WILLIAM
—Cien dólares— me dice el camello.
— ¡¿Cien dólares?!— le grito yo.
—Cien dólares ni más ni menos— me dice el otra vez.
—Bien, dámelo— me da un de cigarro.
—Ahora mi dinero—me dice el viéndome con el seño fruncido. Cuento hasta tres y salgo corriendo con todo lo que me pueden dar mis piernas. Miro hacia atrás y veo al camello, llamado Frederic, que me sigue con otros atrás de el gritándome. Yo giro a mi derecha y me encuentro en un callejón sin salida. A mi izquierda veo un restaurante y a mi derecha un Fast Food. En la segunda encuentro una puerta. Corro hacia ella y la abro. Cuando entro intento caminar normalmente. Desde donde estoy veo familias comiendo, gente sirviendo la comida y hablando…
Entro en el baño de hombres y me encierro ahí viendo la puerta blanca. Me giro y encuentro un baño todo lleno de graffiti y sucio. Voy hacia el lavamanos donde me puedo ver por el espejo aunque este lleno de algunos graffiti y todo sucio. Podía ver a un chico alto, cara pálida, pelo rubio desordenado, en mi cuello un tatuaje, aparte de ese tatuaje tengo otros mas en mis brazos. Hoy llevaba una camisa gris con una chaqueta de cuero, mis pantalones negros desgastados y unos converse negros.
— ¿! Hay alguien!?— grita alguien desde afuera. Me miro por última vez por el espejo. Mi respiración ya se era normal y me acerco a la puerta.
Yo solo salgo corriendo rápido, empujando al que había preguntado, y me voy a la salida con paso veloz.
Ya cuando llego a mi casa, una casa igual a las otras, pequeñas y en un barrio pobre. Entro rápido a mi habitación y me encierro. Me siento en mi cama grande y saco el cigarro de mis pantalones. Siempre los compro cada semana con el tal Frederic que vende la droga pero el era un idiota que no soportaba.
-¡Ya llegue!— esa voz… ese es mi madre, Hanna. Me levanto de la cama y me vuelvo a poner el cigarro en los pantalones y salgo de mi habitación viendo llegar a mi madre—Mírate, das asco.
No nos llevamos bien, mi padre nos dejo cuando era un bebe y ella se quedo conmigo, yo soy el que tiene que cuidar de los dos, traer la comida a la casa y el dinero, ella solo se emborrachaba y se quejaba de mi…
—Madre, hoy voy a salir en la noche y…
— ¿! Otra fiesta!? Lo único que haces es ir de fiesta en fiesta y venir drogado.
— ¡No vengamos hablar de ti! Tu siempre me las arruinas y te drogas haciendo que siempre te tenga que cuidar y abandonar a mis amigos—le apunto mi dedo haciéndome sentir cada vez mas molesto.
— ¡No me hables con ese tono!— ella se me acerca pero se enreda con sus pies y se cae.
— ¿Otra vez te emborrachaste?— yo solo la veo en el piso llorando y tratando de levantarse. Saco mis cigarrillos y le lanzo dos a la cara— ten para que estés feliz.
Vuelvo a mi habitación sin escuchar otra cosa de ella. Esta vez agarro un cigarrillo y lo pruebo. Me lanzo en la cama boca arriba mirando la pared mientras tengo el cigarro en la boca. Escucho el teléfono de repente y lo agarro de mis pantalones sin mirar de quien es la llamada.
— ¿Si?
— ¡William!- me dice la otra voz.
— ¿Andrew? ¿Que pasa?
—Te estamos esperando en la fiesta, ¿vienes?— podía escuchar música del otro lado del teléfono, me imagino que Andrew ya estaría ligándose a una o a mas.
—Si ya voy es que he tenido un problema— me levanto y salgo con el celular en la oreja— dentro de diez minutos llego.
—Bien— me dice el y trancamos.
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Fuera de las reglas
RomanceCamile acaba de llegar a ala ciudad de Los Ángeles. Después de pasar anos en Londres decide en volver a su ciudad natal. Ahí conocerá a William, pasaran una noche juntos que hará que sus vidas cambien.