Secuestrada 1T #SSS

Capítulo 18

La cerradura sonó. Aiyana de inmediato cerró los ojos sobre el diván, haciéndose la dormida. Había tomado un baño hace más de una hora... y conservaba el cabello mojado, humedeciendo la fina tela del bonito diván. Ian cerró la puerta, fue hasta ella para mover sutilmente su hombro, tratando de despertarla.

- ¿Mnh? – respondió ella, entreabriendo los ojos y frunciendo el ceño.

- ¿No quieres dormir adentro? Aquí hace frío... - le susurró. Aiyana se fijó detenidamente en los finos labios de Ian, en su apetecible boca. Aquella...que había probado toda la noche. No sabía que mierda le pasaba esa mañana. Joder. Como nunca, había amanecido sensible.

- Sí... - Aiyana se sentó sobre el diván, fingiendo fatiga y sueño. Ian se volteó a mirarla, una bonita sonrisa salió de sus labios al verla estirarse sobre el mueble.

Por mucho que intentaba no mirarla, no lograba quitarle la vista ni una sola vez. Sus ojos, su boca, su bonito cabello, su lengua...cada vez que remojaba sus finos labios. Su propia voz. Su mirada. Le jodía. Le jodía tanto pasarse todo el día pensando en una sola mujer. Una sola sonrisa. No estaba acostumbrado a eso. Nunca había sido entrenado para ese tipo de sentimientos. Siempre había sido él y sus polvos diarios. Él y diferentes mujeres. Él y una puta más.
Aiyana se puso de pie, moría de ganas por quedarse... o mejor dicho, porque él le pidiera que se quedase. De mala gana caminó hasta la habitación.

- Aiyana. – la llamó él.

- ¿Sí? – se volteó ella. Con una llamita de fe.

- Ven... - le dijo Ian. Aiyana sintió que moría. ¿Desde cuándo y se ponía de esa forma? No sabía, y no quería ponerse a pensar. Simplemente caminó hasta él.

- ¿Qué? – le preguntó ella, fingiendo desinterés.

- Nada. – susurró él. Tenía a Aiyana a tan poca distancia. Tan pocos centímetros, ella se le había acercado más de lo previsto. Y eso le gustaba más. Oh sí, joder...le fascinaba. Ella. Ella y toda ella. Le cogió una mano y la entrelazó con la suya, la piel de Aiyana se erizó por completo. Bajó la mirada. – Estás fría...

- Sí... - susurró ella, sintiendo que Ian había cogido su otra mano restante, juntándolas, y metiéndolas suavemente bajo su fina camiseta y su cazadora de cuero.

- Espero no te incomode.

- No...

- ¿Te ha comido la lengua el... - Aiyana se ruborizó por completo. – espera...creo que alguien más te la comió. – Ian le sonrió, haciendo que ella tampoco se resista y suelte una fina risa. – y creo que fui yo... - Aiyana intentó sacar sus manos de bajo la camiseta de Ian, al hacerlo, Ian volvió a jalarla hacia él. – y me gustaría hacerlo ahora... - se acercó a sus labios, peligrosamente rosó su labio inferior sobre la pequeña comisura de los labios de Aiyana. Su boca hecha agua, la necesitaba.

- Ian... - murmuró Aiyana. Ahora levemente extasiada. Todo esto le ponía tanto. Él. Sus manos. Como la tocaba. De qué forma. Sabía que punto tocar, y que usar...la lengua, los labios, los dedos y...su increíble masculinidad.

- Dime nena...

- No sé qué me pasa... - susurró ella. Una oleada de lujuria se paseó por el cuerpo de Ian. Se empalmaría en cualquier momento, y esta vez...necesitaría acabarla, llegar al jodido orgasmo. Aiyana le rodeó el cuello, apretándolo contra ella.

- Yo sí. – le afirmó él. Los dedos de Ian se introdujeron entre las bragas de Aiyana, levantó una tira de ellas en la parte izquierda de sus caderas, para rozarle la piel...cuanto le gustaba... - lo necesitas. - Aiyana cerró los ojos. Se mojaría. Tanto...que rogaría por un poco de su medicina, aquella que solo Ian podía darle. – tanto como yo...

- Sí... te necesito... - abrió los ojos con delicadeza, ahora encontrándose con los ojos del Ian salvaje, lleno de lujuria y apunto de tumbarla sobre el diván y hacerla suya de nuevo. Ian volvió a besarle la boca, se había acostumbrado a su sabor, a lo bien que sabía su lengua. Le gustaba muchísimo. Apunto de posicionarla sobre el diván, y acostarse sobre ella... alguien tocó la puerta del departamento con fuerza, apunto de tumbarla.

Ian tuvo que separarse de ella con dificultad. Mierda ¿quién se atrevía a tocar la puta puerta de esa manera? Y lo peor... ¿en un momento como ese? Reventaría a quien quiera que fuera que tocara de esa forma.