Tangentes II

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Janine tenía los ojos rojos y se veía débil y pálido, más pálido de cuando estaba dormido. Estaba recargado en un montón de almohadas y el suero seguía conectado a su cuerpo. Una enfermera estaba sentada al lado derecho de su cama, que ya no tenía el diseño de las Tortugas Ninja, si no que ahora eran simples sábanas azules. La enfermera le daba de comer a Janine como si fuera un bebé, le tendía la cuchara llena de lo que parecía sopa de pasta y se la acercaba a la boca pero Janine no la abría.
—Bien, Mike. Me retiro—dijo Richard—volveré en un rato por las cosas.
—Bien—dije y me dispuse a abrir el plato con mi comida.
—Vamos Janine, llevamos así más de media hora, por favor come—escuché a la enfermera hablarle a Janine en tono dulce. No giré mi cabeza, me dispuse a escuchar comiendo en silencio.
—Janine...—suplicó la enfermera.
Escuché la voz de Janine, débil y quebrada pero no escuché una palabra con sentido, solo sonidos.
—Janine, por favor come—volvía a decir la enfermera. Giré un poco mi cabeza, lo suficiente para distinguir lo que estaba pasando. La enfermera seguía con la cuchara llena de sopa a centímetros de la boca de Janine. Janine ni parpadeaba. Estaba metido en su cabeza y veía que la enfermera estaba perdiendo la paciencia.
La enfermera pegó la cuchara llena de sopa a la boca de Janine y este se giró bruscamente y soltó un manotazo a la cuchara haciendo que esta saliera volando y cayera en el suelo con todo y comida.
—No...tengo hambre—logró articular Janine con gran esfuerzo. La enfermera soltó un bufido y recogió la cuchara del piso y la volvió a meter a la sopa. Dejé de masticar y miré asqueado lo que acababa de hacer la chica.
—Janine, no te pregunté si tenías hambre, te dije que comieras—volvió a acercar la cuchara a la boca de Janine y este la cerró con fuerza y comenzó a llorar con la boca apretada. Miré con preocupación a Janine y la enfermera se percató.
—No te preocupes chico, pasa todo el tiempo. Es un efecto que le causa la anestesia pero después de que come vuelve a tomar una siesta y despierta como nuevo.
Me alivió saber que era algo normal pero espantoso. Me daba lastima verlo llorando, con las mejillas y orejas rojas y lágrimas corriendo por sus ojos.
La enfermera se puso de pie y tomó lo que parecía una hielera y sacó más bolsitas iguales a las del suero. Me giré y seguí comiendo mi gelatina de naranja que sabía a jabón mientras escuchaba como los gritos de Janine aumentan. Cerré los ojos con fuerza y dejé que el sonido invadiera mis oídos dejando que mi corazón se estrujara un poco y sintiéndome muy mal por él.
Los gritos disminuyeron y la enfermera se me acercó.
—Lamento todo lo que ha pasado pero es algo habitual, si no come le tengo que inyectar vitaminas, hierro y más cosas reemplazando los alimentos y al parecer...le duele—dijo mirando a Janine con pena.
—¿Qué es lo que tiene Janine?—pregunté dejando de lado la charola dónde venía mi comida. La enferma abrió la boca para contestarme pero Richard irrumpió en la sala.
—Hola Michael, vengo por las cosas.
—Me retiro—dijo la enfermera sonrojándose. Oh, ya veo lo que pasa aquí.
La chica se fue y Richard se aproximó a mi camilla.
—Oye Richard, ¿crees que ya pueda hablar con Janine?—Richard miró a Janine al mismo tiempo que tomaba la charola y la mesita portátil.
—No lo sé, dale un tiempo y deja que duerma un poco. Para su cuerpo, tener inyectado tantas cosas es algo muy doloroso y cansado.
Richard se fue y me volví a quedar solo. Extrañaba hablar con Janine, casi no nos conocíamos pero me gustó intercambiar palabras el día en que lo vi por primera vez. Mocoso fastidioso dije mientras volvía a bajar de la cama haciendo los mismos movimientos. Un pie seguido tras otro y arrastrándolos y apoyándome en mi atril hasta llegar a la cama de Janine. Tenía los ojos cerrados y suspiraba cada diez segundos. No estaba seguro si estaba dormido o despierto y solo me limité a observarlo. Estaba pálido y tenía inyectadas muchas agujas que conectaban con un atril. Una de suero, otra que parecía sangre y colgando de un brazo había un pequeño tubo amarillo donde supongo que le habían inyectado el hierro y esas cosas. ¿Por qué enfermedad estará pasando que parece un niño muy sano pero a la vez parece que se va a quebrar con solo tocarlo? Janine comenzó a revolcarse en su cama tratando de buscar una posición cómoda y soltó pequeños gemidos. Me retire de ahí hacia mi cama y esta vez apoyé mi estómago y subí mis piernas de golpe. Solté un quejido por el dolor y mordí mi lengua al ver que Janine se revolvió pero no logró despertarse. Me acomodé de nuevo y miré a la ventana.
Sarah.
No quería pensar en mi familia, no me sentía bien en estos momentos y no quería volver a llorar desconsoladamente. Contuve mis ganas de llorar y traté de dormir.
Giré y giré en mi cama apoyándome en mi herida y quejándome del daño que yo mismo me estaba haciendo. Gruñía, gemía y me quejaba hasta que decidí que no tenía sueño.
Abrí mis ojos y lo primero que vi fue a Janine dormir plácidamente. Quería despertarlo, quería hablar con él y hacerme más cercano hacia el. ¿Habrá tendió otros compañeros antes que yo? ¿Cuándo fue la última vez que vio a sus padres? ¿Tiene hermanos? ¿Alguna vez su familia lo ha venido a visitar?
Sentí ardor en mi cara ya que últimamente Janine es lo único que está en mi cabeza aunque es normal ¿no? Es decir, el es al que casi veo todos los días, supongo que tengo que mostrar cierto interés en el y querer hacerme más cercano a él.
Pensé en volver a ir hacia su cama pero la doctora Karla entró en la habitación.
—Hola Michael, ¿cómo van esas heridas?—detrás de ella venía la enfermera morena llamada Lucy. Traía una libreta y masticaba la tapa del bolígrafo.
—Mejorando, supongo—miré a Janine. La doctora Karla siguió mi mirada y suspiró al ver el rubio en la cama.
—¿Has hecho algún lazo amistoso con el?
—No.
—Vaya. Bien Michael, vengo a hablar contigo acerca del...accidente. ¿Tú quieres hablar de eso?
Quería desahogarme y decirle a alguien como me siento pero no estaba seguro si estaba listo para compartir mi dolor.
—Supongo, pero no sé por dónde empezar.
La doctora Karla se sentó en un sillón y Lucy se puso a un costado de ella con la libreta y el bolígrafo lista para comenzar a escribir.
—Bien. Comenzare a hacerte unas preguntas, si no quieres responder a algunas de ellas está bien pero de verdad necesito que cooperes con esto ¿está bien?—traté de asentir pero no pude.
—¿Cómo era la relación con tus padres Michael?—pensé un poco. Antes, éramos una familia muy feliz, no teníamos problemas ni mis padres discutían pero no sé qué pasó realmente para que el lazo familiar se rompiera. Todo empezó con el trabajo de papá, llegaba tarde a casa y mamá comenzó a creer que le estaba siendo infiel aunque papá lo negaba todo. Nadie nunca supo la verdad. Desde ahí la confianza se fue acabando hasta llegar a lo que somos...a lo que fuimos.
—Mi...relación con ellos no era del todo fuerte. No les tenía mucha confianza y antes de ser un adolescente, incluso antes de la pubertad, nuestro lazo familiar se rompió. Si yo necesitaba una figura materna o alguien en quien confiar era en mi hermana Sarah.
La doctora Karla asintió y Lucy escribía todo el la libreta.
—¿Me puedes hablar un poco de tu vida escolar o social?
—Curso primer año de preparatoria, conozco mucha gente y me llevo bien con ellos pero no hay nadie al que pueda considerar un amigo de verdad, mi mejor amigo se mudó a otro país hace dos años y desde ahí me ha costado mucho establecer confianza con alguien rápidamente. Juego en el equipo de tennis de la escuela y estoy en la banda escolar, toco el saxofón.
—Muy bien Michael, se ve que eres un alumno muy bueno.
—No bueno, sino callado.
La doctora volvió a asentir.
—Michael, háblame de lo que tu hermana era para ti.
Abrí la boca pero un nudo en la garganta me hizo volver a cerrarla. Los ojos comenzaron a arderme, había olvidado parpadear. Tragué saliva que se me atoró en la garganta y cuando dije mi primera palabra, sonó como un graznido. Me aclaré la garganta y comencé a hablar lo más claro que pude.
—Sarah...es...era...dos años mayor que yo. Al principio no éramos muy unidos, simplemente éramos hermano y hermana. Ella tenía sus asuntos y yo los míos pero a medida que íbamos creciendo, notamos cierta tensión que nuestros padres transmitían y nos hicimos aliados. Ella me protegía de todo—se me fue la voz y me detuve un momento al recordar por todo lo que habíamos pasado y estaba en deuda con ella, ni siquiera fui capaz de demostrarle cuánto la quería— Después de la primera pelea de nuestros padres me afectó mucho. Creo que yo tenía como siete años y ella, de nueve, me cuidó muy bien. Desde ahí éramos nosotros dos contra nuestros padres. Yo...—la voz se me quebró y no pude evitar hacharme a llorar—Yo...la quería. Ella no se merecía esto. Era muy buena... ¡Ella no merecía morir! ¡No puede estar muerta!—negué con la cabeza descontroladamente y el cuello comenzó a dolerme. Los sollozos no paraban y las lágrimas empapaban la bata.
—Michael, Michael—se acercó la doctora Karla y comenzó a acariciar mi cabello—Tranquilo Michael. Hay cosas que no se nos hace justo que sucedan pero así es como está escrito el destino y no podemos hacer nada para cambiarlo. Yo también perdí a mi esposo hace seis años en un accidente de auto. Al principio no podía creerlo y se me hacía injusto y caí en una depresión pero con terapias y ayuda y sobre todo gente que amo, me hicieron darme cuenta que aunque cosas horribles pasan la vida sigue. Yo aún amo a mi querido Pete y no me he vuelto a enamorar pero seguí viviendo, no deje que eso me detuviera, sino me ayudó a ser una persona más fuerte y a superar el dolor que te deja una persona amada. Es...como ser una rosquilla. Tienes un agujero en el centro pero aprendes a vivir con eso.
Las lágrimas habían cesado y la doctora Karla me sonrió dulcemente. Sorbí mi nariz.
—Yo...no me pude despedir de ella.
—No te culpes por eso, no te culpes por su muerte. Se fuerte Mike, confió en ti—la doctora revolvió mi cabello oscuro y se giró hacia la salida.
—Oh, hola Janine—dijo sonriente. Me giré rápidamente lastimándome un poco el cuello y ahí estaba Janine sentado en su cama mirándome preocupado. ¿Desde cuándo estaba despierto? ¿Cuánto habrá escuchado de la conversación? Aparté mi mirada sonrojado...¡¿Me vio llorar?! La doctora Karla salió de la habitación junto con Lucy que noté que se estaba secando unas lágrimas.

Líneas (Yaoi/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora