Subí corriendo a la habitación de París, me recargue en la puerta y solté un suspiro. Todo estaba revuelto en mi cabeza, sabía que estaba mal que me sintiera atraída por el señor Downey, el papá de mi mejor amiga, un hombre casado y con hijos. Pero no podía evitarlo.
Me deje caer sobre la cama dispuesta a seguir durmiendo cuando la puerta se abrió sin aviso, en el umbral estaba él. Se miraba un poco confundido, incluso se había quitado el saco y la corbata, tenía desabrochado los primeros botones de su camisa. Me fue inevitable no bajar mi vista hacia sus pantalones, me lleve una sorpresa cuando encontré un bulto en ellos. Subí mi vista hacia su cara, tenía una ceja arqueada y una sonrisa en la cara. Me coloque sobre mis codos, aun acostada en la cama, cuando me percate en la pose que estaba, mis piernas estaba descubiertas gracias al short de dormir que usaba y la fina blusa de tirantes contorneaban mis senos sin sostén. Ahora fue su turno de bajar su mirada y observarme, estaba congelada en mi lugar. No podía moverme.
Nadie dijo nada. Simplemente nos observábamos, comiéndonos con la mirada. Hasta que el entro en la habitación y cerró la puerta detrás de él. Respire profundamente y comencé a sentir ese nudo en mi garganta.
Aunque lo quisiera, mi cuerpo aún tenía miedo.
Me senté en la cama, cuando él se quedó parado en la orilla de esta. Todo esto era extraño, ¿Por qué él estaba aquí conmigo?
-¿Te han dicho lo hermosa que eres? –susurro, su mano alcanzo mi mejilla y la acaricio con la punta de sus dedos. Me estremecí ante su tacto. No fue uno desagradable, si no que se sintió bien.
Se sentó en la orilla de la cama a un lado de mí, me miraba fijamente.
-Me recuerdas a alguien que conocí. –sonrió tan brillante que quise besarlo, ahí mismo. Me relamí los labios y observe los suyos.
-¿De verdad? –susurre apenas, sin quitar la vista de sus labios.
-Sí, era tan hermosa como tú. Trabajo en el set de una de mis películas, al finalizar, no la volví a ver. –Agacho la vista sonriendo, -el cielo debe de tener una excusa por ponerte en mi camino.
Su mano tomo una de las mías y se la llevó hasta sus labios, lo hizo mirándome a los ojos. Sus dedos se entrelazaron con los míos, yo simplemente no podía creerlo.
Su mirada no se apartó de mi rostro ni por un segundo, sus dedos comenzaron a juguetear con los míos y una sonrisa creció en mi cara.
Mi mano libre subió temblorosa por su brazo acariciándolo por encima de su camisa, hasta que llegue a su mejilla, su barba me hizo cosquillas pero aun así seguí acariciándolo, mis ojos se posaron en sus labios entre abiertos, quería besarlo me moría por hacerlo, solo si tuviera la valentía para hacerlo.
-Quiero besarlo, Señor. –el susurro salió sin aviso de mis labios, el soltó una risita y mi cuerpo se erizo por completo, baje el rostro al igual que deje de tocarlo. – Lo siento, yo no debí... -separe nuestras manos y me levante de la cama dejando lo ahí sentado.
Me lleve las manos a la cara tratando de cubrir mi vergüenza.
-Hazlo, tienes mi consentimiento Kayra. –su voz ronca envuelta en deseo me tomo por sorpresa. Lo observe, todavía sentado en la cama, recorriendo mi cuerpo con su mirada. Mi pecho subía y bajaba por mi irregular respiración, mi mente estaba teniendo una lucha contra mi corazón. Di un paso hacia él, luego dos, hasta que estuve parada entre sus piernas, las manos del señor Downey subieron hasta mi cadera, mis manos se aferraron a su cabello, él me sentó en sus piernas y pude sentir su erección en mi vientre.
Acerque mi rostro a suyo, su respiración golpeaba mi garganta, si solo agachaba la cabeza un poco podría besarlo, saborearlo. Bese su mejilla, su barbilla y por fin llegue a ese cálido lugar. Su barba me raspo la piel, pero en vez de desagradarme me encanto, sus labios entre abiertos me recibieron por completo, me moví con lentitud saboreando el momento y él no lo apresuro tampoco, dejo que lo besara lento. Lo tome de las mejillas y le mordí el labio inferior, el sonrió sobre mis labios y aprovecho para rodearme la espalda con sus brazos pegándome más a su pecho, sus labios se volvieron más posesivos, nos movíamos sin control, deseándonos más a cada minuto que pasaba. Mi cuerpo se acostumbró a él, incluso podía decir que estaba preparada para él.
Estaba preparada para entregarme a él.
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Apasióname | robert downey jr
RomanceSiempre quise un amor verdadero, lleno de pasión y aventura, que me consumiera pero que a la vez me llenara de vida. Y después de 22 años sabía que eso no era para mí. Obra Original de spideystark-