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En ese momento empezaron a inundarle recuerdos como si de una película se tratase:
Recordó esa vez en que su padre intentó golpearlo, su madre lo defendió y se fueron a casa de su abuela por dos meses. Su padre dejó de beber y volvió a ser el buen hombre del que su madre una vez se enamoró. Iba seguido a visitarlos, lo llevaba al cine y sonreía, Víctor también estaba feliz, por él y por su padre, pero su madre no parecía estarlo.

Un día su padre se arrodilló y le suplicó a su madre para que volviera a casa, que él ya había cambiado y que era un hombre nuevo. Su madre en un momento de debilidad aceptó y regresaron a casa.
Durante tres meses fueron una familia feliz, su padre llegaba temprano a casa y hablaba de lo aburrido que había sido su día en el trabajo y que era realmente feliz cuando llegaba a casa, ya no bebía, lo iba a buscar al colegio, lo ayudaba con sus tareas, pero a él no lo terminaba de convencer y parecía que su madre pensaba igual.
Una vez su padre llegó más tarde de lo habitual, aunque no estaba borracho olía a licor, su madre lo regañó diciendo que él nunca iba a cambiar y que jamás debió haber regresado, e iniciaron una discusión. Víctor había empezado a creer que su padre sí había cambiado, por eso le disgustó tanto que sus padres se volvieran a pelear.
Unos pocos días después de eso su padre volvió a su vieja rutina de llegar muy tarde, borracho, con una botella de alcohol en la mano, gritando e insultando a su madre, pero a él no le decía nada ni lo maltrataba.
De alguna forma Víctor sabía la razón, pues a pesar de la borrachera su padre sabía que si lo trataba mal o lo golpeaba, se irían y el se volvería a quedar solo.

La historia de Víctor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora