El Jardín Extraño

Capítulo 7 El Cementerio Mortem Bellus

Una risa con voz de pato, típica de un adolescente, surgió mientras los enormes espinos bloqueaban a Alex, Mandy, Zus y el Plibro su camino. El "rey Piraña" apareció con su trío de delincuentes repugnantes.

Alex sólo puso una cara de susto y disgusto y salió disparado de la escena con su trío de amigos. Intentó cortar los espinos, pero se hacían cada vez más gruesos. La única salida para no quedar encerrados entre tallos y espinas era cruzar por la parte abandonada del cementerio Mortem Bellus, este se veía cada vez más siniestro mientras el sol se escondía detrás de El Jardín Extraño. La niebla se empezaba a reunir, los árboles secos crujían y los amarillos ojos de criaturas nocturnas se encendían como linternas.

Zus derribó una reja y entraron corriendo al panteón espectral.
Vrando siguió levantando espinos, pero esa no era la peor parte, las alimañas que habían alterado el mercado unos días atrás comenzaron a salir de los mausoleos y de detrás de las lápidas.
El grupo volteó a ver a los espantajos casi al unísono, lo que causó que Zus tropezara con un tallo espinoso y el grupo se dividiera. En un momento, Alex y el plibro, Mandy y Zus estuvieron corriendo de los esperpentos.

El plibro salió volando del morral de Alex, casi tira el Geljatram, pero lo empujó con la pasta y lo volvió a meter. Voló lo más rápido que pudo y se encontró con Zus, el pobre estaba siendo perseguido por los espantajos secos y podridos.

Mandy se cruzó por la parte de las plantas mortíferas, dando brincos para evitar que la mordieran, incluso se tuvo que levantar la capa porque una planta casi la tira de un jalón y una mordida. Se encontró con Zus y el plibro cuando casi choca con una torre derribada, encontraron un portal de piedra desmoronada por el que cruzaron.

Alex corría entre senderos de tumbas que se desplomaban cuando la tierra vibraba gracias a Vrando. Si no cuidaba sus pasos, tropezaría con una rama espinosa o una lápida despedazada y los espantajos lo atacarían.
Dobló a la derecha, entrando a las viejas y fantasmagóricas ruinas de un palacio. Vrando iba directo hacia él cuando Alex se encontró con un precipicio. Solo tenía dos opciones, y eligió la segunda.

Se desvaneció entre la niebla al arrojarse desde el precipicio; evento que Mandy

había presenciado.

Un agujero con la silueta de Alex se creó en la niebla, el conformismo se notó en los rojos ojos de Vrando, sólo volteó y se fue.
Mandy se tapó la boca con la mano y se dio la vuelta para que Vrando no la viera. Lentamente se deslizó contra el deteriorado muro de mármol con húmedos ojos y una cara de incredulidad. Zus agitó su hocico al soltar un suspiro de tristeza, incluso la portada del plibro parecía pálida.
Era el fin. Mandy se quedaría sin rumbo y algún bicho se la comería, Zus se quedaría sin alguien a con quien jugar y sin un compañero de cama, y el plibro tendría que regresar a la biblioteca de Yer para volver a ser otro desapercibido objeto entre los estantes.
Mandy se limpió la lágrima que le recorría la mejilla. Se levantó...

Y se arrojó también.