Capítulo 1

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(Punto de vista de Barry)

Mi nombre es Barry Allen y soy el hombre más rápido del mundo.

El día en que fui alcanzado por el rayo durante la explosión del acelerador de partículas de laboratorios S.T.A.R. mi vida cambió completamente. Era un simple médico forense y me transformé en Flash, y junto a mis nuevos amigos, combatimos el crimen y detenemos a otros metahumanos como yo que usan sus poderes para hacer el mal.

Ya han pasado dos años desde que conseguí mis poderes y me he enfrentado a numerosos retos: el Capitán Frío, el Flash Reverso, Zoom..., ¡Incluso viajes interdimensionales! Pero a día de hoy creo que mi mayor enemigo soy yo mismo.

Tras el asesinato de mi padre a manos de Zoom, me encerré en mí mismo y en mi pena. No quería a nadie cerca, ni siquiera a Iris, su presencia me recordaba todo lo que había perdido a lo largo de mi vida; primero mi madre, con cuya muerte tuvo que cargar mi padre encarcelado en Iron Heights pese a ser inocente de los cargos. Tuve que irme a vivir con el detective Joe West y su hija Iris, al principio me negaba a ello e intentaba escaparme siempre que podía, finalmente comprendí que estar con ellos era lo mejor que podía pasarme hasta que consiguiera exculpar a mi padre. Y ahora, apenas un año después de conseguir ponerle en libertad, perdía a mi padre. Volví a sentirme ese chiquillo asustado que llegó a casa de los West y necesitaba alejarme de todos y de todo.

A la única a la que toleraba era a Caitlin, no sabía exactamente por qué, pero era la única capaz de hacerme olvidar lo que estaba viviendo, y poco a poco dejé que Cisco la acompañase en sus visitas a mi retiro, que yo sabía que eran su modo de controlar que seguía comiendo y no me estaba descuidando como la primera semana que desaparecí. Mi amiga me encontró en mi antiguo apartamento completamente a oscuras y tirado en el suelo inconsciente. Debido a mi organismo acelerado no podía emborracharme, pero había descubierto que si pasaba un par de días sin comer e ingería una cantidad considerable de alcohol podía pasar directamente al mareo y acabar sumiéndome en un sueño tranquilo sin recuerdos. Una semana sin comer y bebiendo una media de cinco botellas de whisky al día me habían dejado en un estado lamentable. Caitlin me ayudó a acostarme en la cama y fue a la cocina para ver qué podía prepararme para comer. La recuerdo despotricando contra mi falta de alimentos, no era un secreto que una vez obtuve mis poderes me acostumbré a hacer las cosas en el momento y apenas hacía compras para almacenar en casa, sino, que vivía al día. Finalmente apareció por la puerta de mi habitación llevando una bandeja.

- Llevas una semana sin comer nada - dijo sentándose a mi lado en la cama - creo que es mejor que nos tomemos con calma los sólidos hasta que tu estómago se fortalezca - y me puso delante un cuenco de sopa - en la cocina hay más.

Me tendió la cuchara con una sonrisa y una mirada suplicante. Cedí. Había algo en esos ojos que me hicieron replantearme mis decisiones de aquellos días. Me llevé la cuchara llena de sopa a la boca y cerré los ojos al notar la sensación tan agradable del líquido caliente devolviéndole la vida a mi maltratado estómago.

- Gracias - dije volviendo a mirar a mi amiga antes de terminarme el resto de sopa y el resto que quedaba en la olla.

- Tú harías lo mismo por mí, Barry - contestó ella restándole importancia.

Al día siguiente vino cargada con bolsas de la compra y acudí a la puerta para ayudarla. Apenas hablábamos, ella sabía que el silencio era lo mejor que podía ofrecerme en ese momento y yo me sentía bien sintiendo su presencia a mi lado mientras me comía el arroz tres delicias que me había preparado un rato antes en la cocina. Después de comer, me convenció para que me asease un poco, mi barba era demasiado espesa y pronto parecería un ermitaño. Mientras estaba en la ducha ella abrió las ventanas de la vivienda y dejó que la luz y el aire las invadiera de nuevo. Recogió algunas botellas que seguían desperdigadas por mi habitación y el salón, y dejó mi correo perfectamente ordenado en la mesa del café. Cuando salí del baño, mi apartamento volvía a ser habitable, miré a Caitlin que me sonreía ampliamente desde la cocina mientras tomaba una taza del café que acababa de preparar.

No creo en un mundo sin ti (The Flash - Snowbarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora