MANCILLADA

2.6K 231 40
                                    

Estrella sintió su alma desquebrajarse cuándo se vio desnuda frente aquel hombre. Javier, tiró de sus bragas dejándola completamente expuesta, su cuerpo se estremeció cuando la mirada cargada de lascivia se paseó por su desnudez.

-Auxilio por Dios, que alguien me ayude- él rió de forma malvada.

-No hay quien te ayude Estrella, nada impedirá que te haga mía- se puso de pie y comenzó a despojarse de la ropa. Estrella, tiró fuertemente de las sogas que sostenían sus manos sobre la cabeza, pero era imposible, estaban fuertemente atadas, está expuesta y ver como se desnudaba solo hacía que el dolor colmara su pecho.

Lo contempló en toda su expresión de masculinidad y sus ojos se abrieron como platos. No habría duda después de aquel momento quedaría mancillada de por vida.

Él se acercó, la tomó de las caderas y sonrió.

-Si te portas bien, seré cuidadoso Estrella- le prometió- pero si me provocas, esto será muy doloroso.

-Por favor, por favor- se revolvió intentando alejarse de él, sus ojos brillaban por las lágrimas que producían- te lo suplico, te lo ruego, déjame ir. No diré nada, pero déjame ir- su voz se quebró incapaz de continuar.

-Nada de eso- sus labios entraron en contacto con la suavidad de su cuello, intentó alejarse, pero su renuencia no hacía más que excitarle.

Mientras ella gritaba, él se dedicaba a besar su cuello, y las manos viajaban por sus senos mientras inmovilizaba la parte inferior de su cuerpo, aquellas asquerosas y ávidas manos viajaron a lo largo de sus muslos, mientras el rechazo le hacía gemir de desconsuelo. Su húmeda lengua tocó su pezón y su boca lo succionó con fuerza.

-¡Noooooo!- aquel grito desgarrador podría haberse oído en toda la sabana, pero lo cierto es que Javier, tenía toda la razón. Nadie la escucharía, nadie la ayudaría. Estrella, se perdió en sus desolados pensamientos, mientras Javier, lamía y estrujaba cada parte de su cuerpo, haciéndola sentir sucia y despreciable.

Sintió como abría sus piernas y se ubicaba entre ellas, apoyándola a la altura de sus caderas con mucha fuerza. Lo miró a través de las lágrimas y suplicó de nuevo.

-Por favor, Por favor. . .por favor no lo hagas.

-Demasiado tarde- gimió- no podría detenerme aunque quisiera.

Pronunciadas aquella palabras la tomó de las caderas y se introdujo un poco en ella. El fuerte grito lo hizo sonreír.

Estrella, sintió como entraba en ella y no pudo contener el grito de dolor que brotó de su garganta, acompañado de nuevas lágrimas, ya no de desesperación, sino de profundo dolor. Una segunda estocada le permitió el completo acceso a sus profundidades de mujer, ignorando su dolor comenzó a taladrarla con brutalidad y exagerada pasión, mientras que de su garganta brotaban sonidos guturales y gemidos de puro éxtasis.

Estrella, dejó de resistirse, dejó de luchar, ya nada podía hacerse, él había ganado, le había arrebatado su virtud de la peor manera, con cada embestida sentía el intenso dolor punzándole en la zona pélvica, lo miró a los ojos, estaban increíblemente abiertos y brillaba, con el ritmo de sus embestidas ella se bamboleó al compás que él marcaba con sus caderas.

Al sentir que ella dejó de luchar su boca descendió cruelmente sobre sus senos, sus dientes lo rodearon y presionaron con fuerza, pero ella ya no lloró, ya no gritó, ya no se defendió, el dolor físico, no era nada comparado con el dolor en su corazón. Su lengua se deslizó de un seno a otro y luego ascendió hasta su cuello, sus manos mantenían abierto sus muslos evitando que ella le negara nuevamente el acceso. Después de lo que pareció una eternidad para Estrella, él gruñó larga y profundamente y se dejó caer sobre el femenino cuerpo. Mientras ella sentía como el calor interno de él, se derramaba en sus entrañas.

Luego de aquello él rodó y quedó mirando el techo del jacal.

-Diablos Estrella, te deseaba como a nadie- ella no dijo nada, solo dejó que unas lágrimas se deslizaran por su cuerpo. Unos minutos después él se levantó y se vistió en silencio, sin dejar de mirar el maltrecho cuerpo de Estrella, enrojecido por su brutalidad, con una gran marca de un mordisco sobre su seno izquierdo, su cara bañada por las lágrimas.

Se inclinó y después de luchar un poco desanudó la cuerda que sostenía sus manos. Las mismas cayeron a sus costados- más te vale no decir nada Estrellita, o la próxima vez te podría ir peor, ¿entendiste?- ella lo miró en silencio, conteniendo los sollozos- ¡respóndeme! - gritó airado y cada milímetro de su piel tembló.

-Si- sollozo- no diré nada- gimió- te juro que no diré nada.

-Bien, ahora vístete porque nada mas ver tu precioso cuerpo, te me antojas de nuevo- le dijo con voz cargada de lascivia.

Después de advertirle, se marchó en silencio. Ella lloró amargamente, pero se apresuró a vestirse no quería que él volviera y la encontrara allí.

De nada valdría hablar, él era el hijo del jefe civil de pueblo, no lo metería a la cárcel, y su vergüenza sería mayor porque todo el pueblo se enteraría. Al levantarse sintió como algo viscoso manaba de su interior, sollozó al percatarse de que aquello era los líquidos pertenecientes a aquel hombre, acompañado de su propia sangre.

Con mucho esfuerzo se puso en pie, su seno punzaba, su zona intima dolía como nunca antes. Se apresuró a vestirse con lo que quedaba de su ropa, salió de aquel maldito jacal en dirección al río, necesitaba lavar su vergüenza, cada paso le costaba más que el anterior, en sus manos yacían las marcas de las sogas y en su alma las marcas del peor de los abusos.

Llegar al río le costó más esfuerzo físico del que pudiera haber imaginado, el golpe que recibió en la cabeza aun sangraba un poco. Sus pies entraron en contacto con la refrescante agua y siguió entrando hasta que el agua le cubrió hasta la cintura, con esfuerzo de despojó de los restos del vestido para enjuagar todo su cuerpo, estrujó con violencia su dolorido cuerpo. Gritó, sollozó y gimió con desconsuelo, había sido despojada de su inocencia, esa bestia había arrancado de ella el pudor, la había dejado sumida en la vergüenza para siempre, sería señalada en el pueblo, sería repudiada por su padre, su vida estaba arruinada, ni siquiera podría estar con Ben.

Al pensar en Ben, su dolor fue mayor, sus sueños se había roto, sus metas acababan de desquebrajarse, su vida se había acabado. Había sido mancillada por el hombre más despreciable de todo, su cuerpo había sido deshonrado y su inocencia humillada. Ya nada tenía sentido, nada sería igual.

Y allí en el río lloró la mayor de sus desgracias, lloró no haber podido hacer más para defenderse, lloró su ira, su odio y su vergüenza.

MANCILLADA *Sumida en la Vergüenza*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora