Aún no podía entender cómo mi madre había olvidado recogerme en el aeropuerto, qué madre olvida eso.
Desde la ventana del taxi observaba cada detalle de Washington, cada parte se me hacía conocido y a la misma vez no. Edificios que alguna vez fueron bloques de cemento, ahora eran parte de la decoración de la ciudad.
-Llegamos.- Me aviso el taxista. Yo sólo asentí.
Volver a prenunciar el inglés me producía melancolía y extrañeza.
Bajé del vehículo y tomé mi equipaje. Le di las gracias al chofer y me dirigí a pasos dificultosos -por las maletas- a la entrada de la casa de mi madre. Recuerdos me invadieron.
Toqué el timbre dos veces antes de que apareciera un chico alto, cabello castaño oscuro, vestido con camisa blanca, corbata azul oscuro y pantalón de tela negro.
-Hola.- Saludé.
-Hola. Pasa.- Entré a casa detrás de él.
Dejé las maletas al lado del sillón grande de la sala. Observé todo el interior. Ciertas cosas habían cambiado y otras no.
El color durazno de la pared había sido cambiado por un color crema, el mueble que había escogido hace años con mi madre, ahora estaba escondido bajo la escalera y el piso se había cambiado por baldosas.
Los sillones seguían siendo los mismos. Donde me sentaba a ver películas con mi madre hasta tarde aún estaban, pero ahora decorados con juguetes de niños, aviones, autitos, una pizarra pequeña y muchas piezas de legos.
Busqué a un niño o alguna niña, pero allí no había nadie. No me había enterado de que mi madre habría tenido otro hijo, así que eso lo descartaba. Quizá cuidaba a un niño, pero tampoco lo creía, por algo viví con mi abuela.
-Buscas a Amalia.- me interrumpió el chico.
-Eh, sí.- dije desconcertada por la interrupción.
-Está en la cocina, ven.- lo seguí.
Al entrar vi a mi madre dándome la espalda con el celular en la oreja. Se notaba tensa y gritaba de vez en cuando totalmente exaltada.
En la mesa estaba el niño que andaba buscando. Un pequeño niño estaba ocupando el asiento que se encontraba al rincón, sobre la mesa una taza de Mickey Mouse. Me sonrió y movió sus manos en forma saludo a lo que yo le respondí con una sonrisa.
Rogaba para que mi madre no me dijera que el pequeño era su hijo y aquel chico el padre. Él debería rondar mi edad y sería raro que tuviera un hijo con mi madre.
-¡Ay, no, perdón!- Gritó mi madre. -Olvidé ir al aeropuerto. Tengo que terminar un informe para el miércoles.
-No te preocupes, ya estoy aquí.- Le sonreí.
-Casi lo olvido, te tengo un regalo.- me apretó las mejillas.
Salió de la cocina de forma fugaz. Me senté de forma que quedara en diagonal al niño. Lo observé detenidamente. Tenía el cabello castaño claro, entrando la duda si fuera igual al de mi madre o que fuera claro porque aún era un niño pequeño. Tenía los ojos grandes de color marrón, sobre el borde del labio superior tenía marcado la leche. Reí internamente. Era adorable.
Desvié mi mirada hacia la pared para ver algún reloj, pero me encontré aquél chico mirándome de forma seria, a lo que yo sólo le sonreí como disculpa al no haber notado su presencia por ver al niño.
-Listo, aquí está.- dejó de haber silencio. -Toma, es un pequeño obsequio como bienvenida.
Abrí la cajita de color rojo. Dentro había un collar de plata con un dije de una grulla, muy parecido a un origami.
-Gracias.- le miré con una sonrisa.
-No es nada, espero que te guste.- asentí -Te haré algo de comer, debes tener hambre.
Tomé mi celular y les mandé un mensaje a mi abuela y mis amigos para avisarles que había llegado.
-Terminé mi leche.- hablo el pequeño dirigiéndose a mi madre.
-Muy bien. Ahora puedes ir a jugar, si quieres.
Se encaminó hacia la puerta que se encontraba cerca de mí, pero antes de atravesarla, se me quedó mirando.
-Hola, soy Ethan.- dijo rápido, de la misma forma en la que se fue, por lo que no lo pude saludar.
Yo sólo reí en voz baja sin quitar de mi vista a aquella personita tan divertida que corría hacia sus juguetes que se encontraban esparcidos por los sillones.
-Hablen algo, no sean aburridos.- habló mamá
-Pon tú un tema de conversación, Amalia.- habló el chico
-Bueno... a ver... deberían contarse.... hablar de cuando jugaban o cuando se tiraban agua con la manguera en el patio.- río mamá, a la misma vez que yo la miraba con cara de confusión.
-Es David, Isadora ¿No lo recuerdas?
Mi cara se debió haber transformado en impresión. David, lo había olvidado en todo este tiempo. No sé cómo, pero había olvidado a mi único amigo de infancia.
Me levanté de la silla y me abalancé sobre él para darle un abrazo fuerte. Conoció mis problemas con mi madre de pequeña, su madre me acogió hasta el último día de su vida en su casa, su padre había reemplazado al padre que nunca tuve -y que ni quería tener- y su hermana, Marlene, una adolescente extrovertida que me hacía sentir como su propia hermana.
-David, no te reconocí, lo siento. -me alejé un poco de él.
-Ni yo. -sonrío y me volvió a abrazar.
-Papá, mi avión.- le estiró un pequeño avión Ethan a David.
Comenzó a manipular el juguete entre sus manos, no entendía lo que hacía, pero Ethan esperaba impaciente a que terminara.
-Ahí está. -le habló.
-Gracias. - respondió el pequeño.
-Ethan. -Le llamó David.- Ella es Isadora, una amiga de cuando yo era pequeño. -me nombro. -y él es Etan, mi hijo.
-Hola, soy Ethan. -saludó de la misma forma que la segunda vez.
-Hola, soy Isadora. Hija de Amalia.
-Ella es mi abuela.- dijo mirando a mi madre.
Miré a mi madre con las cejas en alto para que respondiera algo, mientras que David reía bajito.
-Es de cariño. A veces me dice tía, otras veces amiga, pero la mayoría del tiempo me dice abuela, de cariño.
-Entiendo.
Comenzamos a hablar de todo un poco. David era detective del FBI, mientras que mi mamá trabaja con un equipo forense para el FBI, aunque no era pertenecía a él.
Comimos pasta a la boloñesa, mientras seguíamos hablando de cosas triviales. Hasta que se hizo tarde y David con Ethan se tuvieron que ir a casa.
D'M
YOU ARE READING
Amigos, crimen y amor.
Teen FictionIsadora Johansson llega de España, luego de ocho años, para terminar sus estudios de psicología forense en Catholic University of America (CUA) en Washington D.C. Al llegar a su país natal se reencontrará con su madre, la doctora forense Amalia Joha...