Laura
Lo cierto era que le estaba cogiendo cariño al chico, olvidando el tema de que solo había sido majo conmigo cuando intentaba que bajara del árbol para llevarme al pueblo.
Bueno, tengo que centrarme, un desconocido ha lanzado una flecha y ha matado a esa cosa. Entonces, hay más humanos que habitan en el bosque. Puede que nos hayan hecho un favor, pero no puedo restar las posibilidades de si son enemigos o no.
Vi moverse a Rai, intentaba bajar del árbol. Creo que quiere hablar con la persona que disparó la flecha negra. Genial, un motivo más para preocuparse.
-¿Qué haces? No hace falta que ahora te hagas el héroe, que ni se te pase por la cabeza bajarte de aquí mientras esa persona ande cerca...
-Cállate. Esas flechas no son normales, tienen inyectado un veneno muy fuerte que deja sin respiración en cuanto se pone en contacto con la piel. Son tan caras que solo se las pueden permitir el Rey o sus soldados mejor pagados. Necesito comprobar si es correcta mi teoría. Tú quédate aquí y no hagas ruido, vuelvo ahora.
-Te espero aquí, pero por Dios te lo pido, no hagas ninguna estupidez.- al ver que asintió con la cabeza, me tranquilicé un poco, pero no del todo.
Rai
Tenía que averiguar quién o quiénes eran, pues de ser soldados de guerra, irían en grupos de 20, por lo menos.
Avancé varios metros, aunque sin separarme demasiado del árbol donde se encontraba Laura.
-¿Hay alguien ahí?- nadie contesto, pero sé que está observando- Me llamo Rai.
Un chico de unos 3 o 4 años más que yo apareció a mi derecha con una espada bien afilada en una mano y un escudo en la otra.
-¿Rai? ¿Eres tú?- asentí con la cabeza sin reconocer al chico.- Soy Peter, jugábamos juntos cuando éramos pequeños. ¿Te acuerdas de mí?
-¡Claro! Me ayudaste a superar mi... mi pérdida. ¿Qué te trae por aquí?
-Me han mandado al bosque a buscar algo, pero los de mi grupo aún no me han dicho lo que es. Lo cierto es que tengo intriga.
-Aquí no hay gran cosa, unos cuantos animales extraños, frutas exóticas que saben muy bien... A parte de eso solo hay árboles y hierba.
Apareció otro chico, pero este iba corriendo hacia mí. Tenía varias flechas negras en un carcaj y un arco colgado del hombro.
-Ahí estás, muchacho. ¡Atrapadle! – varios soldados se abalanzaron sobre mí.
Me moví más rápido que ellos y acabaron todos tumbados en el suelo. Miré a Laura, quien me estaba observando con cara de preocupación. Empezó a moverse lentamente, creo que quiere bajarse. Le lancé una mirada tranquilizadora mientras los soldados se levantaban de la hierba.
-¿A qué habéis venido? No he robado nada esta vez.
El soldado del arco dio un paso al frente.
-El Rey solicita tu presencia, Rai el fuera de la Ley, hijo de Marco y Dina,...
-Basta, ¿por qué quiere que vaya?- fue entonces cuando sonrió.
-Hace un par de días, la campesina a la que robaste manzanas aquella vez, vio que seguías vivo. Comentó que ibas tapado con una capucha negra y que estabas ayudando a una chica que estaba tumbada en un camino del pueblo. Exige que tú y esa chica valláis a hablar con él.- me quedé boquiabierto, ni de broma iba a dejar que ese Rey tocara siquiera a Laura.
-Ya, pues yo no voy a hablar con él, decidle que si quiere que hablemos, que venga a mi casa- señalé a todo mí alrededor.
-Debemos llevarte ya, dice que si no vais por las buenas, que acababemos contigo por las malas.
Todo sucedió muy rápido. Detrás de mí apareció otro guardia, que me sujetó las manos y me dio un golpe en el estómago. Pero desde arriba empezaron a caer piedras, muchas, a todos menos a mí. Una personita delgaducha, Laura, bajó de un árbol y se quedó mirándome. De la que venía caminando hacia mí, un guardia hizo amago de levantarse, mala idea pues ella le dio tal golpe en la entrepierna que le dejó sin respiración.
-Así me gusta, pero, ¿cómo te las has arreglado para tirar tantas piedras a la vez?- ella miró hacia arriba.
-Tengo mis trucos.
La miré extrañado, pero no le di más vueltas.
-Vale, tenemos que irnos, si se despiertan pronto, nos encontrarán. Y no podemos dejar que nos lleven con ellos, ¿entendido?
-Sí, mi capitán- dijo Laura riéndose por lo bajo.
Laura
Continuamos caminando por el bosque, aunque estaba amaneciendo, era peligroso.
-¿Para qué querrá vernos el Rey? Es decir, a mí no me conoce.-aunque eso no era del todo cierto.- ¿Qué quiere de mí?
-No lo sé y me da mal rollo lo que te pueda hacer. No lo subestimes, Laura. Me he propuesto mantenerte a salvo, pero me he planteado no llevarte al pueblo. Lo cierto es que me gusta tu compañía, puede que no lo parezca pero me gusta tener alguien con quien hablar.- su sonrisa parecía verdadera.
-Ya, bueno, yo he estado pensando que si no sé dónde está mi familia, me vendría bien alguien en quien confiar... –no sabía cómo continuar.
-Se ha dónde quieres llegar. Sí, puedes quedarte conmigo todo el tiempo que quieras. Pero con una condición.
-Dime, lo que sea.-la verdad era que ahora estaba intrigada.
-Que vengas a mi cabaña a pasar la noche, no quiero tener que volver a perseguiste por el bosque, ¿vale?
-Si... ¿Puedo pedirte algo?- asintió con la cabeza- ¿Me enseñarías tiro con arco para cazar y poder defenderme?
-¡Claro! No te iba a dejar estar aquí sin saber defenderte, ¿qué te creías?
Me saqué del bolsillo unas ciruelas y le di la mitad a Rai.
-Toma, las he cogido ahí arriba- él las cogió mientras yo ya me estaba comiendo una- mientras tú hablabas con los guardias.
La verdad es que estaba riquísima. No entiendo por qué él estaba examinándolas tanto tiempo. En ese momento, se le escapó un grito ahogado y me miró.
-¡Laura! ¡Son tóxicas! ¡No te las comas o te...!
Empecé a verlo todo borroso y sentí que me caía al suelo.
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El bosque de las almas perdidas
FantasyEl Bosque puede ser peligroso si no sabes con qué criaturas te puedes encontrar. Corre, defiéndete, huye y trepa para sobrevivir. No confíes en nadie, quien menos te esperas puede traicionarte. Aunque el enemigo no siempre es quien tú crees...Y lo m...