CAPÍTULO 5

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/LUNA/

De un salto el joven rubio se aventuró al vacío arrastrando a su amiga consigo. Con gran agilidad calló flexionando las rodillas sin sufrir rasguño alguno.

Pero la morena no tenía su misma agilidad, ni mucho menos, por lo que calló mal, sintió dolor en un pie y, trastabeando un poco, calló de bruces al suelo dando de lleno en la cara.

Se incorporó soltando un grito de dolor a la par que se tapaba la boca con las manos y daba saltos histérica. ¡Dolía! ¡Dolía demasiado!

-- ¿Pero qué te pasa? -- Jun la miró desconcertado.

La chica apartó las manos de su cara sorprendiéndose al verlas completamente manchadas de sangre. Se giró a ver a su amigo y se las mostró.

-- ¡Mira! ¡Me sangra la boca! ¡Y me duele!

-- Tienes un diente torcido. -- Comentó él sin inmutarse demasiado. -- Bueno, más que torcido casi diría que está colgando.

-- ¡Joder!

Se apresuró a correr a la plaza donde recordaba haber visto una fuente de agua. Se asomó a ver en esta y abrió los ojos como platos al percatarse de que uno de los incisivos delanteros estaba roto a la mitad y prácticamente colgando de la encía. Aparte, en ésta última, se podía vislumbrar una gran herida.

-- ¡Joder! ¡Con razón me duele tanto!

Suspiró frustrada meditando el asunto. No era médica, para nada, pero al menos sabía lo básico e importante que le había obligado a aprender su tío Chopper.

Por lo que sabía que una herida así, dejada al aire y con algo obstruyendo su cicatrización, se infectaría y causaría algo terrible en toda su boca. No le quedaba otra que arrancarse lo que quedaba del diente colgando.

Agarró el incisivo con sus dedos índice y pulgar y sin pensárselo dos veces tiró hasta sacarlo del sitio. Fue tan simple como quitarse los dientes de leche que no caían solos. Lo malo es que ahora la herida sangraba todavía más.

Se guardó el diente en el bolsillo, quizá de recuerdo, y se tapó la boca con la mano manchándola aun más de sangre.

-- ¿Tienes un pañuelo o algo? ¡Cualquier cosa! -- Casi no se le entendía al tener la boca tapada.

Sin embargo Jun comprendió al instante la petición y le entregó un pañuelo blanco que llevaba guardado en la cinturilla.

-- Gracias.

Estuvieron un rato allí parados, sentados al borde de la fuente de piedra, hasta que la muchacha sintió que ya había dejado de sangrar. Apartó el pañuelo de tela de su cara y lo observó completamente manchado de sangre.

-- Mejor lo lavaré más tarde antes de dártelo. -- Decidió guardándoselo en el bolsillo. Acto seguido se incorporó mostrando una gran sonrisa. -- ¡Yosh! ¡Prosigamos nuestro camino! ¡Aun tenemos que encontrar tripulantes!

Jun soltó una carcajada que la desconcertó.

-- ¿Qué pasa? ¿Por qué te ríes?

-- ¡Te ves muy graciosa sin el diente! -- La señaló sin parar de reír.

-- ¿Ah sí? ¡Pues tú te ves muy gracioso ahí tirado sobre el agua!

-- ¿Eh? -- El chico la vio desconcertado y no le dio tiempo a prever las acciones de su compañera.

Ésta extendió los brazos y lo empujó con fuerza haciéndolo caer dentro de la fuente. Estalló en carcajadas al verlo todo empapado.

-- ¡La venganza es dulce! -- Carcajeó.

Hijas del diablo (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora