Una Hora.

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Ingresé a esa habitación, de esas con cuatro paredes de un tono anaranjado, con las ventanas cubiertas por unas inmensas cortinas que llegaban hasta el suelo, un poco amarillas, o sólo eran de otro tono anaranjado que no pude distinguir por la luz que las penetraba. Sentada se encontraba ella esperando a que yo hiciera lo mismo, me sonrió de manera educada invitándome a sentarme frente a sí mientras mis manos de a poco temblaban. Respiré hacia mis adentros y noté cómo me costaba hacerlo, no porque estuviera enferma, era algo más allá de eso.
Hablamos, hablamos por una hora como muchas de las veces que nuestros encuentros ocurren. Una hora, y tres minutos sentí cómo me moría porque sabía que todo lo que se acotaba era con un fin lógico.
Sé que le habré dicho cuánto odiaba pasar esa hora ahí, haciendo lo que hacíamos, hablando o simplemente viendo cómo me observaba pero aunque tenía la posibilidad de dejar de ir, terminaba volviendo, supongo que por el simple hecho que me gustaba creer que en cierto punto a alguien le importaba eso, al menos por compromiso.
 
No me gusta hablar con nadie sobre determinadas cosas, pero insiste en hacerlo, es su trabajo claramente, por eso por más que me esté ahogando con cada palabra que intente decir nunca le mostraría que me duele todo eso, sé que lo sabe, pero no se lo mostraría.

Estuve diez días, diez días sin verme al espejo me di cuenta que durante diez días me sentí mejor, sin necesidad de estar mal, estaba bien, volví de esos diez días, lo primero que veo es un espejo, lo primero que siento es angustia, lo primero que reconozco me decepciona.
Se lo comenté, le conté toda la presión en el pecho que sentía cada vez que me encontraba en una situación así, toda la tristeza que me invadía, toda la frustración cada vez que me veía. Como si fuera un tema nuevo para hablar, sólo asintió mientras trababa de explicar todo lo que me generaba. Dios, cómo odiaba eso. Explicar algo que ni yo entiendo.

Le comenté antes de irme que creía que me gustaba demasiado eso y sólo se limitó a anotarlo en un cuaderno mencionando así que tal vez en realidad me gustaba sentir la necesidad constante de una sensación fuerte a la cual ya estaba acostumbrada. No querida, no me gusta sentir una sensación fuerte a la cual ya estoy acostumbrada, me gusta sentirme así por un masoquismo propio el cual estoy segura que todos poseemos y porque al final de día aunque de la peor manera me doy cuenta que estoy viva.
En cierto punto me asusta querer esta sensación a tal punto de buscarla y no querer dejarla ir, al menos en el momento no soy consciente de eso o al menos quiero creer eso para sentirme menos culpable.
No sé cómo explicárselo porque hacerlo también implica asumir que esto me está consumiendo, admito que es un problema de esa manera, pero desconozco mi ser sin esto, no creo ser algo sin esto.

Me da vergüenza explicárselo porque sé que no está considerado de la manera más normal ello, pero por más que quiera dejar de ser, sentir todo esto, una parte de mí no quiere dejarlo ir, porque sin ello, desconozco la vida misma que en un principio hube obtenido.

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