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Los pequeños pies corrieron hacia la sala, iluminada por los primeros rayos de la tarde, sin la timidez propia de sus primeros pasos. El hombre de los rizos sonrió y abrió sus brazos, dejando que la pequeña de los cabellos dorados se arrojara en ellos. Y así lo hizo, como cada día desde que había nacido.

 Y así lo hizo, como cada día desde que había nacido

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-Hola.-dijo ella y él notó algo extraño en su tono.
No sonaba cansada, enojada, triste. No sonaba a nada. La miró confundido y tocó su frente. No había fiebre.
-

¿Qué pasa, hijita?-preguntó a la vez que Louis se sentaba a su lado.
-Hoy un nene me dijo que mis papis eran gays.-dijo ella mirando sus manos.-¿Qué es eso?
-Él lo que dijo es que nosotros somos novios.-dijo Louis, el de los ojos azules, mirando a Harry de reojo. En algún momento tendrían que pasar por eso.

 En algún momento tendrían que pasar por eso

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-¿Y son novios?-preguntó ella.
-No, mi vida. Nosotros somos mejores amigos.-dijo el de los ojos esmeralda y los rizos largos, acomodándola mejor entre sus piernas.-No nos damos besos.
-Eso sería asqueroso.-rió ella.
-¿Los besos?-preguntó el de los ojos azules. Ella asintió.-Vení que te doy uno.
Ella negó tirándose hacia atrás mientras reía. Se llevó los dedos a la boca y negó una y otra vez.
-No, papá.-gritaba alejándolo.-Asqueroso.
-Re asqueroso.-dijo él besándole las mejillas y abrazándola con fuerza.-Ahora vamos a ver si te dejaron tarea. Nuestra nena ya está en primer grado, Harry, ahora le dan tarea.
-No.-rió ella y se llevó los dedos a la boca.
-Bonnie, ¿qué dijimos de los dedos en la boca?-la retó Harry y ella lo miró apenada antes de apartarlos.-Ahora, ¿cómo te fue en clase hoy?-ella negó.-¿No, qué?
Louis chasqueó la lengua molesto, a la vez miraba el cuaderno de comunicaciones de ella. Lo cerró de golpe, molesto, y la miró.
-Bonnie, andá a tu cuarto.
-Papá...-empezó ella.
-No. No puede ser que no copies nada. La maestra está muy enojada.-la retó.
-Es que no veo, papá.-susurró ella como avergonzada.
Harry la rodeó con ambos brazos, frunciendo el ceño. La pequeña se escondió en su pecho y Louis dejó el cuaderno a un lado para volver junto a ellos.
-¿Cómo que no ves, amor?-preguntó acariciando su pelo, Harry. Ella negó.-¿No ves las letras?- ella negó.-¿Y el pizarrón?- ella volvió a negar.-¿Por qué no lo dijiste, Bonnie?
-Porque iban a enojarse.
-Claro que no. Creo que tendríamos que ir al oculista.-dijo Louis y ella negó.-¿No, qué?
-No quiero.-murmuró ella.
-Pero lo necesitas, amor.-dijo Harry poniéndose de pie.-Sólo vamos a ver qué pasa con esa vista.
-No quiero.-lloró ella.
Louis se apresuró a alzara y mecerla en sus brazos, sin poder borrar su mueca de preocupación. La presionó contra su pecho alarmado. Bonnie no solía llorar por ir al médico.
-No llores. Bonnie, ¿qué pasa? Amor, no llores.-pidió Harry. Ella negó efusivamente y Louis la tomó con más firmeza.
-Si soy defectuosa van a llevarme con mamá.-lloró tomándolo con fuerza.-No quiero irme. No quiero. Yo veo. Voy a portarme bien.-se llevó los dedos a la boca a la vez que respiraba entrecortadamente.-No quiero irme lejos de ustedes.
-¿De qué estás hablando, princesita?-preguntó Louis, sacándole las manos de la boca.-Nadie va a llevarte a ningún lado. Sos nuestra hija. Te amamos. Somos tus papis, te amamos. Sólo necesitamos que veas bien y vamos a llevarte al oculista. Vamos a estar con vos ahí y siempre.
-Lukas dijo que a los nenes que salían mal los devolvían.-lloró ella, aunque comenzaba a calmarse en el pecho de su padre.
-¿Quién es Lukas?-preguntó Harry.
-Él es grande. Va con otra seño.-dijo ella.-Me molesta cuando quiero usar la hamaca azul. No me gusta cuando él me molesta.
-Creo que vamos a tener que hablar con alguien en tu escuela, Bonnie.-dijo Louis.
-No.-dijo ella.-Yo le dije a la seño y él se enojó. Me mordió acá.-dijo ella mostrando su mano y poniendo cara de enojada.-Muerde fuerte.
-Ah, no.-dijo Harry.-Eso si que no. ¡Nadie va a morder a mi hija! Llevala al oculista. Voy a ir a hablar con la directora.
-Le dijimos que íbamos a llevarla, Harry.-dijo al ver que ella de escondía en su pecho.-Bonnie quiere que estés ahí. Está asustada.

Los tres aguardaban en la sala de espera. Ella no había querido jugar con las cosas que había ahí. Sus pies colgaban del asiento mientras miraba a ambos padres. Se paró en este y abrazó primero a Harry y después a Louis. Volvió a sentarse ante la mirada de ambos y dejó su cabeza caer en el brazo de Harry.
-¿Amor?-preguntó Harry.
-No quería salir mal.-dijo ella.
-No saliste mal. Sos la mejor hija del mundo.-dijo alzándola.
-Pero el doctor dijo que voy a usar anteojos.
-Louis también usa anteojos. Los usa cuando tiene que leer.-dijo besando su cabeza.
-Pero papá es perfecto.-dijo ella.
El doctor se acercó y les dio la receta para los lentes. Louis le tomó una mano y Harry la otra. Su bebita necesitaba anteojos.
Bonnie estuvo inusualmente callada en el camino de regreso a la casa. No quiso detenerse en el parque o en la heladería.
-¿Amor?-preguntó Harry al detenerse en un semáforo.-¿Amor, qué pasa?
-Papi, no quiero.
-¿Qué cosa, amor?-preguntó y volvió a arrancar.
-Ir a la escuela mañana.
-Pero hay que ir todos los días.-dijo Louis, volteando hacia ella.
-No quiero ir más.-musitó ella.- No me gusta.
-Hija.-dijo Harry estacionando frente a la casa.
Ella se quitó el cinturón y bajó del auto sin mediar palabra, incluso antes de que este se detuviera. Su padre clavó los frenos y ella se golpeó al instante con la puerta y comenzó a llorar.
Louis la tomó con rapidez, asustado. Bonnie se aferró a él mientras lloraba más y más. Harry se aproximó y revisó su cabeza con toda la delicadeza que pudo.
-Necesita hielo.-dijo sin liberar el aire contenido.-Tranquila, amor. Estás bien. Estás bien. Te amo, ¿si? Tranquila. Te amo.
Bonnie no se calmaba. Louis sostenía el hielo contra la zona golpeada mientras ella seguía llorando con los dedos en la boca y el rostro colorado. Su padre la mecía con suavidad al borde de las lágrimas, preguntándose si no le dolería el hielo en la zona golpeada.
-Bonnie, amor, por favor.-suplicó Harry tomándole la mano, sacándola de su boca.- Decime qué pasa.
Ella no respondió pero, poco a poco, comenzó a calmarse. Louis se sentó con ella en sus brazos y le acarició el rostro mientras ella cerraba los ojos con suavidad.
Bonnie se durmió, como apagando todos los sucesos del día. Louis miró a Harry y suspiró. Ninguno quería volver a verla llorar de tal modo.

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