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Observe mi rostro frente al espejo, sin una gota de maquillaje lucia más joven de lo que en realidad era, y el cabello sujeto en una cola alta no mejoraba mi condición.

Pase mis manos por mis pechos, acariciando la fina tela del traje de baño que París me había prestado, mordí mis labios al verme descubierta, el traje solo cubría lo necesario, y yo nunca había usado algo así. Di media vuelta y observe mi trasero, un escalofrió recorrió mi cuerpo al verme, ¡Estaba decidido no podía salir así! Estaba tan concentrada pelando con mi subconsiente que no fui lo suficientemente rápida para cubrirme cuando la puerta se abrió.

El oxigeno se hizo mas pesado en mis pulmones, no podía respirar, ni mover un musculo. Tal vez lo mismo le paso al Señor Downey, que se quedo ahí parado en la puerta, observándome, sus ojos se pasearon por mi cuerpo, me ruborice y cruce los brazos por mi pecho tratando de cubrirme.

Di un paso hacia la puerta, dándole a entender que quería salir, pero el siguió ahí, su mirada profunda clavada en mi rostro, podía sentir como la desesperación crecía cada vez más dentro de mi, y no iba a permitirme tener un ataque frente al señor Downey.

-Disculpe, yo-yo, -mi voz sonaba tan llena de pánico, que él lo noto, sus ojos me miraban fijamente mientras yo me rehusaba a verlo, al final se hizo a un lado y me dejo pasar, olvide la ropa en el baño y mis utensilios de limpieza por salir rápido, luego volvería por ellos. 

Al entrar en el cuarto de París la pude observar ya con su traje de baño puesto, ella volteo rapidamente a verme,

-Wow, te queda de maravilla. Vamonos ya a la piscina, -me tomo de la mano y me halo, me rehusé.

-Yo no estoy lista, -dije con voz ahogada. Sus ojos se posaron en los míos. 

-¿Que sucede? -me conocía tan bien, por eso es mi mejor amiga.

-Yo nunca he estado frente a nadie, así, yo- me siento incomoda, -me mordí los labios, ella me miro tiernamente y me tomo de nuevo de la mano.

-No hay nada de que preocuparse, mi familia no te juzgara. -hablo tiernamente, tratando de convencerme, pero a mi mente volvía el recuerdo del Señor Downey, como su mirada recorrió mi cuerpo, me ruborice y aleje esos pensamientos de mi mente. 

No estaba lista aun para eso, así que me acerque a mi maleta buscando una blusa con la cual poder meterme a la piscina, la coloque sobre mi cuerpo, París negó con la cabeza y yo me encogí de hombros riendo. 



Me tomo de la mano y me haló fuera de la habitación, sentía mi pulso cardiaco yendo a mil por hora, mientras bajamos al primer piso, mis manos comenzaron a sudarme, y cuando por fin salimos al patio quería desmayarme. Ese día la suerte, por así decirlo, estaba de mi lado, no había rastro de los padres de París, solo sus hermanos, y aunque no quería que el señor Downey estuviera ahí. De algún modo retorcido sabía dónde él y su esposa estaban.

-+-

Lo primero que note cuando desperté, es que París no estaba en la habitación, supuse que ya se habrían ido a la ciudad por los víveres, como ayer por la noche me había informado, claro que ella me invitó pero me negué amablemente, diciéndole que necesitaban salir como familia, ella me recrimino que era parte de la familia también, pero no era así, no cuando me sentía atraía por el señor Downey.

Mi estómago rugió y me levante dispuesta a ir a la cocina y preparar algo de desayuno. Ni siquiera me cambie consiente que no habría nadie en la casa.


Baje al primer piso y me dirigí a la cocina, todo estaba en perfecto orden, así que me apresure a prepararme algo rápido y sencillo para no desordenar nada. Tome el cereal de chocolate y leche del refrigerador, un tazón y cuchara. Me senté en el desayunador estaba por servirme cuando la puerta de la cocina que daba a la calle se abrió. Suponiendo que era París y los demás voltee sonriente.

-¡Hola! –casi grite, pero no era París. El señor Downey, entro en la cocina dejándome sin aliento.

Él se miraba tan guapo, en un traje gris que podía apostar era de ceda, con una corbata roja, y camisa blanca, era todo un espectáculo observarlo. Pero no podía verlo a los ojos gracias a las gafas de sol oscuro que usaba.

-Vaya, estás muy alegre de verme. 

Agache la mirada, intimidada, él se sentó frente a mi y se saco las gafas, las coloco delante de mí y las observe deseosa de probármelas.

-Kayra, -mi nombre salio como un susurro de sus labios, alce mi vista hacia el, me miraba con una sonrisa divertida en el rostro, -París me ha contado que eres admiradora mía, -me hice mas pequeña en la silla si es que se podía y trate de esconder mi cara sonrojada con mi cabello. Su risa inundo la cocina y quise morirme ahí mismo. -Es lindo, -dijo por ultimo saliendo de la cocina, dejándome sola, y con una enorme duda, ¿qué es lindo? 

Apasióname | robert downey jrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora