II

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Por la mañana veo cómo Natalie, sin despedirse, sale con Gustav y otros lugareños como parte del cortejo fúnebre que llevará a la Sra. Schafer al lugar donde será sepultada. Siento su indiferencia pero asumo que es normal después de lo idiota que fui ayer. No quería perder el control de esa manera sin embargo sería inútil asumir que fue un suceso aislado.

La distancia que lleva poniendo entre nosotros desde hace meses me descoloca. Cuando nos conocimos no importó que me quedara poco tiempo de vida, ni que fuera mi enfermera y mucho menos la edad. En ese entonces yo tenía 17 y ella 24 años. Vivíamos el momento y acordamos no pensar en el futuro. La hice prometer que terminaríamos con todo cuando mi deterioro fuera inminente y que nos quedaríamos sólo con los buenos momentos. Sin embargo, muy por el contrario a lo acordado, terminamos comprometiéndonos en matrimonio y después de mucho insistir, acabamos en ésta isla buscando una inexistente cura y sintiéndonos miserables, todo por su capricho.

Al paso de las horas la impaciencia me mata al hallarme solo en la oscuridad la habitación, incapaz de siquiera dar un vistazo por la ventana sin que la luz del sol me provoque un intenso malestar en los ojos. Necesito salir de aquí antes de que me consuma la ansiedad que me provoca este lugar.

Sin tener a donde ir, decido bajar al pequeño comedor ubicado del lado contrario al mortuorio.
Ambos lugares son divididos por el pasillo y la recepción del hostal, lo que hace que queden perfectamente separados. Para mi sorpresa cada ventana esta cubierta con gruesas cortinas oscuras, supongo que por petición de Natalie.

Al llegar me atiende Georg con una vanidosa sonrisa que no supe como responder. El solo hecho de recordar la situación en la que lo encontré por la noche, me hace sentir sumamente incómodo por lo que soy capaz de hacer en un momento de lujuria.

-¡Hola Bill! espero que las cortinas sean suficientes para que estes cómodo- me dice tan pronto y se acerca mientras recoge su largo cabello castaño en una coleta baja -estaba empezando a creer que no bajarias en todo el día-

-Hola- trato de devolver la sonrisa pero no estoy de ánimo para aparentar amabilidad -de verdad te agradezco que cubrieras el lugar... no tenias porque hacerlo-

-Olvídalo no es nada, además me agrada mucho más de esta forma sin toda esa molesta luz. Y bien, ¿que deseas comer?-

Increíblemente Georg no muestra indicios de saber que fui testigo oculto en su aventura de medianoche y después de servir la camida se retiró a la habitación donde estuvo el cuerpo de la esposa de Gustav, alegando que tenia dos cuerpos más que preparar. Para ser una isla no muy grande los servicios del castaño como embalsamador son muy solicitados.

En el camino de vuelta a la habitación casi tropiezo con una niña que va rápidamente corriendo a la salida del hostal. Voltea a verme y reconozco su mirada, es exactamente igual a la de Georg por lo que asumo que debe ser su familiar.

-¡lo siento!- me dice mientras sigue su recorrido a la salida donde un par de niños mas la esperan.

-¡No vuelvas a entrar aquí pequeña demonio. Te juro que papá se enterará se esto!- los gritos que suelta Georg desde el mortuorio me confirman su parentesco e indican que la pequeña hizo alguna travesura en el área de trabajo del castaño. Pero en serio que clase de niños gusta de jugar en un lugar como ese.

Mas tarde ese día los sonidos de los truenos retumban en mi cabeza, trato despavilarme para mover el cuerpo y acurrucarme con Natalie igual que siempre hacemos con este tipo de clima. Sin embargo encuentro su lado de la cama vacío. ¿Cuanto tiempo he dormido? Al ver el reloj me percato que es casi media noche.

-¿Natalie?- la llamo entre en la oscuridad de la habitación repitiendo la acción un par de veces más y al no recibir respuesta salgo rumbo a la recepción para volver a llamarla. Nada. Recorro el comedor y lo mismo. El clima esta demasiado turbio como para que este en el jardín así que descarto esa posibilidad. Trato de mantener la calma pero los nervios empiezan a invadirme mientras doy vueltas una y otra vez por todo el lugar buscándola ¿y si le paso algo? ¿porque no me llamó en todo el día? ¿Y... y si se fue...?.

Mala SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora