III

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Aún logro recordar a una de mis víctimas. La más especial de todas. Se trataba de una adolescente. Herseleide Mannarelli: italiana, de unos 16 años, sus padres se divorciaron cuando ella tenía 13 años y esto le causó serios problemas emocionales; a los 15 comenzó a adentrarse en el universo de la adicción a las drogas, y entonces, a los 16, le diagnosticaron depresión severa. Y me buscó. Me pidió ayuda para poder escapar, para poder ser libre de aquello que la hacía tan infeliz. Decidió aliarse conmigo y se arrojó a mis brazos.

Herseleide Mannarelli D'Altrui murió el 20 de octubre, por ahí de los años 80

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Herseleide Mannarelli D'Altrui murió el 20 de octubre, por ahí de los años 80. La causa, dijeron, fue suicidio. Y ¡oh, su familia!, ¡su pobre familia! La señorita D'Altrui dejó a su madre tan, pero tan destrozada, que meses después, cuando volví a sentirme requerido por un miembro de la familia Mannarelli, descubrí que había entrado en el mundo del alcoholismo; dos semanas después, me encargué de ella. La causa de muerte: —por lo que oí—, fue una cirrosis que se desarrolló en muy poco tiempo. Y es donde yo digo ¡Mortales!, ¿acaso no veis el daño que causáis?, ¿no veis que se puede morir por un corazón roto? Ella murió de tristeza: se ahogó en sus propias lágrimas... Y en alcohol.

A veces siento que comprendo aquel miedo. Pero después vuelvo a escuchar vuestras historias. He escuchado que en algunas religiones, el suicidio es considerado como uno de los mayores pecados que una persona pueda cometer, ergo, te verás abrasado en las llamas del infierno por toda la eternidad. En realidad no comprendo bien cómo funciona esto de arder en el infierno; no sé si sea un invento del hombre, pero, ¿de verdad, los seres humanos, la raza superior sois capaces de infundir tal miedo sobrenatural entre vosotros mismos, para lograr aumentar el conformismo y darle un significado indispensable —y erróneo— a la vida diaria de un vil mortal?


Adalt. [En edición]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora