-Capítulo 1-

17 2 0
                                    

Caminaba lentamente mientras escuchaba las indicaciones que Jack me daba... ó al menos eso pretendía hacer.

-¿Entendiste?

-¿Qué?- soltó un bufido.

-¿Ves esas rocas?- señala la pared con grandes y puntiagudas rocas, siempre les he tenido miedo. No se exactamente de que color sean pero me da miedo el toque que la oscuridad les da.- Tendrás que escalarlas, o sea que tendrás que subir en ellas- explicó- hasta arriba, donde hay una tabla de madera. Tendrás que golpearla un par de veces para que puedas salir.

Jack lo decía con tanta simpleza que parecía fácil, y dudo que lo sea.

-¿Estamos listos?- la voz de Bocón suena detrás de nosotros. Nos volteamos hacia él.

-Si- responde Jack, yo solo asiento. No creo ser capaz de hacer esto.

Jack nos deja solos, para buscar a Annie. Cuando ya no lo veo abrazo a Bocón con las pocas fuerzas que me quedan. El corresponde mi abrazo después un tiempo.

-Te quiero- susurro sin despegarme de él. La última vez que le dije a alguien "Te quiero" fue a mi mamá, hace ocho años. Era extraño para mí volver a decir nuevamente esas dos bellas palabras, quería que supiera que lo quiero, que lo aprecio mucho.

-Yo también te quiero Alex, eres mi mayor orgullo- sonreí.

-¿Te volveré a ver?- pregunté separándome del abrazo.

-Seré el último en subir, estaré cuidando que nadie venga.

No quería hacer esto, tenía miedo. Miedo de no poder llegar hasta arriba y ayudar a los demás. Miedo de que alguien se quede aquí. Miedo a salir y que el exterior no sea como me lo he imaginado. Miedo a fallar.

-Tengo miedo- dije casi inaudible.

-Tranquilo, no pasará nada...

-¿Y si si? ¿Qué pasa si no llego? ¿Si nos encuentran? Es que yo... yo no... no quiero volver ahí.

Volvió a abrazarme con un poco más de fuerza.

-No dejaré que eso pase. Yo estoy aquí, no te mereces esto, ni nadie.

-Es que si algo te pasa... no... no soportaría perderte a ti también- mis ojos ardían, por la cantidad de lágrima que estaba reteniendo.

-Shh vas a estar bien pequeño- me sentía vulnerable, más de lo normal. Hacia mucho tiempo que nadie me llamaba así.

Dejé que las lágrimas cayeran sobre mis mejillas.

Una media hora después... creo. Tomé el valor y volví a acercarme a mi amigo.

-Esto es una soga. Tienes que amarartela, rodeando tu cintura y la aprietas lo mas fuerte posible. Te ayudará a no caer si resbalas.

Todavía no habían sanado mis heridas, en especial las del pecho y costillas. Con trabajos podía mantenerme de pie.

Tome la soga y me la amarré, lo mas que mi cuerpo pudo soportar. Respiré hondo antes de comenzar a subir.

-Alexander- hablo Annie para luego abrazarme.

Annie no hablaba mucho, ni tampoco mostraba mucho cariño. Y cuando lo hacía era por una ocasión muy importante o por algo que ella recordara. Es buena chica y como todos a sufrido, eso es todo.

-Tu puedes- me dijo al oído antes de soltarse.

-Una cosa más Alex- habló Jack cuando Annie se alejó de mi- Nos veremos en las montañas del oeste.

-Iras conmigo ¿no?- pregunté con temor.

-Claro... si pasa algo corres ¿si? Corres hasta hallar una ciudad, un lugar donde refugiarte... nos vemos a lado de "La estrella dorada".

No entendí bien lo que dijo, el lugar tenía un nombre raro, igual asentí aunque no pudiera verme.

Los nervios y el miedo me invadían de nuevo. Pero yo ya tenía mi solución: si lo logro me iré al lugar donde Jack me dijo y comenzaría a vivir, y si no. Si nos descubren yo mismo me mato antes de volver al "cuarto de cristal". Así me evitaría mucho dolor.

Comienzo a subir por las rocas, sentía que alguna de ellas me jugara una mala broma y cayera. Intenté recordar los mejores momentos de mi vida eso ayudaría a tranquilizarme. Comencé por los cuentos que mamá solía contarme cuando no podía dormir. Esos cuentos de hadas que hablaban sobre superhéroes y villanos, donde todo terminaba en un final feliz.

Cuando por fin llegué hasta arriba, me topé con una pared, ó en este caso la "madera" que tenía que empujar para poder salir de este horrible lugar. Y así lo hice, me dolían las piernas y la espalda pero intenté ignorar el dolor.

Después de empujar la madera, cerré los ojos con fuerza al sentir la luz entrar por mis ojos.

-Vamos, ya casi lo logras- gritó Jack.

Intenté adaptarme a esta nueva visión lo más rápido que mis ojos podían. Tomé fuerza en mis brazos y como pude salí de ahí. Volví a cerrar mis ojos y con mis manos hice una pequeña casita alrededor de ellos para poder ver mejor.

-Suban- escuché la voz de Bocón abajo de mi.

Poco a poco fui quitando mis manos de mis ojos, sintiendo una extraña textura del piso. No era duro y frío como acostumbraba, era más bien, raro. Lleno de tierra de un color diferente. Tome un puño de tierra en mi mano derecha para verlo mejor: eran pequeños granitos de tierra, diminutos y muy calientes.

Comenzaba a sentir calor por todo mi cuerpo, los sonidos de la puerta golpear me hizo salir de mis pensamientos. Me arrastre un poco para ayudar a los demás a salir. Al parecer estábamos bajo tierra... muy muy abajo. Me asomé y pude ver como los guardias del amo entraban mientras que otros subían rápidamente. El miedo me invadió, no sabía como ayudar desde aquí arriba.

-¡Vete!- gritó Jack- ¡Lárgate de aquí!- me hizo una señal con la mano, indicándome que me alejara. Sin embargo no lo hice. No iba a dejar que todos fueran castigados por mi culpa. No otra vez.

Siento un golpe en la cabeza.

-¡Corre!- grita enfurecido Bocón. Y ahí es cuando reacciono. Me levanto y mis pies se hunden en la tierra y me alejo de ahí.

Corrí lo más rápido que mis pies y mi cuerpo podían soportar. Tenía calor y después de varias horas, las costillas comenzaban a arderme.

Tiempo después, el sol fue bajando hasta que se volvió gris. Fue ahí cuando por fin encontré una ciudad como me había dicho Jack, un pequeño refugio; y si corro suerte esa podría ser "La estrella dorada".

Prisioner Donde viven las historias. Descúbrelo ahora