Luna Nueva

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¡Esto no tiene nada que ver con Crepúsculo!

Desde hace miles y miles de años los seres humanos pueblan la Tierra. En esos miles de años muchas cosas han pasado y el hombre ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Del descubrimiento del fuego hasta que alguien inventó el encendedor se quemaron muchos Imperios. Del descubrimiento de la rueda hasta el primer coche con motor se viajó incontables veces alrededor del mundo.


Pero entre el nacimiento de la Tierra y el surgimiento de la humanidad hay millones de años en los que los continentes paseaban tranquilamente por los mares del planeta. Un testigo ha estado observando el astro azul desde el principio. Ese testigo es la Luna.

Desde que se estableció el ciclo lunar, la Luna ha nacido, crecido, llegado a la madurez, envejecido y fallecido tantas veces que un cerebro humano sería incapaz de imaginar. Pero, durante esos miles de años en los que el hombre poblaba la Tierra, el cambiante astro lo ha estado cuidando.

La hermosa criatura plateada se ha encargado de unir la tierra con el cielo y ha acompañado a infinitas almas humanas al lugar donde viven las estrellas:se dice que, justo en el momento en el que vas a emprender la travesía a los cielos, la Luna se presenta enfrente de ti, tomando la apariencia de una hermosa mujer con un vestido hecho con la nieve. Te tiende la mano y junto a ella surcas el firmamento hasta llegar al destino. También dicen que, antes de irse a dormir, te busca entre los millones de estrellas del firmamento y no desiste hasta poder verte brillar. Entonces sonríe, cierra los ojos y se queda dormida.Un total de veintiocho noches corresponde a la esperanza de vida de la Luna. Ésta nace en la noche de Luna Nueva. La Luna es al principio una fina "D" rodeada de estrellas. Pero a medida que pasa el tiempo la Luna va creciendo hasta que llega la noche de Luna Llena. En esa noche la Luna ha alcanzado su forma completa, y baña a la Tierra con su hermosa luz plateada. Como los seres vivos, hay un momento en el que se pasa de crecer a envejecer. Durante las noches siguientes la Luna empieza a tomar la forma de una "C", cada vez más fina. Finalmente el astro plateado desaparece. En la noche de Luna Nueva una nueva Luna nace, diferente a la anterior.


· · ·

La Luna que protagoniza esta historia nació en una noche muy oscura. El cielo no podía ver entre el angosto humo negro. Los océanos, furiosos, rugían como leones; el aire gritaba por piedad a los gritos que no podían ser escuchados; el fuego lloraba las atrocidades que cometía; y la tierra, alarmada e impotente, veía cómo se llenaba de manchas rojas.

Pero la Luna, que era demasiado joven, no era consciente de la tenebrosa realidad. Ella simplemente estaba muy nerviosa y excitada. Las estrellas le habían chivado dónde y a qué hora se encontrarían las almas que debía acompañar hasta el firmamento. Su primer trabajo se encontraba en un lugar bastante apartado de la civilización, escondido entre las mentiras de la región.


Tan ansiosa estaba que decidió presentarse allí antes de la hora estimada por los lejanos astros. La hermosa Luna se puso el vestido hecho con la fría nieve y se maquilló emocionada frente al espejo. Sus alegres ojos cristalinos la miraron orgullosos. Su largo cabello plateado le acariciaba los hombros y la espalda, y sus labios rosados le regalaban una radiante sonrisa.

Cuando la Luna hubo acabado, bajó al mundo humano. Los elementos, pese a las dificultades por las que estaban pasando, le dieron la bienvenida. El aire le peinó el cabello; el fuego le concedió color a sus mejillas; el agua sació su sed, y la tierra le entregó una manzana, la cual se guardó.


Cuando llegó a su destino, pudo ver un extraño edificio con chimeneas. Los humanos rubios que custodiaban la entrada le abrieron el paso embelesados. Uno se ofreció para llevarla por los pasillos llenos de sucias esquinas. En su corto paseo el hombre le hablaba sobre ese extraño lugar y sobre su trabajo allá. La Luna le escuchó atentamente pero no acababa de comprender lo que decía. Ella era demasiado inocente. Dentro de ese lugar había muchos humanos rubios, vestidos pulcramente y todos igual, pero también había hombres en fila, muy delgados que vestían trapos sucios. Además llevaban cadenas en sus tobillos y muñecas, lo que les dificultaba mucho el movimiento. Los hombres rubios no eran para nada piadosos con los hombres encadenados. La Luna, extrañada por ese comportamiento, creía que los hombres limpios no eran conscientes del estado físico de los pobres famélicos. Si, al contrario, se dieran cuenta de que estaban muy débiles seguramente tendrían otro tipo de trato...


Finalmente la plateada joven acabó en una gran sala en la que esperaban las personas más desnutridas y más enfermizas. Estas personas ya no llevaban cadenas. Además había una gran cantidad de niños que, al ver a la hermosa mujer, se le acercaron muy alegres. Le agarraron de la mano y le hicieron conocer a todos los inquilinos de la habitación. La Luna se fijó en el hecho de que sólo estaban ella y muchas personas que, pese a tener el cuerpo demacrado, parecían alegres. Ni rastro de los hombres maltratadores.


La Luna no entendía por qué se veían tan contentos. A un hombre que fabricaba relojes antes de ser internado en ese lugar le preguntó a qué se debía esa felicidad, ya que tenían un aspecto muy degradado.


Vamos a tomar una ducha le respondió alegremente.¿Puede la Luna ducharse con nosotros? Le preguntó su hijo, que se agarraba fuertemente al vestido de la Luna.No veo ningún inconveniente, si ella quiere, claro respondió el padre.

La Luna, aceptó alegremente ducharse con ellos. Se sentía muy bien entre tantas personas. Al poco rato se hizo amiga de un banquero, de un panadero, y de muchos niños de edades diversas.

Cuando entraron en la sala de las duchas siguió creando más y más amistades. Las personas le hablaban sobre sus vidas y sobre sus familias. Ella sobre la noche y las estrellas.Pasaba el tiempo y la Luna brillaba con su característica luz plateada . Creía tener mucha suerte al hacer tantos amigos el primer día que mediaba entre el cielo y la tierra. El momento era tan especial que se había olvidado de el por qué estaba ella allí. También se olvidó de los minutos y de las horas. No era consciente del tiempo que llevaba en ese lugar. No era consciente de que de ninguna ducha salía agua.

La Luna se distraía jugando con los niños al pilla pilla y ganaba un poco de conocimiento por parte de los adultos. Parecía pasar por alto el humo que se iba apoderando de la estancia. De alguna forma éste no le entorpecía la vista a nadie, y nadie comentó nada sobre el extraño olor.

En un momento sacó de un bolsillo la manzana que le había dado la tierra y decidió repartirla entre todas las personas presentes, que aceptaron la fruta muy agradecidamente.Finalmente un niño le estiró a la Luna de la manga y le dijo:Hermanita, ya estamos listos. Podemos marcharnos.

La Luna no comprendía al principio las palabras del niño. Miró a los presentes. Éstos asentían sonrientes.

Entonces la Luna se dio cuenta de por qué estaba ahí. También entendió lo que le había explicado el hombre rubio al conducirla por la fortaleza de chimeneas.

La Luna lloró.

A la noche siguiente había Luna Nueva.

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⏰ Última actualización: Oct 04, 2016 ⏰

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