Todas las luces estaban apagadas, así que no le costó trabajo a su torpeza hacerse notar cuando chocó contra uno de los muebles de la sala al pasar con prisa hacia la habitación requerida. Abrió la puerta y en el interior puso el dedo bajo el chorro de agua para limpiar la sangre que ya se estaba coagulando en su piel, y con la restante encendió la luz del baño.
—¿Quién está ahí? —escuchó provenir de una voz varonil a la distancia, la había tomado por sorpresa pues no esperaba encontrar a nadie despierto a esas horas de la madrugada.
—Soy yo. —murmuró con la voz ronca, si bien era cierto que la herida de su dedo no era muy grande el ardor que le había provocado en la piel sí parecía exagerado para el umbral de dolor que la menor poseía, además de que la sangre le hacía dar vueltas la cabeza —. Ellen.
—¿Estás bien? —en menos de diez segundos Jeremy ya se encontraba a su lado en el baño, revisando la mano que mantenía bajo el agua.
La sangre de la fémina se heló al darse cuenta de quién se trataba, ¿es que no podía ser nadie más, Merlín?
—Sí, solo...Me corté con el papel de un obsequio, no es nada grave. —le aseguró, para evitar que se preocupara de más, pese a que ella estaba casi pálida.
Jeremy se encargó de tomar una de las pociones sanadoras de la repisa y colocarla en la herida para que cicatrizara rápidamente, el ardor de la sustancia al entrar en contacto con su piel provocó en ella el impulso de alejar la mano, pero Jem la sostuvo con firmeza por la muñeca, dirigiéndole después su azul mirada.
—Ya va a pasar, tranquila...—murmuró con la vista fija en los ojos femeninos, pero en pocos segundos ésta descendió por su cuello sin prisas hasta el encaje que decoraba la diminuta prenda que vestía en esos momentos, cubierta por la transparencia de la bata que llevaba encima.
La piel se le incendió una vez más, tal y como le había ocurrido horas antes en las escaleras, pero ésta vez no se sintió a punto de perder el equilibrio y caer, más bien fue agradable el saber que incluso su hermano era capaz de reconocer que existía belleza en ella, que lo era.
El rubio carraspeó al llegar al final de la prenda, desviando entonces la mirada hacia el dedo de la menor que ya había dejado de sangrar, enderezó la espalda y se llevó el dedo de Ellen a los labios, depositando un beso sobre la herida mientras sus ojos buscaban los contrarios.
—¿Lo ves? —susurró, sin alejar demasiado la mano femenina de su rostro —. Ya pasó... Sólo fue una pequeña herida.
El calor que emanaban ambos cuerpos ya inundaba la habitación en que se encontraban, desestabilizando la respiración rítmica de la castaña y asimismo, la de su hermano mayor. Con lentitud, Jeremy le soltó la mano y se pasó una mano por el cabello ya despeinado. Hasta ese momento, Ellen se percató de que únicamente vestía un pantalón corto de dormir.
—Gracias, Jem. —Murmuró cuando encontró la voz suficiente para hacerlo dentro del nudo de emociones que se le había formado en la garganta —. No sabía que estabas despierto todavía.
—No tengo sueño. —replicó el varón e inmediatamente Ellen dio la misma respuesta —. ¿Quieres quedarte a charlar un rato conmigo? Hace mucho que...que no nos vemos, Ellie.
—Seguro. Iré arriba a ponerme algo menos...a ponerme otra cosa y volveré.
—No. —insistió el mayor, tomándola de la muñeca una vez más, sin tanta amabilidad de principio, pero relajando de a poco el agarre —. No lo hagas. No tengo problemas con esto, Ell... Estás...
—¿De qué quieres que hablemos? —interrumpió la joven, no estaba muy segura de querer escuchar de sus labios aquello que sus ojos revelaban, y transformó el agarre de su muñeca en una unión de sus manos para dirigirse a la sala con él. Pero no había avanzado demasiado cuando sus pies dejaron de tocar el suelo y se encontró entre los brazos del varón que la conducía hasta el sillón que con anterioridad, él estaba ocupando.
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Melodías para una bailarina
Fantasía"¿Cuándo me convertí en una muñeca de una caja musical que debe seguir las notas de la melodía que suenan en ella?"