Un podcast se hace viral en internet por castigar personas, haciéndose conocer como el karma, y convirtiéndose en un fenómeno global. Este año, el locutor va a visitar el instituto más prestigiado del país para destruir a los egocéntricos y malcriad...
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— ¡Esto es una maldita broma!
Casi tiré el teléfono al suelo por ver una foto de Dorian a mi lado en el restaurante italiano. La imagen aparece en todo internet, revistas digitales, y noticias.
«Hemos capturado al hijo del presidente más enamorado que nunca. El joven flechado por una hermosa dama en el restaurante más exclusivo de comida italiana. En la foto, se les ve muy felices juntos»
¿FELICES JUNTOS?
JAAA. NI NOS LLEVAMOS BIEN.
— ¡Que vivan los novios! —aplaudió y río Emily al ver la foto.
—No me provoques. —advertí.
— ¿Como no lo voy a hacer? Son el futuro Chuck y Blair.
—Cállate, eso jamás.
—Uy, nena, no retes al destino.
— ¡Shh!
Ella se echa a reír más fuerte.
—Últimamente disfruto hacerte enojar —admitió abrazándome—. Vas muy bien con el plan, sigue así y no te pongas en contra de él.
—Creo que ya lo hice ayer.
— ¿Qué? —me mira—. No puede ser, tienes que controlar tu odio hacia Dorian.
—Lo intento, pero él no coopera.
—Y tú tampoco.
Emily cruza los brazos y alguien tocó la puerta del dormitorio. Ni siquiera me esfuerzo en adivinar, porque ya me estoy acostumbrando a que ese idiota aparezca últimamente.
—Hay que hablar. —ordenó cuando le abrí.
Dorian no parece estar de buenas. Apenas lo miré y se ve tenso. Además, trae una cara de culo impresionante.
— ¿Esa es la cara o el culo? —pregunté.
Él me miró con mala gana.
—No es hora de bromitas.
—Uuuh, el hombre se puso serio, ¿Es a causa de la foto que nos tomaron en el restaurante?
—No, es peor que eso.
Miré a Emily y ella también me ve intrigada.
—Bien, dime.
—Aquí no —respondió—. Es sobre todos, así que quiero reunir a los demás, en equipo, y tienes que venir conmigo.
Me encogí de hombros y sin darle tanta importancia a su misteriosa reunión, acepté. Salí de la habitación, y Emily me hace señas de que la llame si algo malo llega a pasar. Asiento, y cuando pongo un pie fuera de los pasillos, sigo a Dorian que no sé a dónde se dirige.
El camino a donde vamos por lo que veo es un poco retirado, porque primero pasamos por el campo de equitación y luego estaba la Floricultura del instituto, un lugar lleno de flores donde los estudiantes no pueden entrar a menos que pidan permiso.
