfono hasta las 3 de la mañana y no paraba de gritar... - Respondió Pedro.
- Tampoco te creas que yo he dormido mejor, mi compañera de piso ha estado toda la noche maldiciendo a su madre por haberla parido mujer. Esta inaguantable cuando tiene la regla.
- Deberíamos juntarlas a las dos en la misma casa para ver quien aguantaría menos
- Pero entonces tu y yo deberíamos vivir juntos – Dijo Alex
- !Oh no¡ Así descubrirás mi cara por las mañanas... No es algo aconsejable...
- Bah, ya he descubierto tu belleza, así que tu cara por las mañanas igualmente tiene que ser bonita – Le respondió Alex
Alex se miró al espejo y salió a desayunar. Allí le estaba esperando su compañera Merce con cara de pocos amigos.
- ¿Si te doy todos mis bienes, me matas? Sería por una buena causa. – dijo esta.
Alex sacó un antiinflamatorio de su botiquín y se lo metió en la boca sin previo aviso, quería aliviarle de forma rápida y eficaz.
- Si tú y yo fuésemos heteros, oh dios, me casaba contigo – Dijo esta mostrando su agradecimiento.
- Creo que eso lo tengo yo mucho más fácil que tu... ya sabes... - Le respondió Alex con miedo, esperando que no se lo tomara a mal.
- ¿!QUÉ ME HAS DICHO¡? Mira Alex que te la cargas... - Le dijo Merce mostrando su enfado con este
- A ver, lo digo porque hay veces que tu forma de ser es un poco masculina – Respondió este mientras se alejaba de su amiga.
- !ALEJANDRO, YA PUEDES CORRER¡ - Gritó esta con un cuchillo en sus manos, advirtiendo a Alex de lo que estaba haciendo.
Alex no lo dudó ni un segundo, cogió su desayuno y se encerró en su habitación y terminó de desayunar rápidamente. Se vistió cogiendo los colores más alegres que tenía en su fondo de armario y salió de casa a hurtadillas, intentando que Merce no se diera cuenta de que estaba saliendo de casa. Pero justo antes de que saliese de casa, Merce salió de su habitación con cara de psicópata.
- Tú tranquilo, tienes que volver a casa... ya te pillaré ya... - Dijo ella con voz iracunda.
Alex salió de casa con prisa ya que no quería llegar tarde al trabajo. Todos los días, a primera hora, Pedro se pasaba por allí para tomarse siempre lo mismo, un café con leche largo con nata y canela. Y siempre Alex le incluía una galleta de chocolate que sabía que a Pedro le encantaba.
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La circuncisión del arrepentimiento
RomanceNo me arrepiento de hacerlo. No me arrepiento de las pequeñas melodías que escuchaba en aquel balcón de la ciudad perdida en una provincia remota, mientras tú me mirabas desde tu cama con una taza de café hirviendo y una sonrisa que nunca flaqueaba...