Kyungsoo está de pie en un rincón de la habitación, y le llegan algunas palabras de los médicos. Algo sobre que los tratamientos de oxígeno no son suficientes, que usan antibióticos pero que el hígado los está rechazando, que lo dejan en la UCI pero que eso no cambiará nada, al menos bajarle la fiebre con un baño de hielo, pero sus pulmones no lo soportarían. No entiende algunas de las palabras, la multisilábica Symbicort, o Teofilina o corticosteroides, pero entiende el tic tac del segundero entre líneas, el incesante pitido de los monitores, las disculpas anodinas como «no hay nada más que podamos hacer».
-No quiero morir -dice Jongin, el sonido de su voz ahogado por la máscara de oxígeno.
Kyungsoo se sienta en el taburete que hay junto a su cama y estudia las vías que salen de los tobillos de Jongin. De alguna forma parece diminuto, todo ángulos demacrados.
-No te vas a morir. Han dicho que te ibas a poner bien.
-Mentiroso -ríe Jongin, moviendo la cabeza y apartando la mirada de Kyungsoo, y entonces es cuando éste se da cuenta de que en realidad no se está riendo. De que está llorando-. Habrá alguien nuevo en esta cama en tres semanas. Cuatro, como mucho. Tengo neumonía. Además de la fibrosis, tengo una puta neumonía.
-Te pondrás bien -insiste Kyungsoo, aunque Jongin está equivocado sobre lo de las tres semanas, porque en realidad son algo así como dos-. No te pasa nada.
-No -Jongin cierra fuertemente los ojos. Kyungsoo no sabe qué otra cosa hacer, además de levantarse y rozar con los dedos el pecho de Jongin.
Jongin se encoge rápidamente.
-¿Qué pasa ahora?
-Le estoy escribiendo una nota a Dios. No puede llevarse estos pulmones. Los necesitas -decide Kyungsoo, acercándose más a Jongin para seguir garabateando frases invisibles en su piel-. Los necesitas de verdad.
El silencio cae sobre ellos, y después de caer, no vuelve a levantarse. Los murmullos de Jongin sólo son fantasmas bajo el zumbido del aire acondicionado.
-Cuando supe que iba a morir, pensé «por fin, gracias», pero ahora, ahora yo... Sólo quiero un minuto más, un milisegundo más... Quiero más tiempo, contigo, hyung... No te he amado todavía, no he acabado... -Y sus ojos se cierran antes de que Kyungsoo tenga la oportunidad de cogerle de la mano y decirle que aún tienen tiempo. Que no hay prisa, que estarán bien, porque va a volver a casa y anotar todo esto (Kim Jongin, ala oeste, habitación 2-20, Hospital de Seúl, que el taxi entre por la entrada del sur, aún no hemos acabado) para poder volver mañana, y el día después, y el siguiente...
-Mmm... Podemos intentar tatuar mi nombre... en tu cara -dice Jongin, tomando una larga bocanada de oxígeno de la máscara. La enfermera le había dejado sentarse en una silla de ruedas antes, le había dicho que estaba mucho mejor y que debería salir de la habitación. Intentar caminar por los pasillos, había dicho. Así que aquí están, dos pequeñas figuras envueltas en varias capas de lana y cachemir, respirando hondo el aire viciado de los interminables pasillos. El golpeteo regular de los talones de Kyungsoo es reconfortante, casi un testimonio de la realidad de su existencia. Aún están juntos, los dos, están saliendo adelante un día más.
-Pero yo no puedo ver mi propia cara.
-Bueno, pues en la mía no puede ir. Estaría... horrible con mi propio nombre en la... cara -se ríe Jongin, balbuceando en su intento de tomar aire y apartando la mano preocupada de Kyungsoo-. Quiero decir, la prensa ya piensa que... soy un narcisista. Imagínate... si se dieran cuenta de que llevo ese puto... tatuaje... ja.
No dicen nada, se limitan a mirar a los otros pacientes pasar. Es un tipo de paz bienvenida, de la que ya no tienen miedo, aunque al final Jongin vuelve a romperla.
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Anterograde tomorrow
Fiksi PenggemarKyungsoo está atrapado en las horas mientras que Jongin ruega a los segundos, porque el tiempo se detiene para los que no pueden recordar y vuela para los que no pueden perder el último tren.