Gladiador

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S. I a.C.

El mundo está bajo el mandato del Imperio.

Roma. La gran madre detodos los grandes hombres, como una vez fue Grecia.

Ese año en 87 a.C se celebra con juegos, el cumpleaños del príncipe y heredero del Imperio; Magnus Ilustris III.

30 días de juegos, 30 días de peleas en el Coliseo, 30 días en el lecho.

Podía oír los gritos de la plebe desde allí. Podía sentir las paredes retumbar con fuerza. Como sobre su cabeza podía oír a la perfección las pisadas con fuerza e impacientes del público. Sentía las manos de sus compañeros colocarle la coraza en torso, y en el brazo derecho. Sentía su corazón latir con fuerza, y se obligaba a creer que era de miedo, rehusándose a haber perdido la humanidad.

Su amo llegó con su casco en las manos y dos gladiadores más a su espalda, portando en sus manos su espada y su escudo. Los ojos del anciano gladiador, que hacía años se había comprado su libertad, le miraron con profundidad, demandándole silenciosamente, que alcanzará la victoria.

-Es tu oportunidad Espartano. Consigue la victoria en estos treinta días y conseguirás la eternidad. –Alzó el casco hasta que se lo colocó en la cabeza, dejando ver solamente unos fríos ojos azules. Su amor levantó el puño y lo dejó caer contra su coraza, golpeándole con fuerza el pecho. Apenas lo sintió.-¡Grítalo! ¡Espartane vince*!

-¡Espartane vince!-Gritó.

-¡Vinci Espartane!-Gritaron sus compañeros, y con los escudos y las espadas le dedicaron un sin fin de golpes y ruidos en muestra de apoyo.

Tomó el escudo y la espada y caminó por el túnel, donde se vislumbraba muerte y agonía. Trago saliva y suspiró cerrando los ojos. Pudo oír la reja alzarse y como los gritos de la plebe aumentaban, demandando entretenimiento y sangre.

Salió a la arena, como lo llevaba haciendo desde que tenía memoria, vio a sus contrincantes y se posicionó delante del palco real, dónde esperaban con ansias al protagonista de esas celebraciones.

-¡Su majestad, el príncipe Magnus Ilustris III, heredero de Roma!

Todos los gladiadores alzaron las espadas cuando el hermoso príncipe apareció.

-¡Salve Cesar, los que van a morir te saludan!-Gritaron los gladiadores, pero ninguna palabra salió de su boca.

Todos: gladiadores, plebe y realeza lo miraron sorprendidos y maravillados cuando respondió al fin.

-¡Salve Cesar, el vencedor te saluda!

El príncipe sonrió y la plebe enloqueció.

Alzó los brazos al cielo.

-¡Que comiencen los juegos!-Dijo.

Se sentó al lado de su sonriente padre y su silenciosa madre, mientras observaba como el gladiador que tanto había llamado la atención con una sola frase luchaba ferozmente contra los mejores gladiadores de la capital.

-Mi Cesar, ¿conocéis su nombre?-Preguntó mirando a su padre.

-No su nombre, pero sí su historia. Gladiador desde infante. Nació matando; primero a su madre, luego a cientos de gladiadores que se atrevían a enfrentarlo. El pueblo lo llama El Espartano.

-¿Y cómo mis oídos oyen su historia ahora?

-Famosos en Roma, pero no capital. Jamás lo hemos traído, aun no comprendo el porqué.

Malec AU-One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora