Marcus's POV.
El cuarto de Sara, que anteriormente era rosado claro, decorado sólo con su cama y un estante, más dos mesitas de noche, ahora tenía colgado en las paredes globos de todos los colores. Había una pizarra de corcho en la pared, con notitas y fotos de lo que eran nuestros escritos en la pared del colegio. Se dibujó una media sonrisa en mi rostro cuando leí nuestro primer saludo. En el suelo, estaban regados millones de papelillos. Recordé haberle mencionado en algún momento que en mis cumpleaños nunca hubo ni globos, ni papelillos, ni decoraciones porque mi mamá sólo preparaba un pastel para los dos.
Se acercó por detrás y colocó su suave mano en mi antebrazo, la miré con ojos mojados y le sonreí, sólo a ella, me devolvío una sonrisa ladeada y miré cada una de las tiernas facciones de su rostro sin maquillaje; su cabello ahora era amarillo, y por sus mejillas se esparció un rubor rosado. Me intimidaba, ella era hermosa y yo era un poco más bajito, no me importó, me coloqué de puntillas y di un beso en la comisura de sus labios, luego le di un suave beso allí, y la sentí estremecerse. Acto seguido, colocó sus brazos al rededor de mi cuello y a pesar de que me dolían los dedos de los pies, le seguí besando, suave, mientras una sensación de satisfacción increíble invadía mi sistema; tenía unos labios demasiado dulces. Ella me seguía el beso y yo no podía creer que una chica como Sara me estaba besando.
Era demasiado hermoso para ser real.
Casi como la típica historia de novelas juveniles donde la chica nerd se enamora del chico perfecto, pero en este caso, ella era el chico y yo la chica.
Casi no tiene sentido, pero no podía pensar con sus labios rozándome.
Nos detuvimos minutos después, su boca un poco más rosada por la normal, y yo sintiéndome en el cielo de la gente afortunada, casi como que no mereciera unos besos tan bellos.
—Te quiero, Sarita.
Sus ojos se abrieron mucho por el impacto de mis palabras. Tal vez había sido muy pronto para ella, hace casi dos meses que mantenemos esta relación de amistad.
—No tienes que responder ahora...—aunque en el interior, me comían el estómago miles de mariposas mutantes, quería que respondiera.
Pero no lo hizo, no respondió.
n/a
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Trazos en la pared
Short Story"Todo comenzó con sus nombres escritos en la pared. ¿Quién imaginaría que tendrían conversaciones enteras en ella?"