Por primera vez veía King Croos. La emoción me llenaba el pecho. Apreté los nudillos alrededor de la barra de mi carrito dejando los nudillos blancos, acelerando y empujando con más fuerza el carro. Estaba deseosa de llegar al andén 9 y 3/4.
— ¡Nymphadora! ¡Nymphadora! — me llamó mi madre. Arrugué la nariz, odiaba mi nombre y odiaba que me llamaran por él, cuando me enfadaba con ellos siempre pensaba que mis padres querían amargarme para haberme puesto ese nombre.
— ¡Mamá, no me gusta que me llames así! — gruñí.
— ¡Dora, no vayas tan rápido! ¡Hay que pasar desapercibido delante de los muggles! — me dijo mi padre poniéndome una mano en el hombro. Frené un poco y me giré hacia ellos.
— ¡Quiero llegar ya a Hogwarts! — protesté.
La cara de mi padre se tensó a la mención del colegio.
— ¡No puedes decir ese nombre en la calle muggle, Dora! — susurró mirando preocupado a todos lados.
— Además, aún faltan diez minutos para que salga el tren.
— ¡Vamos a llegar tarde! — chillé.
Mis padres se resignaron y también ellos apretaron el paso. Venus, mi lechuza ululó nerviosa cuando subí sin cuidado y sin ralentizar el bordillo de la acera.
La emoción impidió que me fijara en otra cosa que en los números de los andenes. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, siete, ocho y nueve.
Al llegar a la barrera que separaba a los andenes 9 y 10 paré bruscamente. Mi lechuza chilló al tumbarse su jaula.
— Lo-lo sien-siento Venus— solté el carrito y con manos temblorosas coloqué bien la jaula, al soltarla volvió a caer, haciendo chillar de nuevo a Venus.
— Ya lo hago yo— dijo mi padre poniendo derecha la jaula.
— Lo siento, papá. ¡Es que estoy muy nerviosa! — me excusé. Me llevé la mano derecha al bolsillo y acaricié mi varita.
— ¿Vamos a entrar? — preguntó mi madre cogiéndome la mano izquierda.
— ¿Quieres que te lleve el carro? — se ofreció mi padre.
— ¿Cómo es más fácil pasar?
— Con carro— respondió mi madre soltándome la mano. Cogí el carro y me aferré a él con fuerza, esperando que el temblor de manos se me pasara—. Mamá, papá, acompañadme— susurré.
Mis padres pusieron cada uno una mano en mis hombros, mi padre me apretó reconfortándome.
— Cuando te diga "ya" camina hacia la barrera a buen paso, no te preocupes, estamos contigo— susurró mi padre a mi oído—. Uno, dos, tres, ¡ya!
Sin pensar me lancé hacia la barrera corriendo, me di cuenta de que dejaba a mi padres atrás y la barrera se me acercaba. Ahogué un grito y cerré los ojos con fuerza. Y entonces me llegaron a los oídos el ruido de la locomotora y las despedidas. Abrí los ojos maravillada, pero no pude disfrutarlo mucho porque me choqué contra el carro de un chico. Me caía hacia adelante chocando mi barriga contra el mago del carro dejando un instante sin respiración. Mi baúl cayó al suelo junto con mi lechuza por tercera vez.
— ¡Ten más cuidado, estúpida! — me chilló el niño, me giré buscando a mis padres y me relajé al verlos correr hacia mi—. ¡Mira que eres torpe! ¡Seguro que eres de primer año y además sangre sucia!
No sabía lo que significaba aquello, pero cuando vi la cara de enfado de mi padre— costaba hacerle enfadar— pude suponer que era un grave insulto y el niño tenía algo de razón al haberlo dicho.
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Plataforma de Defensa de Miembros de Hufflepuff
FanfictionHufflepuff siempre ha sido la casa menospreciada. La infravalorada. La de los inútiles. Las sobras. Únete a la Plataforma de Defensa de Miembros de Hufflepuff para defenderla, una "historia" interactiva donde podrás formar parte de ella. Da igual s...