A Simon le habían pasado muchas cosas últimamente
Había perdido la memoria, olvidando incluso hasta su mejor amiga de la infancia, Clary Fray. Había perdido su inmortalidad y los poderes que le otorgaba ser un vampiro diurno, no es que eso le disgustara demasiado.
Y todavía sentía el vacío en su corazón cuando Isabelle Lightwood le miraba, ansiosa y deseosa, cómo si esperara que recordara todo de un solo golpe y volviera a ser el de siempre. Él deseaba recordar, no podía soportar ver sus hermosos ojos oscuros entristecerse al mirarlo. Había tanta desilusión, una luz de esperanza...
Entonces cuando comenzó a recordar no pudo evitar emocionarse. Era cómo conocer a Isabelle de nuevo, le sorprendía darse cuenta de lo mucho que se habían apegado. Y amaba ver cómo Izzy se emocionaba con cada cosa que él recordaba. Pero la amaba más a ella, su cabello y ojos oscuros, sus manos delicadas pero fuertes, sus labios carnosos, su sonrisa, sus pestañas, su cuerpo curvilíneo que lo tentaba, simplemente amaba cada cosa que la hacía ser quién era. Por que para Simon, Isabelle era perfecta. Era la única nefilim que había conocido, que estaba seguro, era mitad ángel. Simon podía no recordar todo lo que habían pasado juntos pero sí de algo estaba completamente confiado era de que le amaba con todo su corazón. Es que era inevitable no amarla.
Sus besos lo volvían loco, era adicto a ellos. No podía evitar verla y querer besarla, abrazarla, tocarla... Ella era simplemente irresistible, una tentación que él no podía controlar. Antes de que Magnus Bane e Isabelle lo encontraran y le volvieran a integrar en su mundo, él se había despertado muchas noches con el corazón acelerado, sudoroso, recordando besos, caricias, una hermosa pelinegra que estaba seguro sólo existía en sus sueños. Y sí existía, definitivamente Simon no estaba a su altura y ella nunca se fijaría en él. Pero luego la vio, hermosa y tal y cómo la había visto antes en sus sueños pero aún, mucho, más hermosa. Y no podía creer que una chica así, de ese nivel, estaba enamorada de él.
Pero Isabelle no era tan fuerte cómo se mostraba, había recordado Simon. Recordó su estado después de la muerte de su hermano menor Max, como se culpaba a sí misma por no detener a Sebastián. Lo insegura que era en el amor por culpa de la infidelidad de sus padre. La carga que llevaba siempre, intentando ser perfecta. Lo mal que se sentía a veces consigo misma, su altura que solía intimidar a los muchachos. Él sólo fue a su habitación, la abrazó y le susurró lo perfecta que era, lo mucho que la amaba, la besó y tocó cómo ya lo había hecho antes. Le demostró sus sentimientos a través del acto y luego de ello, habían quedado entrelazados en la cama, sus brazos rodeando su atractivo cuerpo. Y hablaron de todo un poco, hablaron sobre el pasado, el presente y el futuro, hablaron sobre sexo, sobre Clary, Jace, Alec. Isabelle le contó algunos detalles que Simon no recordaba e incluso él le contó nuevamente sobre la historia de Star Wars. Hablaron todo lo que pudieron y cuando no lo hacían, se miraban y se decían todo sin palabras. El sol ya había alumbrado la habitación de Isabelle en el Instituto cuando ellos por fin decidieron dormir.
Simon había despertado antes que ella, en la tarde y la había observado por lo que sintió horas. La contempló, trazando con las yemas de sus dedos las runas marcadas en su cuerpo. La luz que se filtraba en la habitación iluminaba su piel y le daba un tono pálido que le quedaba tan bien. Sus pestañas enmarcaban su rostros, sus labios entreabiertos mientras un leve hilillo de saliva se deslizaba por la comisura de sus labios.
La imagen le hizo sonreír y cuando sintió que ella ya había descansado lo suficiente, le besó el hombro y luego la mejilla. No duró demasiado antes de que Isabelle abriera sus ojos desconcertada por unos segundos al ver a Simon a su lado, después pareció recordar todo lo que habían hecho la noche anterior y parpadeó, mirando a Simon con una timidez que no era suya, estiró sus brazos rodeando su cuello y lo besó levemente en los labios.
- Buenos días, Izzy.- Susurró Simon con una tierna sonrisa que ella no tardó en imitar.
- Buenos días, Simon.- Y deseó que todas las mañanas fueran así.
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Isabelle Lightwood
Historia CortaIsabelle Lightwood tenía una reputación forjada; Dura, fuerte, implacable, terca, hermosa, sensual, guerrera... Pero Simon la conocía más allá de su fachada. Y la amaba tal y como era.