Era el día del partido de béisbol del equipo favorito de Murph. La familia estaba reunida en el pequeño estadio del pueblo para presenciar el juego. Donald interrumpió la calma y la concentración de Cooper al decir:
―En mis tiempos habían beisbolistas de verdad, ¿quiénes son estos vagos? ―Pregunta Donald mientras se acomoda en un asiento para presenciar el partido de béisbol al que Cooper dijo que llevaría a Murph.
―En mis tiempos la gente estaba peleando por comida y no jugaba béisbol.
―Las palomitas en un partido no son naturales, quisiera un hotdog ―replica Donald mientras aún observa el partido.
―Según la escuela vas a seguir mis pasos, me dio gusto ―Cooper le dice a Tom.
―¿De verdad te dio gusto? ―preguntó Tom sorprendido.
―Tú odias la granja, papá. El abuelo lo dijo ―Murph interrumpe la conversación entre su hermano y su padre.
―Con que el abuelo lo dijo. Lo que importa es lo que tú pienses ―dijo Coop mientras posaba su mano en el hombro de Tom.
―Me gusta lo que haces, adoro la granja ―respondió Tom.
―Lo harás excelente ―replicó Cooper.
Entretanto, el juego se había detenido y los asistentes no se había dado cuenta por qué. Un jugador alzaba la mirada y la expresión de poco calmada de su cara alertó a los espectadores. En un segundo las sirenas de evacuación comenzaron a sonar lo que significaba que tenían que abandonar el complejo deportivo, pues una tormenta de polvo se acercaba a una gran velocidad por los cerros.
―Hay que irnos ―ordenó Cooper a la familia mientras se levantaba del asiento.
El pueblo entero parecía estar acostumbrado a esta clase de sucesos, pues había calma al momento de evacuar el estadio. Mientras volvían a casa en la camioneta, la tormenta se intensificó por lo que Cooper le dio una orden a la familia.
―Quiero que se pongan sus cubre bocas. ¿Tom, Murph? ¿Ya? ―preguntó para cerciorarse de que sus hijos habían acatado la orden.
La tormenta se hacía cada vez más fuerte, a medida que avanzaban por las vías del pueblo, la visibilidad era casi imposible, las ventanas estaban cubiertas de polvo y era casi imposible divisar qué había a metros de distancia. Una vez dentro de la casa, Cooper les pregunta a sus hijos si habían cerrado sus ventanas, Murph recuerda que no lo hizo así que corre a cerrar la suya, Cooper va tras ella y logra cerrarla. En el cuarto, una luz ilumina unas estructuras aparentemente lineales que ha dejado el polvo que ha entrado por la ventada del cuarto de Murph.
―Es el fantasma ―dice Murph.
Cooper nota que no es una casualidad y, en tono preocupado, le pide a Murph que tome su almohada para que duerma esa noche con Tom. Cuando Murph se marcha, Coop permanece un rato en la habitación analizando las casi perfectas alineaciones que hizo el polvo con la luz para crear las líneas y los espacios. Cooper empieza a preocuparse debido a que no es un hecho naturalmente probable ya que es prácticamente imposible que un fenómeno natural pudiese haber creado estructuras tan perfectas y alineadas. Sin embargo, después de horas de análisis, Cooper llega a la conclusión de que no había sido el fantasma que Murph ha mencionado reiteradas veces. Murph ha entrado a la habitación en la tarde mientras su padre aún sigue allí observando las líneas.
―No es un fantasma, es la gravedad.
Entretanto, Donald entra al cuarto y dice:
―Voy a dejar a Tom y luego al pueblo. ¿Quieres limpiar eso, cuando termines de rezarle?
Dicho esto, Donald se marcha, dejando ahora a los dos investigadores en frente de un misterio, que Coop ya parece haber resuelto. Coop escribe los datos que las extrañas estructuras alineadas en el piso le ofrecen y, después de varios minutos descubre algo.
―No es Morse, Murph. Es binario. Las gruesas son 1 y delgadas son 0 ―dice Cooper.
Cooper tiene una capacidad de lógica y razonamiento idóneos, después de varios segundos halla lo que significa lo que tiene entre manos:
―Son coordenadas.
Luego de hallar cuál sería el posible significado del código, Cooper saca un mapa que tiene del pueblo y sus cercanías, de modo que se prepara para buscar el lugar que su código ahora le ha dicho. Luego de varios minutos Cooper y Murph logran encontrar el lugar, sin embargo está un poco alejado y Cooper duda si llevar consigo a su pequeña hija debido a que no sabe qué encontrará allá.
-No puedo perderme esto, papá.
―Tu abuelo va a volver en un par de horas, Murph.
―Pero no sabes qué vas a encontrar ―responde Murph agitada.
―Y por eso es que no te puedo llevar.
Cooper está decidido a no llevar a Murph con él. Entra a la casa a revisar que todo está en orden por una última vez y dice al salir:
―Murph, tu abuelo llegará en un rato, dile que lo llamaré por la radio.
Una vez en marcha en la camioneta, cuando ya se ha alejado lo suficiente de la granja como para no volver, Murph aparece escondida en el asiento del copiloto cubierta por unas sábanas. Cooper se ve obligado a frenar de repente.
―¿Murph? ¿Qué haces? ¿Tú crees que esto es divertido?
―No estarías aquí si no fuera por mí ―responde Murph.
Cooper sintió que en el fondo fue así, es por ella que él está manejando esa camioneta a un lugar desconocido. Los dos tenían espíritus aventureros desde que nacieron, es por eso que hacen un gran dúo. El sol se ponía por las montañas a lo lejos, el día estaba llegando a su final y la oscuridad de la noche se apoderaba de los alrededores. Llevaban por lo menos dos horas de camino desde que partieron, Murph estaba algo cansada así que decidió recostarse mientras su padre aún manejaba y tenía la vista firme en el camino. Cooper se vio obligado a disminuir la velocidad debido a que el lugar que les indicaba el mapa, estaba rodeado de vegetación y obstáculos que no le permitían pasar fácilmente.
Luego de unos minutos de ubicarse y revisar el mapa una y otra vez, Cooper se dio cuenta que el camino al que le conducían las coordenadas terminaba y no había nada más allá de una cerca que encerraba un complejo que al parecer, estaba abandonado.
―Oye, Murph ―Coop intentó despertarla―. Hija hasta aquí llegamos.
―¿Traes las pinzas para alambre? ―Preguntó Murph mientras aún se despertaba.
―Esa es mi hija ―dijo Cooper.
Cooper apagó las luces y se bajó, tomó las pinzas para alambre que estaban en la parte de atrás de la camioneta y caminó unos metros hacia la cerca. Cuando intentó el primer corte, una voz robótica amplificada le gritó:
―¡Aléjese ahora de la cerca!
Cooper, que ahora parecía asustado, recuerda sus entrenamientos en las fuerzas y lo primero que dice es «no dispare, no estoy armado» mientras pone sus manos arriba para que la voz robótica al otro lado de la cerca comprueben lo que ha dicho. Un objeto no identificado sale de la cerca emitiendo una luz muy fuerte, lo que no le permite a Coop ni a Murph saber a quién se están enfrentando.
―No tengas miedo ―le dice la voz robótica a Murph a través de la ventanilla de la camioneta. Murph grita fuertemente.
El carro es ahora conducido dentro del complejo y Coop no sabe qué sucedió con su hija, así como ella tampoco sabe qué pasó con él.
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Interestelar: Nuestro Lugar En Las Estrellas
Science FictionSinopsis al comienzo de la historia. ¡Buena lectura! - ©MMXIV Christopher Nolan, Jonathan Nolan, Legendary Pictures, Syncopy Films, Lynda Obst Productions, Paramount Pictures, Warner Bros. Pictures / ©MMXVI Sebastián Algarín.