Prologo

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— Recordamos a todos los estudiantes nuevos acercarse a sala de registro para reclamar su horario asignado.

La voz de la mujer se escuchaba por todos los altavoces de los pasillos en la universidad. Algunos intentaban seguir sus órdenes, otros pasaban por alto su anuncio, por no decir que no podían escucharlo gracias al ruido de todas las personas corriendo de un lado a otro intentando llegar a tiempo para su primer día de clases en la universidad.

Ese no era mi caso, bueno, no del todo. Es mi primer día, pero no mi primer año.

Es normal que siempre al inicio de cada semestre pase esto. Los primiparos, como suelen llamar algunos a las personas que recién entran a la universidad, son los que forman el descontrol.

Cuando ya es tu tercer año eres ajeno a todo eso. Conoces el lugar, los profesores, los alumnos y todo lo que implica ser universitario, así que por lo tanto no te preocupas por algo tan "descabellado" como llegar tarde a clase.

Recuerdo que la última vez que pise este lugar fue hace dos meses, y a diferencia de hoy, ese día iba en dirección contraria.

— Mis vacaciones no fueron la gran cosa, pase desvelándome todos las noches viendo Netflix y creando mi vida perfecta cuando intentaba dormir. Algunos días llamaba a Consuelo y Manuela, pero intente no hacerlo mucho.

» Fingí emoción e interés por las asombrosas historias de las vacaciones de mi familia a la finca de tía Verne. Intente por muchos días leer a J.K Rowling pero siempre lo aplazaba para el día siguiente. Lo cierto es que, hasta el día de hoy ni siquiera he abierto su primer libro. Pase muchas tardes en el balcón de mi habitación intentando tomar unas cuantas fotos del atardecer, pero era como si la antigua casa del árbol en la que jugaba de niño no dejara que fotografiara al paisaje sin ella estar en él.

— En conclusión... ¿No hiciste nada en vacaciones?

— No —respondí en dirección a Miss. Collins—. En absoluto.

— De acuerdo, puedes sentarte, Connor — seguí su recomendación y repose mi redonda retaguardia en el pedazo de madera cuadrada detrás de mí—. ¿El siguiente?

Tal vez creas que mi vida no es nada interesante, en absoluto. Y puede que tengas razón, mi vida después de graduarme de la secundaria no fue la gran cosa; tal vez si haya tenido muchos trabajos, me la pasara muchas noches sin dormir, corriera de un lado para otro o me arrodillara en frente de Mr. Morgan para obtener una ayuda a final de semestre.

Aun así no hubo grandes sorpresas o cambios durante este tiempo.

Bueno, hasta este año. 


El Violinista Donde viven las historias. Descúbrelo ahora