5º ROUND

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—Despierta... despierta... por favor.

Me duele todo de la cabeza a los pies. Literalmente. Tengo un frío, de muerte, y el olor... ¿Qué diablos es ese maldito olor?

Despierta, por favor.

Alguien está hablando, a unas tres manzanas de distancia. Es un sonido hueco, una súplica lejana.

¿Dónde estoy?

¿Por qué me duele todo?

Dios...

—¿Por qué no se despierta?

De nuevo, esa voz. Tan suave y distante.

—Es cuestión de tiempo. —Esperen, esa es otra voz. Una voz le está hablando a la otra voz—. Escuchaste a los médicos... —¿Médicos? Médicos... ¡Ay Dios! ¡Estoy en un Hospital! Ya decía yo que me dolía todo. Y ese olor, ahora lo reconozco, antiséptico, ew—. Sufrió una conmoción cerebral.

¿Conmoción cerebral?

¿Yo, con una conmoción cerebral? No, esperen... no pueden estar hablando de mí. El cerebro es lo único que creo que no me duele.

—Lo dices como si no significara nada. —Hay rabia en la primera voz, esa ronca y melodiosa que me pedía una y otra vez que me despertara.

Mi voz. Y no es que sea la mía, mía, podría reconocer mi voz en cualquier parte; es sólo que quiero esa voz para mí. Bueno, no que se vuelva mi voz, sino que su dueño me hable sólo a mí, que me susurre por las noches y me despierte en las mañanas, porque tiene un tono... Dios, ya lo he dicho, melodioso.

—Nada grave —murmura la otra voz, la que muy seguramente le pertenece a un idiota que no ha tenido nunca una conmoción cerebral en su vida.

¿Nada grave? Puffff....

—Sebastian.

Espera... conozco ese nombre. Y ese tono de advertencia.

Dios, ¿Por qué estoy tan ida?

Quiero agua. Acabo de descubrir que quiero agua. ¿Por qué quiero agua? No lo sé. Debe ser porque tengo una estúpida conmoción cerebral. Porque cada segundo me convenzo más de que soy yo la de la conmoción cerebral.

—Va a estar bien —dice la segunda voz, o bueno, Sebastian—. Ya verás cómo se despierta.

Definitivamente tengo que ser yo, porque, y es algo en lo que no había caído en cuenta, aunque estoy escuchándolo todo hay una oscuridad infinita a mi alrededor, y no me pregunten cómo, pero sé con total seguridad que no estoy soñando. A eso sumémosle la fuerte mano que sostiene la mía, esa de dedos largos que me envuelve con firmeza.

—¿Y si se despierta y... —titubea, la melodiosa voz titubea—, no quiere escucharme?

Nadie responde, y el silencio se extiende, y extiende.

—Relájate —dice suavemente Sebastian después de no sé cuánto tiempo porque... no recuerdo cómo contar—. Puedes explicárselo.

—¿Y si no me da la oportunidad de explicarlo?

¿Explicarlo? ¿Será explicar cómo en esta vida vine a terminar aquí con una conmoción cerebral?

—¿Y si esperamos que despierte y vemos que pasa? —contradice Sebastian.

—Improvisar es tu estilo —replica LA voz, MI voz—. No el mío.

No, tu estilo es...

KYDOG DOWN (KYDOG #2) - [COMPLETA EN DREAME]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora