CAPÍTULO 8

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/SARA/

Llegaron a la habitación, dónde ya estaban todos. La muchacha abrió los ojos como platos al ver a la mitad de los chicos desnudos o en calzoncillos. Los habían pillado en pleno cambio de pijama.

-- ¡Mierda!

Se giró tapándose la cara con las manos mientras sus mejillas tomaban un rojo más intenso de lo normal. Pudo escuchar las carcajadas de todos que no se inmutaron ni un ápice por haber sido pillados en pelotas. La chica estuvo a punto de entrar en cólera por su despreocupación.

-- ¡Hei! ¿Dónde os habíais metido? Dentro de 10 minutos empieza el toque de queda.

-- ¿Toque de queda? -- La joven miró sorprendida al chico que acababa de hablar.

-- Nené se refiere a que a las 12:00 nos mandan callarnos y apagar las luces, en teoría para dormir ya, pero en realidad nadie duerme hasta la 1:00 de la mañana. Solemos quedarnos hablando un rato.

La muchacha asintió sin girarse a ver quien le había dado la respuesta.

Buda apareció delante suya con su pijama en mano y se lo dio amable.

-- Vete al baño a cambiarte, cuando vuelvas ya estarán todos vestidos, te lo aseguro.

-- Gracias.

Cogió el pijama y se apresuró a salir de la estancia para cambiarse en el baño. Para cuando volvió todos estaban ya acostados y charlando animadamente de sus cosas.

Revisó el lugar buscando una cama libre hasta que vio la seña de un muchacho de pelo rubio muy claro, casi alcanzando el blanco, al fondo de la habitación. Si mal no recordaba ese era Calavera. Él estaba en la cama media de la litera de tres, tanto la de abajo como la de arriba estaban libres.

Sonrió acercándose hasta su nueva alcoba y se recostó en la de abajo. No le agradaban mucho las alturas, por lo que la cama superior no era una opción.

El chico se asomó a la cama de abajo por la parte de los pies y sonrió al verla.

-- Se te va a subir la sangre a la cabeza. -- Le advirtió la joven.

-- Que va, estoy acostumbrado a estar boca a bajo o del revés. -- Sonrió -- ¿Te gustan las calaveras?

Como si nada sacó un cráneo humano y se lo ensechó sonriente.

La chica lo miró algo desencajada.

-- Emm... ¿Por qué guardas una calavera humana en tu cama?

-- Porque me gustan las calaveras.

-- Ya.

No sabía que más decir, tenía la intuición de que ese chico no estaba muy cuerdo.

-- Piensas que estoy loco, ¿verdad? -- Soltó una carcajada al ver como su compañera asentía con tremenda sinceridad. -- Pues sí, tienes razón, lo estoy.

Soltó otra carcajada más fuerte que hasta simuló muy bien la de un lunático.

La chica miró a todos lados en busca de ayuda. Ese chico daba miedo, se notaba a leguas que no estaba bien de la cabeza. Porque este no fingía, realmente estaba loco.

-- Tranquila, es normal. Está como un chota de mal, demente completamente. Pero es inofensivo. -- Sonrió el pelirrojo de gafas.

-- Ya, ya veo.

El aludido rió todavía más fuerte y se acostó en su cama ya ignorando a sus compañeros. Internándose en su alabación por la calavera que tenía en las manos mientras la acariciaba.

Hijas del diablo (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora