Capítulo 1

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Recuerdo cuando comenzó todo.

Yo era un Tenno, portador de un Warframe llamado Zeo, del cual nadie sabía nada. Había investigado sobre él desde que desperté, pero no encontraba nada. Aprendí sobre sus poderes, capacidades, etc, pero nada sobre su origen o su historia. Ni siquiera Simaris o la mismísima Lotus sabían algo sobre Zeo.

Debido a esto, pasaba gran parte de mi tiempo investigando sobre este Warframe, aunque nunca llegaba a descubrir nada. Tampoco participaba en muchas misiones de las que organizaba Lotus, aunque a veces me veía obligado a hacerlo, ya que la organización de los Tenno era la que me mantenía con vida, me daba un lugar para vivir, armas, comida, etc. No era de mi agrado, pero si no ayudaba a los Tenno, las personas entre las que había despertado, no creo que hubiera podido sobrevivir por mi cuenta.

Jamás llegué a socializar mucho con otros Tenno a pesar de que fuesemos de la misma especie, me resultaban simplemente molestos, prefería pasar mi tiempo solo. Aunque creo que eso se debía a que jamás me interesó la causa por la que luchan, los veía como otra facción más del montón, y no como una facción "única" o "diferente". Solo los ayudaba para seguir viviendo.

Mi única compañía era Ordis, el cefalón de mi nave, y en ocasiones Darvo, el comerciante más famoso entre los Tenno.

Honestamente, nunca supe si me agradaba estar solo o si me había acostumbrado a estarlo, pero tampoco era como si me importase mucho saber eso en aquel momento.

Me encontraba en la Tierra, no en una misión, si no por cuenta propia. Había indagado en todas las bases de datos posibles, había navegado en océanos de información sobre la historia de este mundo, pero nada me dió ni una sola pista sobre el origen de Zeo, hasta que encontré un pequeño dato que decía que los Orokin fueron quienes crearon los Warframe basándose en unos planos encontrados en la Tierra. Teniendo en cuenta ese pequeño dato, decidí comenzar ahí mi búsqueda.

Me encontraba caminando por los pantanos de la Tierra, llenándome con su apestoso olor. En mi mano izquierda empuñaba mi Orthos, una lanza a la que me había acostumbrado, y era bastante cómoda para el combate. En mis piernas tenía dos fundas equipadas con unas pistolas Magnus.

Estaba caminando de manera tranquila, aunque siempre atento a mi al rededor.

Toda la Tierra era un asqueroso pantano. A donde sea que uno llevase la vista, solo veía colores verde, marrón, o gris. Estaba todo lleno de árboles enormes cuyas ramas y raíces se mezclaban entre la tierra y las piedras, y a su vez, toda esta mezcla permanecía cubierta en su gran mayoría por musgo y más plantas, aunque entre toda esta naturaleza se llegaban a ver algunos charcos y lagos en los que había algunas plantas acuáticas y más tierra, lo cual lograba que el agua tuviese un color entre amarronado y verde oscuro. El cielo apenas lograba verse, ya que lo que más se podía ver al levantar la vista eran las hojas y ramas de los árboles gigantes que tapaban casi por completo el cielo, aunque un poco de este y su luz lograba filtrarse entre las hojas y las ramas.

Me había alejado bastante de cualquier vida inteligente, en la zona no habían pueblos nativos ni bases Grineer, aunque los Grineer... de inteligente no tenían mucho.

Fue entonces cuando lo escuché.

Mientras caminaba, abriéndome paso como podía entre aquel montón de naturaleza que lo invadía todo, escuché un grito de miedo y desesperación de una chica, que provenía de un lugar no muy lejano.

No se suponía que en este lugar hubiese más vida que las plantas y los animales salvajes, pero no tuve tiempo de pensar en ello ya que sentí que debía ir a ayudar a quien sea que estuviese en problemas.

Warframe: Nuestro pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora