Tokyo; Julian Casablancas fanfic.

Sin marcha atrás.

Me encontraba empacando mi ropa, objetos personajes y mis pocas ganas de ir al viaje que Carlos había planeando tanto. Me sentí mal por mi evidente egoísmo, pues ésta era una oportunidad muy grande para Carlos.

-Sí Julian, ya está todo listo, te veo mañana en el aeropuerto, puntual. -Decía Carlos al teléfono, después colgó la llamada y se dirigió a mí. -Hablé con Julian, ¿sabes? Lo escucho raro, como si no quisiera hacer esto.

-No sé, así son las estrellas de rock. -Me limité a decir.

-Bueno, como sea, estoy ansioso de que lo conozcas, a él y a toda la banda.  -Dijo Carlos con el mismo entusiasmo de hace días.

-Sí, yo igual. -Realmente no podía expresar más.

Al día siguiente en el aeropuerto, justo a las 6:00 am se escuchaba una voz por el parlante. Se anunciaba nuestro viaje.
Poco a poco, los integrantes de The Strokes comenzaron a llegar. Saludé a todos amablemente. La verdad es que sí transmitían buena vibra, lo cual me animó bastante.
Pero Julian aún no llegaba, lo cual me pareció extraño, sin embargo a todos les pareció normal.

-Carlos, iré a comprar un café, regreso. -Dije, en intento de alejarme de todos un rato.
-¿Te acompaño?
-No, no tardo. -Me levanté de mi asiento y me dirigí a comprar un café innecesario. Cuando lo tuve en mis manos, me sumergí en él, hasta olvidar que estaba en un aeropuerto.

-Tu café debe ser realmente malo para no tomar más de un sorbo. -Dijo una voz ronca, casi inaudible.

-Realmente no sé por qué lo compré. -Dije, sin pensar lo que decía, ¿por qué abriría una conversación con un extraño?

-Bueno, a veces hacemos cosas por presión social. ¿Quién te hizo comprar este café? -Sonaba raro lo que decía, sin embargo, entendí perfectamente lo que quería decir.

-Lo compré para olvidar que voy a viajar sólo para complacer a alguien que quiero.

-Soy Julian, mucho gusto.

-Lo sé.

-Entonces, supongo que eres la chica de Carlos, la grandiosa Frances.

-Así es, mucho gusto.

Ninguno de los dos dijo algo más, ambos nos limitamos a sonreír. Parecía que nos entendíamos sin decir una palabra, me sentí parte de una conexión inmediata.
Le dije que era hora de regresar con los demás y emprender el vuelo que nos llevaría al otro lado del mundo.

-Te veo en Japón. -Me dijo.