Día uno.

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-No entiendes!?, Estas enfermo y no puedes hacer nada para solucionar esto-gritaba mi madre mientras me perseguía.

Todos los días era igual, me negaba a tomar pastillas, ella se enojaba y amenazaba con hecharme de la casa, al parecer le gustaba colocarme en una situación incómoda, en donde me hacía elegir entre mi bienestar y el de la familia.

-Deberías de ser más considerado, tu padre trabajando para poder pagar tus estudios y tu de vago por la calle leno.

Odiaba mi nombre, había tenido problemas por el, según mi madre era lindo, considerando que tengo nombre de gato irlandés llegando a sus últimos años de vida, sí, mi madre era astuta.

-No tengo la culpa de que haya elegido irse mamá - le respondo con voz monótona.

Como era de esperar, mi madre se dirige a su cuarto derramando un mar de  lágrimas, malcidiendo mi nombre y acusándome de "malagradecido".

Decido salir a despejar mi mente,  estas discusiones habían comenzado hace tres años, mi padre no aceptó que su hijo tuviese un problema y con la estúpida excusa de ir a trabajar, abandonó su hogar.

-Hey! Leno!- habló Charles, lo conocía desde los diez, era alto y delgado, su cabello era largo y rojizo, tenía unos quince años, su padre, un drogadicto de alto nivel, vivía fuera del país, y su madre, una de las tantas damas que entregaban su cuerpo a cambio de remuneración se encontraba en un hospital.

-hola Charles.

-dime ¿ iras esta noche?- sabía que no debía, pensando en mi salud tanto física y mental, pero necesitaba salir de casa.

-claro, porque no.

Deseaba alejarme de la droga en que se había convertido mi vida, quería poder olvidar todos los malos momentos, y supuse que si asistía, seria mucho mas sencillo.






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