Hijas del diablo (En Pausa)

CAPÍTULO 10

¡Ya acabé todos los exámenes!! Al fin!!! JAJAJA Así que aquí va el cap prometido y espero subir el siguiente pronto ahora que soy libre! Jajaja

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/LUNA/

-- ¡Mirad! ¡Allí hay una isla!

La muchacha se incorporó bruscamente en la barca señalando entusiasmada a lo lejos.

-- Hace tiempo que la he visto Luna. ¿Enserio te das cuenta ahora? -- Miró al rubio que dormía tranquilo a su lado y le dio un coscorrón en el chichón que él mismo le había hecho rato atrás. -- ¡Despierta!

-- Hay jopé, ¿pero qué pasa?

El chico se sobó la cabeza aun adolorido por el golpe.

-- La verdad es que desde muy lejos no veo bien, lo veo todo borroso, pero solo desde muy lejos.

-- Entonces es que necesitas gafas.

-- Sí, pero no las uso. No me gustan, son incómodas. -- La muchacha se giró a verlo sonriendo tan alegre como siempre. -- De hecho me las dejé en el barco.

El semizorro puso los ojos en blanco y suspiró dándose una palmada en la cara.

-- Esta mujer no tiene remedio. -- Murmuró para si llevando la vista entonces al otro que había vuelto a dormirse. -- ¡Y este idiota tampoco!

Le dio otro golpe sobresaltándolo de nuevo.

-- ¿Pero qué te pasa?

-- ¡Casi hemos llegado a la isla, además ya va a ser mediodía! ¡No son horas de domir!

Jun suspiró frustrado, tenía el horario tan desestabilizado que se había acostumbrado a dormir una hora en el mediodía para recuperar las perdidas por la noche. Por suerte poco a poco las ojeras ya se habían ido disipando a lo largo de esa semana, pero su rutina horario seguía difícil de cambiar.

De pronto las palabras que el pelirrojo acababa de comentar reverberaron en su mente como un efecto tardío y entusiasmado se puso en pie para ver a lo lejos la nueva isla.

-- ¡Al fin! ¡Ya llegamos!

-- ¡Jun estate quieto, vas a volcar la barca!

Pero sus palabras fueron inútiles, aunque la barca logró permanecer sobre el mar, Luna perdió el equilibrio y de un traspié calló llevándose por delante al raposo que horrorizado sintió como sus energías desaparecían de un instante a otro.

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-- ¡Respira! ¡Menos mal!

Los muchachos miraron al joven cánido que nada más despertar ya los fulminó con la mirada.

-- ¡Mira que sois imbéciles! ¡Casi me muero por vuestra culpa!

-- ¿Y yo qué sabía que no podías nadar? -- Exclamó el rubio como defensa. -- ¡Haberlo dicho!

Sus dos compañeros lo miraron incrédulos.

-- ¿Pero tú no tienes ojos en la cara? ¿Te crees que tengo cola y orejas de zorro por gusto? ¡Me comí una Akuma no Mi somelón!