Capitulo 2: Una noche eterna

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Laura

Algo me estaba siguiendo desde hacía ya un rato, o eso creía. Tenía miedo. Empecé a caminar rápido, pero cambié de dirección; decidí ir en la que había ido Rai, quizás lo encontrara aún despierto.

Al cabo de un rato llegué a al lugar donde me había despertado aquella mañana. Era ese sitio, pero estaba diferente a como lo había visto la última vez. La mayoría de los árboles estaban rajados, algo lo había destrozado todo. Se había abierto un camino distinguido por árboles caídos y hierba pisoteada recientemente en la dirección a la que había ido Rai. ¿Y si había seguido al chico?

Me armé de valor y continué hacia delante. El camino seguía y seguía, ya estaba cansada pero quería continuar. Empecé a marearme, al cabo de un rato tuve que sentarme. No era un mareo normal, el bosque lo transformaba en el máximo sufrimiento. Todo se movía a mi alrededor pero distinguí una voz que me decía "corre, Laura por Dios hazme caso". No entendía nada de lo que estaba pasando.

Algo apareció detrás de mí, noté su presencia. Justo en el momento en el que me daba la vuelta, vi como una flecha volaba por los aires acertando a la primera en el pecho de una criatura que ni siquiera sabía que existía. Calló de bruces contra el suelo. Era de un color grisáceo, pero era una especie de tigre mezclado con lobo, por lo que era enorme; el doble de peligroso.

Esto debía ser un sueño, no puede ser verdad que haya estos animales en los bosques, por muy especiales que sean estos. En cualquier momento me despertará mi madre e iré a clase, veré a todos mis amigos y olvidaré todo lo que me está pasando ahora mismo.

Otra vez esa voz llenaba al completo mi cabeza diciendo "te dije que no te dejaras matar, sal de aquí, estás en peligro". Intentaba averiguar de dónde venía, ¿quién era capaz de meterse en mi cabeza para decirme eso? Por segunda vez en poco tiempo, volvió a hablar: "Si no quieres irte pues vale pero haz el favor de darte la vuelta ya".

Me di la vuelta al instante. Rai estaba apoyado contra un árbol, como si acabase de correr una maratón. Tenía el cabello chorreando y me miraba con cara de pocos amigos. Un arco colgaba de un brazo, y el otro, estaba... estaba sangrando.

Dios mío.

-¿Qué te ha pasado?- pregunté, temiendo la respuesta. En realidad, la sabía.

-Podrías haber muerto, ¿lo sabes? Por tu culpa casi nos matan a los dos- estaba enfadado- Te dije, corre, sal de aquí. Pero no, tú tienes que quedarte ahí plantada sin hacer nada.

-Pero yo no sabía qué era esa cosa ni si eras tú el que lo había matado...-me interrumpió maleducadamente.

-Me da igual lo que creyeras, hice mal en traerte aquí. Por la mañana te llevaré al pueblo y no nos volveremos a ver jamás. Se acabó. ¿Capicci?

-Yo no tenía por qué saber que esa criatura iba a herirte el brazo. Ni siquiera sabía si estabas por aquí cerca. Yo me largo, si me matan será una buena noticia para ti.- dicho esto, me di la vuelta y me fui corriendo por si acaso me seguía.

Al cabo de un rato me entró la risa por estar hablando entre dientes. Y pensar que Rai me estaba dando órdenes. ¡Ja! Como si le fuese a hacer caso a un chico que vive en un bosque y sale de él un par de veces por semana. No tiene vida social y ahora quiere atraparme a mí para hacerle compañía.

-Laura no te quedes ahí quieta, Laura corre, Laura haz esto, Laura haz lo otro...- parezco una niña de seis años, me dije para mí misma mientras me reía.

Quizás pueda llegar al pueblo yo sola, tendría que haberle preguntado la dirección. Supongo que se podrá llegar por varios sitios. Emprendí mi camino a un lugar que no tenía ni idea de dónde se encontraba. Creo que me estoy volviendo loca, es este bosque. Si salgo de aquí con vida, que espero no volver a preguntarme eso, no volveré a ser la misma.

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El bosque de las almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora