Su cabeza iba a explotar, definitivamente reventaría al más mínimo movimiento.
Después de que Natsu la rescatara de tomar una decisión estúpida, por millonésima vez en su vida, se dedicó el resto de la noche a bailar con él y a acabar con la barra de bebidas entre los dos.
Ginebra, tequila, ron, vodka y cerveza. Todo eso fue lo que tomó durante toda la fiesta, sin detenerse a pensar en las consecuencias que tendría al día siguiente por mezclar todas estas bebidas.
A pesar de todo no se sentía arrepentida. Al contrario, había disfrutado muchísimo en compañía del pelirrosa, y el hecho de que el chico fuera también un fanático de las bebidas puras y calientes hacía que le agradara aún más; ya hasta lo estaba considerando un compañero de copas en potencia.
Pero en ese momento todas las horas de diversión vividas al día anterior le estaban pasando factura con un dolor de cabeza de nivel descomunal.
Eran las once de la mañana cuando decidió, por fin, salir de su cuarto. Sin embargo no llegó muy lejos. Pretendía bajar a la cocina a buscar una enorme taza de café caliente, pero el malestar no le dejó avanzar más allá de la puerta de su habitación, así que cambió de rumbo y se dirigió a la entrada de la alcoba de Natsu.
Tocó la puerta dos veces y, a los pocos segundos, una voz sacada de una película de terror le indicó que podía pasar.
Natsu estaba tirado en su cama, boca abajo, aferrando la almohada encima de su cabeza para crear una inútil barrera que alejara el sonido. Lucy se acercó a la cama y se lanzó al lado del chico, percatándose de que él sólo llevaba puesto su pantalón de jean, dejando expuesta su muy marcada espalda.
Queriendo jugar un poco deslizó sus uñas a lo largo del dorso del pelirrosa, creando un espasmo en el chico y haciéndole emitir un gemido ahogado. Ella rio ante su reacción.
-Estás tentando al demonio, querida Luce- susurró Natsu, con un tono de voz bajo.
-Dudo que el demonio me haga algo- se burló ella.
Natsu retiró la almohada de su cabeza y le dedicó una mirada de incredulidad, como diciendo que era mejor que no lo retara.
-¿A qué debo tu visita?- preguntó al rato.
-Quería ir a la cocina por una buena dosis de café, pero con esta jaqueca que cargo no quise caminar mucho, así que vine a ver si podías ser tan amable de buscármela- dijo, como si nada-. Pero veo que estás mucho peor que yo- decretó, entre risas.
-Muy graciosa- dijo sarcástico-. Bebí la misma cantidad que tú de alcohol ayer, así que estamos en igual estado.
-¡Oh, no! Nada de eso, querido- desechó ella-. Tú estás mucho peor que yo. ¡Por Dios! Vete en un espejo. Te ves horrible. Yo en cambio me veo tan linda como todos los días.
-Creo que tienes un ego un tanto pequeño, me preocupa que puedas sufrir de depresión con esa falta de autoestima tan grande que tienes.
Lucy soltó una carcajada estruendosa. Aunque luego se arrepintió porque el movimiento brusco le provocó un aumento del dolor.
Natsu se burló de ella por eso.
-Vamos a ver si conseguimos café- dijo ella, tomándolo de un brazo y tratando de sacarlo de la cama.
-No, Luce- suplicó Natsu-. No quiero salir de aquí en al menos dos meses- decretó.
-Pues tendrás que hacerlo porque hoy nos toca clases reformatorias en la tarde- respondió con una mueca de asco-. Vamos, acompáñame, por favor.
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Reformatorio Fairy Tail
FanfictionLucy es una gran chica problema. Su padre está harto de sus desastres. Transferida de un día para otro a un Instituto Reformatorio, Lucy hará lo que sea para salir de lo que ella llama "su castigo", pero la vida es sucia y esto termina siendo más di...