✺ Capítulo 19.

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Despertó por la sensación de estar aplastado, y lo estaba. Luke estaba con la mitad de su cuerpo sobre él y su rostro escondido en la curva de su cuello. La sábana lo cubría hasta la cintura, dejando ver su espalda desnuda y los pequeños –pero lindos– lunares que tenía.

Pasó sus fuertes brazos alrededor del delicado cuerpo del omega y enterró su nariz en su cabello, olía tan bien, era tan suave. No podía ver su rostro –es lo que más le gusta ver, Luke cuando está dormido es como un ángel, sus pestañas delicadamente haciendo sombra sobre sus mejillas, labios rojos y entreabiertos y su nariz luce tan pequeña.

—Luke —susurró pasando la yema de sus dedos por la espalda del omega. La suave piel lechosa parecía resplandecer bajo los rayos del sol—. Lukey.

Un gruñido escapó de los labios del omega y continuó dormido. Michael rió y lo dejó dormir un poco más. Era uno de los pocos días que Luke despertaba sin nauseas, eso indicaba que sería un buen día, podría comer su desayuno normal, aunque los cambios de humor vendrían sin importar que.

Llevaban dos días en aquel paraíso, anoche fueron a una pequeña fiesta en un restaurante y esa tarde Michael tenía planeado ir a la playa.

Con cuidado se levantó, buscó su ropa interior a los pies de la cama y fue a la cocina. Ordenó una docena de donas, esperaba que estuvieran en su puerta antes de que Luke despertara. Preparó jugo de frutas naturales e hizo tostadas con mermelada y mantequilla, hizo un poco de café para él y las donas habían llegado.

Preparó todo cuidadosamente en la mesa del balcón y fue a la habitación. Luke estaba sentado en la cama, mirando desorientado hacia todos lados, pero un sonrisa adormilada se dibujó en su rostro al ver a Michael en la entrada.

—Ven —murmuró el omega todavía con la sonrisa.

Y eso hizo. Se acercó despacio a los labios del omega y depositó un suave beso de buenos días. Estaban tan felices.

Luke buscó su ropa interior y se puso una camisa de Michael, abrochó unos cuantos botones y caminó hasta donde el alfa lo estaba esperando con el desayuno. Su mirada se iluminó cuando vio las donas en su plato, junto al jugo de naranjas recién hecho.

—Gracias —sonrió.

—No tienes que agradecer, amor.

Comieron entre bromas, conversaciones sobre el bebé y Michael le contó sobre lo de Rosie hace unos días. Luke se preocupó, pero sabe que la seguridad en AlphaC es realmente buena, así que eso lo dejó un tanto más tranquilo.

—Volviendo a Londres tendremos una cita con el doctor —dijo Michael—. Ya agendé el día y esta vez podré ir contigo.

La primera eco-grafía del bebé fue de emergencia, resulta que Luke estaba tratando de bajar unas cajas y se resbaló, Calum llamó a uno de los chóferes y a petición de Luke no llamaron a Michael, y su amigo estuvo de acuerdo.

—Hoy iremos a la playa —anunció Michael entrando al baño, donde Luke cepillaba sus dientes—. Así que arregla tus cosas, amor.

Luke saltó de felicidad y corrió hasta la habitación.

Michael cargaba la mochila en su hombro y llevaba a Luke de la mano. Iban hablando sobre los sabores de helado que Luke quería probar, Michael lo escuchaba atento, nunca había escuchado aquellas mezclas extrañas de frutas, pero el día de ayer el omega las vio en la heladería.

—Engordaré mucho, Michael —susurró el omega—. Mejor no quiero helado.

—Bebé —paró de caminar y lo miró de frente, pasando sus manos delicadamente por su cintura—. Tendrás todo el helado que quieras. A mí no me importa si estás gordo, porque aunque no lo quieras, eso pasará en unos meses, pero estará bien porque nuestro bebé crecerá.

✺Together✺ |Muke Clemmings|m-preg.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora