Capitulo 5

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—Lo siento.—fueron las primeras palabras que escuche venir de mi amigo Diego a primera hora de la mañana. Era un lunes lluvioso. Yo me encontraba sentado en mi asiento esperando que llegara el profesor, no había nadie excepto nosotros dos, ¿Cómo me habría encontrado?

—Ya olvídalo—hablé aún molesto, sin mirar al rostro a mi amigo, tan solo mire al asiento vació de Javier, quizás extrañándolo un poco.

—¡Mírame a los ojos, Andres!—Diego tomo mi rostro haciendo que lo mirara fijamente, trague saliva al mirar sus preocupados ojos clavados en mi—L-lo siento.

—No hay problema—mire a otro lado intentado escapar de sus grandes manos.

—Siempre eres así.

—¿Así como?—pregunté confundido.

El timbre sonó, y segundos después el salón de clases empezó a llenarse, pero ninguno de los dos se movió de su sitio. Yo solo intente mirarlo por el rabillo del ojo a la vez que notaba a la gente entrar por la puerta, sobre todo llegue a ver a un chico de ojos verdes y cabello negro entrar.

—¿Te pasa algo, Andres? Estas muy rojo—hablo Javier al observar la situación en la que estábamos Diego y yo, seguramente se estaba riendo un poco por dentro—Mejor deja en paz a Andrés, tiene muy mal carácter.

—¿Escuche bien?—Diego río un poco amargado y una cara poco amable—¿Qué te pasa? Esto no es asunto tuyo.

—Parece que estas acosando a mi amigo así que si es asunto mio.

—¿''Amigo''?—hablo Diego confundido—No me vengas tu con estupideces.

—Chicos, ya empezó la clase. Todos a sus lugares—hablo el profesor, y yo como estúpido no pude pronunciar ninguna palabra.

—Te veo al rato, Andres—dijo Diego.

—Nos vemos, cariño. Aunque de todas formas estas al lado mio ¿no?—rió el chico de ojos verdes y ambos se sentaron en su asiento.

Estaba un poco perdido, y muy sorprendido por la actitud de ambos chicos ¿había oído bien? ¿me acaba de decir cariño? Espero que haya sido solo para molestarme. Deslicé mis manos por mi rostro un poco preocupado, intentando despertarme ya que aun tenia sueño, los días lunes no me agradaban mucho y menos si se empezaba con este alboroto. Pero en parte me maldigo a mi mismo por no haber dicho nada hace 2 segundos.

Entregamos los ensayos de biología, y el resto de la clase paso muy lenta, una clase muy pesada y no era culpa del profesor, si no de la tensión que yo tenia en mi cuerpo. Quería rápidamente salir de ahí, escapar de las miradas de Javier y de Diego. Quería desaparecer un rato.

La clase finalizo, y yo rápidamente colgué mi mochila en mis hombros y salí corriendo de allí. Escuche a Diego llamarme pero no hice caso, y me senté en las mismas gradillas de madera de siempre. No era muy buena idea, ya que posiblemente Diego me encontraría, y me di cuenta de esto cuando el rubio se acerco corriendo hacia donde yo estaba.

Tenia miedo, miedo de que me golpeara, que me reclamara algo, que me preguntara como es que era amigo de Javier. La situación podía estar peor, pero aun si era muy incomoda.

—¿Qué te sucede?—preguntó Diego una vez frente a mi y sentándose junto a mi. Mirándome fijamente, un tanto preocupado.

Me quede callado, no quería hablar con el. Después de todo el me había insultado ayer, yo era el que debería estar molesto, no el.

—¡Responde, joder!—reclamo Diego. No hubo respuesta por parte mía. Así que el procedió a tomarme de los hombros y agitarlos, se le veía preocupado—¡Amigo, dime algo!

Sin permiso alguno (YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora