Capitulo 2

9 1 0
                                    

* 2 años después *

- Y como verá- tome un suspiro y le sonreí mirándolo a los ojos- Todos los hombres son unos cabrones. Por eso me declaro desde hoy asexual.

Mi psicólogo me miró riéndose yo solo le sonreía aunque en el fondo estaba hecha un desastre. No quería que nadie me viera llorando.

- No todos los hombres somos iguales, hay algunos que valen la pena. Como yo - el mismo se señaló con un bolígrafo que sostenía en su mano.

El no me caía mal, era el mejor psicologo que he tenido pero yo sé que en el fondo es un cabrón.

- Mire, conmigo no use la psicología yo sé que lo eres. Todos lo son. Hasta mi padre es un hombre cabrón, pero es sencillo no se puede hacer nada y ningún fuckboy merece las lágrimas de una mujer independiente y fuerte.

- Tienes razón, por eso tenemos que decidir bien a quién entregarle nuestra alma.

Me quede mirándole, esperaba que me dijera más.

- Bien, el amor es algo subjetivo. Todo está en la manera que cada cual lo piensa. Hay personas que piensan que te aman aún así lastimándote para esas personas ellos te aman pero la realidad es que no te aman, solo quieren que seas de su propiedad porqué saben que no pueden dejar ir personas buenas aunque ellos te lastimen.

Malditos psicólogos y su estupida manera de siempre tener la atención.

- Y bueno Cielo- hizo una pausa mientras me miraba- En serio tu nombre es muy curioso y lindo.

Ya estaba harta de todos esos halagos o burlas, si me llamo Cielo como el Cielo.

- ¿Aún te quedan pastillas para la depresión?- dijo mirando unos papeles.

Claro que me quedaban, y ni si quiera me las bebía, a ver les explicaré algo cuando tenía 14 años fui a un psicólogo, intente suicidarme y bueno fui a un hospital psiquiátrico donde había gente realmente loca y todas se peleaban como gatas en celos para coger agua caliente. ( me incluyo ) Todos los lunes me pesaban y la comida era realmente asquerosa. Incluso un día estuve todo el día hambrienta porque dieron salmón y odio el salmón y todo lo que tenga que ver con el mar. Si lo sé, odio el pescado, los camarones, la langosta, el pulpo todo que tenga que ver con el mar lo odio como comida.

El punto es que me recetaron en ese tiempo pastillas y las odiaba, tuve que fingir que estaba bien como siempre lo hago con una hermosa sonrisa con mi psicóloga, para ese tiempo. Tenía solo 14 años claro que iba a odiar las pastillas.

- No, aún me quedan- mi sonrisa reflejaba seguridad... o eso creo.

- Bueno, ha sido todo por hoy. Le daré la cita para un mes. ¿Le parece bien?

- Perfecto

Me sonrió y yo igual a el, dijo que pasara al área de citas y la chica de cabellera corta con un poco de sobrepeso me dio la cita. Salí del consurtorio y decidí parar en Taco bell... Oh Dios... el amaba Taco bell. Decidí pedir por el servi-carro.

- Buenas tardes, bienvenidos a Taco Bell. ¿Qué desea?- la voz era de un chico por la bocina de la ventanilla.

- Hola, deseo unos doritos locos tacos con las papas supreme y que sea botella de agua.

Casi siempre pedía lo mismo el chico me dijo el precio pero ya me lo sabía de memoria y no lo escuche me dirijo a la ventanilla y era un chico flaco joven de pelo alborotado. Me dio la orden. Comía en el carro y escuchaba la radio, en eso la botella de agua se me cae pero espero a estar en un semáforo rojo para cogerla. Me agacho a cogerla y ahí veo mi pipa y quería llorar de felicidad. Juré que mi pipa quizás se me perdió en alguna fiesta que fui pero todo este tiempo estuvo en mi carro. Y si, fumo marihuana pero la marihuana es súper buena para la salud aunque fume creepy y no me importa todas esas charlas que den de marihuana yo seguiré fumando.

Un amor y un grito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora